El pensar de un poeta

Aquella cabaña

Esa que solían llamar la del norte, pero contigo llegué a romper los cuatro horizontes. En esa cama que no tenía ni resortes lo hicimos tantas veces hasta olvidar nuestros nombres, construimos algo tan bonito y depravado que nos encantaba escuchar cada golpe de nuestros latidos que teníamos cada vez que estábamos unidos, lo que más lamento es que sólo fuera un día que estuviera contigo aunque sentí que pasaban días cada vez que lo hacíamos con aquel frenesí que nos hacía sentir en la luna acompañado del sol. Aquella liga definía nuestra relación de solo vernos una vez en la vida, pero disfrutarlo como si fuera perpetuo y ahora solo sueño con vernos de nuevo y rehacer aquéllas cosas tan maravillosas, las cueles me dejaron el gusto de viajar a lo desconocido nuevamente y aquel deseo de olvidar nuestro nombre como aquella última y primera vez.




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