Capítulo uno.
La apuesta.
Eran un poco más de las 11 de la mañana de aquel 11 de febrero de 1982 cuando los encontraron muy alegres y platicando, tomados de la mano y como si fueran novios de escuela primaria, en aquella cafetería tradicional, localizada en el centro de aquel puerto.
- ¡Te dije que estaba con ella!
Le dice su amiga Érika Cienfuegos a Romaia Montero, mientras los observaban escondidas entre unos arbustos.
- ¡He visto lo suficiente!
Dice Romaia que era una jovencita de 17 años recién cumplidos, estudiante de preparatoria, cabello castaño oscuro, 163 centímetros de estatura y blanca piel, que vestida con aquel uniforme a cuadros de colegiala que no podía disimular su bien formado cuerpo, rematado con un rostro bello de ojos claros encendidos en cenizas que se dirigía como una fiera hacia la pareja que no se había dado cuenta de su presencia.
- Pero; ¿Cómo es posible que me hayas traicionado con esto?
El joven sorprendido, ni siquiera alcanzó a articular un par de palabras en su defensa cuando tuvo que levantarse de improviso, soportando lo caliente del café que le habían derramado en la cara y en la camisa.
- ¡Y tú maldita flaca desteñida que bien sabias que él andaba conmigo!
La chica que también era muy joven y bonita, trató de levantarse con intenciones de ponerse a salvo, cuando se sintió tomada por los cabellos y siendo derribada de cara al suelo, dijo.
- ¡Pero si no estábamos haciendo nada malo!
-¡Claro que no es malo andar con el novio de otra, es pésimo, y más cuando te creía mi amiga!
Pamela Ballesteros, que era la chica agredida, un poco más alta que Romaia y de brazos más largos, logró levantar una rodilla y tomándola de las piernas la derribó, mientras que el novio infiel trató de ayudarla, pero Érika, tratando de detenerlo fue arrojada al suelo por él chico que era muy alto y fornido, quien logrando rescatar a Pamela del fuerte agarre de Romaia, no pudo evitar que en el destrabe le arrancara un par de rubios mechones, la chica los miraba resoplando de furia y con los puños apretados.
Érika se levantó furiosa inmediatamente después de caer al suelo, volviendo a ser derribada por Gael pero esta vez de un puñetazo, hecho que le molestó a un grupo de muchachos que observaban la escena desde otra mesa, e intervinieron cayéndole a golpes y patadas, provocando así que saliera huyendo mientras lo seguían golpeando, dejando a la chica rubia a merced de sus 2 enemigas que la flanquearon furiosas, mientras una pequeña multitud las comenzaba a rodear, entre la cual estaban los meseros de la cafetería; Romaia se acomodó la ropa, el cabello y resoplando se acercó a Pamela.
- ¡Gracias!
Le dice dándole la mano contra lo que todos se esperaban, y la despeinada chica sonriendo mientras se arreglaba, le recibió el saludo.
- ¡Lo que no me gustó es que me arrancaras el cabello! ¿Y mi dinero?
Le dice, mientras se acomodaba la ropa y el cabello; Romaia que ya buscaba algo en los bolsillos de su uniforme, le dio un pequeño fajo de billetes y salieron las 3 juntas de la cafetería.
- ¡La última vez tú me arrancaste un arete y me arañaste la cara! –dice Romaia.
-¿Hasta cuándo vamos a dejar de estarnos apostando a los novios?
Dice Érika enojada. - ¡Ese estúpido me rompió la boca!
-Cuando encontremos al novio fiel.
Le contesta Romaia y así, se fueron caminando aquel grupo de amigas de la escuela preparatoria Villa Rica, en aquel puerto costero capital del estado de Veracruz en México, llamado del mismo nombre: Veracruz.
Érika Cienfuegos Espíndola, de 18 años de edad, 170 centímetros, cabello oscuro y de ojos verdes, nativa de otro puerto situado a poco más de 500 kilómetros de ahí, conocido como: Tuxpan, que había llegado a Veracruz en calidad de estudiante, haciéndose amiga de Pamela Ballesteros Retana, también alta de 168 centímetros, cabello rubio, largo y lacio, piel blanca y ojos azules, de 17 años, nativa de Veracruz, y Romaia Montero Sobrevilla, nativa de una ciudad situada a más de 300 kilómetros de ahí, llamada: Poza Rica, que aunque no era la más alta, si era la que llamaba más la atención de las 3 por la belleza de su rostro y su cuerpo, que a pesar de estar en pleno desarrollo, era el mejor formado y sensual, además del carácter más fuerte, siendo la líder no elegida de aquel trío de estudiantes conocidas como: “Las 3 mosquetebrias”, pero esa, es otra historia.