Capítulo seis
La condesa de Malibrán.
-Esa rara mujer nunca se supo de qué provincia de la vieja España llegó a Veracruz. –continuó platicando Adelina. –Sabia la gente que el esposo era un Conde de la corona española y el lugar en donde vivían era una inmensa mansión con tintes de palacio real, en esa vieja construcción, aparte de las lujosas y lúgubres habitaciones que tenía, existía un gigantesco pozo que albergaba en el fondo grandes lagartos que eran alimentados con perros y gatos vivos, carne de res y puerco, así como aves de corral, aquella elegante y hermosa mujer que visitaba a la bruja del arenal era nada menos que la condesa de Malibrán, era conocida así porque su matrimonio con el Conde le daba ese rango, ahí en ese pantanoso lugar rodeado de médanos y nopaleras, tenía su palacio la condesa de Malibrán ésta, repito, era una mujer con clase y sumamente hermosa, su nacarada tez hacia contraste con su oscura cabellera, sus ojos del color del azabache despedían miradas desafiantes algunas veces y otras, tiernas y dulces que parecían pedir amor, dándole un toque muy distinguido a su recia personalidad, y a su belleza de muñeca, la cual usaba para atraer a los marineros.
-El esposo por motivos de trabajo abandonaba el hogar por muchisimo tiempo, varios meses y a veces más de un año, mismos que la Condesa aprovechaba para coquetear con los hombres de su agrado, mientras tanto seguía con su obsesión de embarazarse, acudiendo con la bruja del arenal por cada vez más pócimas y seguía llevando jóvenes apuestos a su mansión, se dice que en medio de su locura, llegó a tener a media docena de jóvenes enamorados en sus mazmorras, que gracias a su belleza y sus extrañas pociones de amor que preparaba por litros y litros, no tenían ojos más que para ella y sin intentar huir, ni pedir auxilio, se quedaban tan solo para hacerle el amor las veces que ella quisiera y los eligiera, sin embargo, cada vez que llegaba su periodo menstrual, consideraba que todos ellos eran unos inútiles, y todos juntos eran envenenados y tirados al pozo de los cocodrilos, siendo sustituidos por un nuevo marinero que ella reclutaba en los muelles fácilmente, gracias a su clase, riqueza, sensualidad y belleza.
-Después de algunos días, la desaparición del joven marino se hacía notar, primero en la embarcación a la que pertenecía; y comenzaba la búsqueda, por todas partes se preguntaba por él, en los bares y tabernas donde siempre se decía que lo habían visto subirse a un elegante carruaje acompañado por una bella mujer, y la misma gente que había estado en alguna de las fiestas, sorprendida se preguntaba que le había sucedido a aquel joven apuesto y de grata personalidad que había llamado tanto la atención en ellos, porque en todo momento de la fiesta siempre estuvo cerca de la Condesa, pero la desaparición de aquellos jóvenes nunca se aclaraba, así fue pasando el tiempo y la condesa de Malibrán, todas las tardes acostumbraba pasearse por el pueblo en una lujosa diligencia jalada por magníficos corceles y un esclavo negro que vestido con elegancia lo conducía.
-Cada vez que veía a algún joven de su agrado con atributos de simpatía, lo invitaba a su palacio para divertirse con él, amorosamente, pero el joven invitado también desaparecía misteriosamente, no quedando rastro alguno para encontrarlo.
