Crucé mis brazos sobre mi pecho y bufé completamente enojada, mientras Derek tomaba asiento a mi lado sin decir una sola palabra. Brian ayudaba a subir a Emily al asiento del copiloto, susurrándole cosas que no alcanzaba a escuchar y tampoco me importaba demasiado hacerlo.
— ¡Estoy bien! —Exclamó ella y, por suerte, sus palabras ya no se oían arrastradas como antes.
— Tranquila. —Le susurró dulcemente él, dejándole un beso en la frente.
Volví a bufar molesta, frunciendo mis labios.
Derek me observó divertido y pasó su brazo por mis hombros, atrayéndome hacia él.
— No te preocupes, los besos en la frente te los puedo dar yo. —Me dijo, para después pegar sus labios en mi frente, dejando un ruidoso beso.
Rodé los ojos y, sin poder evitarlo, una sonrisa divertida se plantó en mi rostro.
Definitivamente amaba a este chico más de lo que podía admitir.
El camino fue silencioso, salvo por algunas quejas de parte de mi amiga, diciendo que le dolía la cabeza. Normal después de todo lo que había ingerido.
Pasamos por la casa del pelirrojo, donde él se quedó, y continuamos hacia la nuestra.
Cuando al fin llegamos, una idea cruzó por mi mente y miré hacia lo poco que veía de la espalda de mi hermano.
— ¿Emily dormirá conmigo? —Le pregunté.
— No. —Es lo único que se limitó a contestar, para después salir del auto y darle la vuelta.
Me apresuré a imitar su acción, pero tratando de evitar que abriera la puerta del lado en el que mi amiga se encontraba, obstruyendo el paso hacia ésta.
— ¿Qué haces? —Dijo molesto.
Levanté mi barbilla, desafiándolo con la mirada.
— No dejaré que te aproveches de ella, Brian. —Declaré, segura de mis palabras.
Él me miró incrédulo, para después soltar una risa carente de humor, desviando su vista hacia otro lado.
— Eres estúpida, Kim. —Negó con la cabeza, aún sin poder creer lo que le acababa de decir.
— No soy estúpida. —Repliqué molesta.
Rodó los ojos y suspiró.
— ¿En serio crees que me aprovecharía de la chica de la cual estoy completamente enamorado? —Reveló, porque eso era lo que había sido, una completa revelación.
No supe que decir, aquella pregunta me había dejado muda. No creía a mi hermano capaz de confesarse tan libremente, o al menos no aún. Pero ya veía que las personas te sorprendían. Estaba al tanto de que ella le atraía, tal vez gustaba, pero ¿enamorado? Eso era palabra mayor.
— No soy un maldito loco para hacerlo, así que ya muévete. —Habló, perdiendo la poca paciencia que su enrome cuerpo contenía.
Tras dudarlo por unos segundos, me corrí hacia un lado. Abrió la puerta del copiloto y tomó a Emily en brazos como si de un bebé se tratara.
— ¡Oye! ¿De veras que estás completamente enamorado de mí? —Le preguntó ella mientras apoyaba su cabeza en su pecho y cerraba sus ojos.
Sus palabras sonaban todavía un poco arrastradas, pero no tanto como hacía un rato en la fiesta.
Quise sonreír, pero la mirada que me lanzó Brian no me dejó. Sus ojos fijos en los míos, con Emily casi inconsciente en sus brazos, mientras él la apretaba más contra su cuerpo.
— Si, nena, de veras. —Contestó sin sacar su mirada de la mía y sonrió de medio lado divertido.
Sabía que me miraba para que yo creyera que él verdaderamente la quería, para que pudiera ver la sinceridad en sus ojos al decirlo. Me resultaba difícil, era mi hermano y lo amaba, pero sabía que él no era ningún santo con las mujeres. Aunque también conocía su límite y no era capaz de aprovecharse de alguien, no de esa forma por lo menos.
Y lo hice, le creí.
Asintiendo hacia su dirección para darle a entender que lo dejaría en paz, comencé a caminar hacia la puerta de entrada.
Definitivamente no conocía nada más placentero que tocar el suelo frío con mis pies descalzos, luego de haber usado tacones toda la noche. Solté un suspiro de alivio cuando eso pasó. Me descambié rápidamente de la ropa y me puse mi hermoso pijama de paletas de helado, me encantaba lo cómodo que era.
Una vez mi espalda tocó la suavidad de mi cama, mis ojos se cerraron, recordando y reflexionando los sucesos del día. Fue uno lleno de sorpresas —y no me refería a las buenas—, lo peor era que algo me decía que esto sólo era el comienzo de lo que se venía, una pequeña parte de todo lo que ocurriría en el futuro.
Un horrible escalofrío me recorrió el cuerpo, provocando que tensara los músculos y mi respiración se volviera agitada. Estaba asustada, asustada por lo que podría ser de mí luego de que todo pasara.
Y, de pronto, la imagen de Alex apareció en mi mente. Estaba segura de que él tenía algo que ver en todo lo que estaba ocurriendo, ¿la muerte de su madre? ¿Debía creerlo? Dos semanas después de que había comenzado a recibir esas estúpidas notas, él apareció en la escuela como el chico nuevo, ¿sospechoso? Por supuesto que lo era.