El pecado de la condesa de Malibrán.

El recetario de pócimas.

Capítulo siete. 
El recetario de pócimas. 
 -Yo tengo que ir a la biblioteca.  –dice Romaia mientras subían al auto, saliendo de la escuela. – ¿Así que las paso a dejar o me quieren acompañar? 
 - ¿Y cómo para qué? No tenemos tarea hoy como para ir a consultar a la biblioteca.  –le contesta Pamela. 
 -Quiero saber más sobre la condesa de Malibrán y la bruja del arenal, más bien me interesa saber sobre las pócimas que usaba para controlar a sus amantes; ¿Se imaginan? Si pudiéramos conseguir una pócima de las que usaba, tal vez así podríamos evitar que nos pongan el cuerno.   –dice Romaia.  
 - ¿De qué hablas loquilla? 
Pregunta Pamela y en lo que llegaban a la biblioteca; Érika y Romaia les platicaron a grandes rasgos la leyenda que les había platicado Adelina la noche anterior. 
 - ¿Tiene algún libro que nos hable de la leyenda de la condesa de Malibrán? –Le pregunta Erika a la bibliotecaria. 
 -En mitos y leyendas de la ciudad, pasillo 2, anaquel 3 de la puerta hacia el fondo. –contesta la mujer seria y sin demostrar mucho interés. 
La amplia y antigua biblioteca contenía infinidad de libros, y aunque encontraron uno que les hablaba muy escuetamente de la citada leyenda en uno de sus capítulos, nada les dijo que no les hubiera contado ya doña Adelina durante la plática de la noche anterior, la bibliotecaria que era una mujer bonita, pero de una belleza inusual, morena, con un abundante cabello negro y chino, ya entrada en los 30, las observaba atentamente, ya que era extraño que unas jovencitas de buena familia como aquellas, estuvieran interesadas en esa antigua leyenda popular, y más que nada le extrañó porque durante sus más de 20 años de bibliotecaria, nadie le había preguntado por esa leyenda. 
 - ¿Qué exactamente es lo que buscan, muchachas?  
Les preguntó al verlas buscando más libros de mitos y leyendas, a pesar de que ya llevaban más de 3 horas consultándolos. 
 - ¿Tiene alguno que nos hable de la bruja del arenal? La que le preparaba sus pócimas a la Condesa de Malibrán. –le pregunta Romaia. 
 -Por eso les pregunto qué es exactamente lo que buscan, ya que las veo muy interesadas en esa leyenda popular. –le contesta la bibliotecaria. 
 -Exactamente queremos conocer la manera de preparar sus pócimas, las que usaba para encantar a los marineros. –le contesta Romaia, ya siendo más directa. 
 -Mmm, no, yo creo que no tenemos ese libro aquí.  
Le contesta la bibliotecaria visiblemente nerviosa y cortante, poniendo de manifiesto que obviamente si les estaba negando la información; Pamela se les quedó mirando a sus amigas y haciendo un gesto de desaliento les dijo. 
 - ¡Ni modo chicas! Aquí no vamos a encontrar lo que buscamos para la tarea de química. –Y despidiéndose amablemente de la señora, salieron de la biblioteca. 
 - ¡Es obvio que nos oculta algo!  
Dice Pamela a sus amigas, que al parecer no se habían dado cuenta. 
 -Ahora que lo pienso tienes razón, márcale del teléfono público a doña Adelina para avisarle que vamos a llegar más tarde por que se nos complicó la tarea aquí en la biblioteca. –le dice Romaia a Érika. 
 -Si ya son las 6 de la tarde y la biblioteca la cierran a las 7, tendremos que esperar más o menos hasta las 7 y media que la vieja bruja cierre y nos podamos meter de alguna manera.  
Dice Romaia consultando la hora en su reloj Rado, de manecillas. 
 - ¡Estás loca, como nos vamos a meter a la biblioteca de noche! Eso es un delito y nos pueden meter a la cárcel. –dice Pamela. 
 -No debe de ser difícil, estoy viendo que una de las ventanas de los baños está abierta y no creo que la cierren, es pequeña, pero creo que yo si me podré meter si me ayudan a alcanzarla.  
Dice Romaia señalando desde su auto la ventana del baño, y ya cuando en su reloj marcaba pasadas las 7, se acercaron a la biblioteca, pero vieron por las ventanas que la bibliotecaria buscaba algo entre los anaqueles y tomó un libro para salir con él, poniéndolo dentro de una bolsa de mandado mientras cerraba la biblioteca, siendo ella la última persona en salir. 
 - ¡De seguro ese es el libro que buscamos! –dice Romaia mientras volvían a ocultarse. 
 - ¡Eso sí que es obvio! –dice Érika. –Pero ahora; ¿Cómo se lo quitamos? 
 -Pues primero hay que seguirla, al parecer no creo que traiga auto porque va caminando hacia el bowlevard. –dice Érika. 
 -Tú síguenos en la Caribe por si se sube a un autobús, mientras Érika y yo la seguimos a ver si deja la bolsa mal puesta por ahí y se la podamos robar.  
Dice Pamela y Romaia corrió para arrancar su auto y darle la vuelta. 
La persecución fue lenta porque la señora al parecer no traía mucha prisa, y les dieron las 8 de la noche porque la bibliotecaria no parecía pretender subirse a ningún autobús. 

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.