-Ella siempre orgullosa y a la vez humilde, seguía frecuentando a la bruja para rogarle que le quitara el maleficio de no poder tener hijos, y la bruja con ademanes implorantes seguía pidiendo a las fuerzas del mal que pudiera concebir hijos, después de tanta suplica maligna y de tanta poción mágica, la Condesa por fin logró embarazarse de alguno de los 5 o 6 marineros que tenía encerrados y durante su embarazo, dejó de reclutar amantes, manteniendo vivos, encerrados y enamorados a los que tenía, porque uno de ellos era el afortunado padre, tal vez esperando encontrar algún rasgo hereditario en su bebé de alguno de ellos, naciendo al final de su embarazo un monstruo que con el solo hecho de verlo, aterrorizaba, su cabeza era sumamente grande, con protuberancias a manera de cuernos limados y con un par de enormes ojos, en cada mano tenía siete dedos y además defectuosos y largos, y en lugar de uñas tenía garras como las aves de rapiña, la Condesa al darse cuenta de lo que había procreado, sufría constantemente espasmos que la solían poner histérica al ver los horribles rasgos de su monstruo bebé, resultado de los brebajes de amor que les daba a sus amantes cautivos, y a los que ella misma preparaba y bebía para lograr embarazarse, al ver a su hijo deforme y sin salvación, inmediatamente envenenó a los presuntos padres, echándolos al pozo de los cocodrilos y ocultando a su hijo sin asesinarlo se lo dio en crianza a una esclava, manteniendo su vida de lujosas fiestas y ocasionales amantes que desaparecían sin dejar rastro alguno.
Para esto, ya las pensionadas guardaban un silencio sepulcral y solo se escuchaba la voz de Adelina, entre el sonido del viento que se colaba tétricamente por las ventanas.
Ya que la luz no regresaba y ya ni el Queco ladraba.
-Pero como todo lo bueno se acaba. –dice Adelina continuando con la historia. -Tiempo después, una noche fría y húmeda con presagios de desventura, el esposo de la Condesa regresó a su hogar, él iba contento pensando en el encuentro con su esposa, ya se veía entre sus brazos disfrutando de sus tiernas caricias y halagando su hermosura y elegancia, pero cuando uno de los esclavos abrió la puerta del palacio, su sorpresa fue enorme cuando vio un horrible bulto en los brazos de una de las esclavas, era el pequeño monstruo que sólo lanzaba espantosos gruñidos como queriendo hablar, como queriendo decirle papá, inmediatamente le ordenó a la esclava que lo desapareciera de su vista y que no quería volver a verlo en su vida, el Conde al darse cuenta de aquella monstruosidad, corrió a la habitación de su esposa para preguntarle sobre el pequeño monstruo, sin siquiera imaginarse que había sido procreado por ella, y otra sorpresa más desagradable recibió al encontrar en el lecho de la esposa, a un joven entregado a sus caricias, lleno de cólera, el Conde arremetió contra ellos, pero la Condesa al verse descubierta y tratando de justificarse, sus facciones se tornaron ásperas y un rictus de amargura se apreciaba en ella, pues iba tomando las formas de la bruja del arenal, su aspecto era horripilante, sus ojos parecían dos carbones encendidos, su cara estaba surcada por grandes arrugas, su cabeza se deformó alargándose a la vez que de su frente le salían un par de protuberancias como si fueran cuernos limados, sus colmillos resaltaban horrorosos después de haber pertenecido a una dentadura fina, sus cabellos revueltos y erizados parecían espinas prestas al ataque.
-El Conde al ver la transformación que tomaba su mujer quiso gritar, pero un nudo se le hizo en su garganta, y con un miedo espantoso frente a ese espectro, desenvainó su espada para enterrársela en el corazón, haciendo lo mismo con el joven que la acompañaba en sus amoríos.
-Una vez cometido el doble asesinato, sin saber exactamente qué era lo que estaba sucediendo, porque tenía la certeza de que el ente infernal que había asesinado con su espada no era su amada Blanca Beatriz, y fue al encuentro de la esclava que cargaba al niño y al encontrarla, le preguntó enfurecido a quien pertenecía ese monstruo que llevaba en los brazos, la esclava sumida en una gran tristeza relató al Conde que aquella horrible criatura era hijo de la Condesa, sin poder controlarse, el Conde tomó a aquel fenómeno por los brazos y lo arrojó con fuerza, junto a los cadáveres de quienes minutos antes había asesinado, asesinándolo también de un espadazo en el corazón, la esclava negra aterrorizada no sabía que hacer temblando con fuertes convulsiones y en ese estado, cuando el Conde le ordenó a los demás esclavos y guardias de las mazmorras que arrojaran los cuerpos sin vida de su esposa, el del joven marinero y el del ente deformado al pozo de los lagartos, la esclava con el terror reflejado en su rostro señalaba hacia aquel pozo siniestro, diciéndole al mismo tiempo que en ese mismo pozo infestado de lagartos, la Condesa había arrojado al fondo a varios jóvenes que invitaba a sus orgías y que los mataba envenenándolos para arrojarlos con toda vileza, a que fueran bocado para aquellos animales feroces y hambrientos.
