El Paso de la Muerte

Excursión

     

Año 1960, cuando estaba por comenzar el invierno en Asia, un grupo de amigos a quienes les gustaban las excursiones a la alta montaña, aprovecharon sus vacaciones en la Universidad de New York y decidieron ir a practicar a la montaña

Año 1960, cuando estaba por comenzar el invierno en Asia, un grupo de amigos a quienes les gustaban las excursiones a la alta montaña, aprovecharon sus vacaciones en la Universidad de New York y decidieron ir a practicar la montaña

lo que ninguno de ellos sabía era que en el idioma local (Rusia) eso significa "Montaña de Muerte".

— ¿Cuándo saldremos? — preguntó Emma a su novio, era una jovencita menuda, pelirroja de ojos verde claro.

— En una semana, fue difícil conseguir los pasaportes, pero por fin está listo todo, será increíble, he ido a varios lugares, pero más bajos, está es una ascensión bastante fuerte, dicen que es malo el clima en esta época, pero esa es la idea, probarnos contra la naturaleza — respondió David, un joven atlético rubio de ojos azules, aficionado a los deportes.

— Será maravilloso, cuando volvamos a clases todos nos envidiarán — comentó alegre la joven.

Una semana después empezaron el viaje, por suerte los transbordos en los aeropuertos se realizaron sin problemas para el grupo de amigos, se reían pensando lo que vivirían en esa nueva aventura.

Luego de casi 2 días de viaje en autobús, llegaron a un pequeño pueblo como de postal, con techos blancos de nieve, y gente con sonrisa tímida cuando veían a desconocidos. Apenas bajaron los estaba esperando el guía para empezar la expedición.

— Un gusto, soy Alexander — se presentó un hombre moreno, aparentaba unos 40 años, pero en realidad tenía mucho menos, la vida en ese clima eran tan extremo que lo habían envejecido prematuramente.

— El gusto es de nosotros, permítame presentarnos, soy David, ella es Emma mi novia — dijo el joven que hacía de líder del grupo.

— Srta. Emma — saludó con la cabeza, a pesar que su inglés era entendible, su acento era muy marcado.

— Ellos son Owen, Dylan, Jack, y Madison, novia de Owen — iba señalando a cada uno.

— Un gusto, ahora vamos a un hostal que les deje reservada, debemos empezar la subida temprano, es mejor que descansen — les señaló el lugar.

— Muchas gracias — dijo David.

Esa noche terminó antes del amanecer para ellos, prepararon todo para salir, al poner el primer pie fuera Owen, un joven moreno que nació en Florida, se estremeció y rió, siempre le había gustado el frío, y esta aventura se le hacía perfecta para compartir con su nueva novia, Madison, una muchacha que llegó de intercambio desde Brasil, cuyo color de piel oscuro, y acento exótico al hablar lo traían loco.

Durante unas horas fueron en un destartalado autobús, que llevaba animales, cajas y bultos en el techo, ellos miraban todo y fotografiaban el camino.

Al llegar al último pueblito, comenzaron a caminar, tuvieron suerte, no llevaban ni 20 minutos de marcha cuando un camión se ofreció a llevarlos, los dejó muy cerca de la falda de la montaña.

Los jóvenes iban comentando, riendo, siguieron toman fotografías, en los descansos algunos escribieron en sus diarios todo lo que veían y las anécdotas que se iban dando. Todo era tranquilo hasta que el guía vio las nubes que se amontonaban peligrosamente, se preocupó por un posible cambio en el tiempo, de ser así la ascensión sería más complicada de lo que pensó, pero por lo que pagaban, debía hacer que llegaran donde querían, aunque tuviera que atravesar cerca de la zona tabú.

A pesar que el clima siguió empeorando llegaron al lugar del primer campamento, estaba situado en el lado opuesto de los vientos, pero por la situación debieron quedarse en ese sector más de lo presupuestado.

— Vamos muy atrasados, conozco un atajo para recuperar el tiempo perdido, es por allá — les sugirió el guía.

— ¿Está seguro? Con este viento blanco no se ve nada — preguntó inseguro Dylan, de ojos claros y piel morena, igual que su hermano Jack, que, aunque acostumbrado a los climas fríos, lo que veía ahora lo tenía muy preocupado.

— Seguro, nadie pasa por allá, porque dicen que los dioses de la naturaleza lo prohíben — sonrió el lugareño para darle confianza a los jóvenes.

Pero lo que el hombre no consideró es que a cada momento la tempestad estaba más fuerte, al final se desviaron demasiado hacia el oeste, en un lugar se detuvieron y comprobaron su error.

— Estamos mal — dijo el guía asustado — este territorio es muy complicado, deberíamos volver a la ruta rápido, pero considero que es mejor quedarnos hasta que el clima mejore y podemos orientarnos bien.

Todos aceptaron la idea.

Esa noche entraron todos en una gran tienda, para mantener el calor, estaban cansados así que se durmieron enseguida, pero a media noche sintieron ruidos fuera, incluso uno creyó ver una luz, pero prefirió quedarse callado, ninguno quiso salir a investigar pensando que podían ser lobos. De todas maneras, por cualquier eventualidad, todos se pusieron los zapatos, se abrigaron y tenían a mano sus cuchillos en resguardo por si debían luchar con algún animal.

A media noche vieron un ser plomo, con cabeza grande, ojos oscuros, sin pelo ni ropa, con los dedos largos y delgados, que apareció de la nada en medio de todos, que gritaron de terror, Owen tomó su navaja y cortó la tienda para poder salir lo más rápido posible con su novia y amigos, todos corrieron a esconderse a un bosque de árboles grandes que había cerca. La cara del ser era inexpresiva, los miró y se dirigió lentamente hacia ellos, deslizándose sobre la nieve, sin dejar ni una marca, era como si volará sobre el piso. Mientras escapaban vieron que varios más de esos humanoides aparecieron de la luz que proyectaban unas esferas naranjas.



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En el texto hay: misterio, miedo, muertes

Editado: 01.07.2020

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