-Al escuchar el Conde todos los horrores que cometía su mujer, la condesa de Malibrán, junto con los esclavos, arrojó al fondo de aquel pozo los fríos cuerpos de quienes un día gozaron de los placeres del mundo, para que acabaran de la forma más grotesca.
-Cuando los cuerpos cayeron al fondo del pozo, se escuchó la voz de Blanca Beatriz del Real de Malibrán, pidiendo perdón repetidas veces, el conde de Malibrán profirió una horrible risotada acompañada de largos lamentos, que se escucharon hasta en el último rincón del lúgubre y tétrico palacio, extendiéndose la carcajada y los lamentos por toda la campiña de Veracruz.
-Cuenta la leyenda que esa trágica noche, el conde de Malibrán se volvió loco, y que seguido se le veía por las calles del puerto gritando con toda la fuerza de su voz:
- ¡JUSTICIAAA, JUSTICIAAA, QUE MUERA LA CONDESA DE MALIBRÀN!
-Esos terribles gritos del Conde se escuchaban terroríficos llenos de espanto y de venganza, sonaban como fuertes alaridos de animales salvajes al acecho de la presa.
-La misma leyenda sigue contando que en esos lugares inhóspitos, en ese entonces siguieron pasando casos misteriosos, esos mismos casos se repiten aún en estos días en las obscuras noches de verano, cuando la quietud deja sentirse y el profundo silencio se impone, para hacer ver en esas mismas calles, hoy la Fragua, la de Mario B. Remes, hasta la calle de Malibrán, donde de repente se aparece el siniestro carruaje llevando en su interior a la condesa de Malibrán, que lleva cargando al pequeño monstruo que en vida el propio destino le diera como hijo, pidiendo perdón repetidas veces, por esos rumbos se le ve arrastrando la vieja maldición que siglos atrás aquélla bruja del arenal le dejara en sus pócimas y brebajes, algunas otras veces se ve al Conde, que con un látigo en la mano va siguiendo a una sombra misteriosa que ríe a carcajadas lanzando lagartos con jóvenes en las fauces, y el conde de Malibrán gritando, como ya les dije.
- ¡JUSTICIAAA, JUSTICIAAA, QUE MUERA LA CONDESA DE MALIBRÀN! QUE MUERA LA INFIDELIDAD.
-Así acabó aquella hermosa y elegante mujer, la condesa Blanca Beatriz del Real de Malibrán, que a través de los años sigue cobrando vidas entre las personas, apareciéndose en ocasiones tan elegante y hermosa como era en vida.
-Buscando entre los jóvenes que pasean de noche por el malecón a aquel marinero que por fin le dé, el hijo precioso que tanto sigue anhelando, esta es la verdadera leyenda de la condesa de Malibrán.
En ese momento llegó la luz y el grupo de pensionadas que ya casi todas formaban un compacto bulto alrededor de Romaia y Érika, no hicieron el intento de irse a su habitación, a lo que Adelina dijo: dándose perfecta cuenta de su miedo.
- ¡Ahora si a dormir todas! Y cada quien a su habitación, por eso no les quería contar la leyenda de la condesa de Malibrán, porque sé que son una bola de escuinclas miedosas; ¡Y ni se les ocurra ir por esos rumbos de madrugada, porque dicen que se sigue apareciendo y más cuando una mujer que esté en su periodo menstrual va a su mansión!