El Pequeño De La Luna

¿Peter?

Aun no podía entender del todo cómo es que había podido salir de allí, pero no me arrepentía. Estoy segura de que él la buscaría.

Después de todo, soy su “bolsa de sangre”.

Me dirijo hacia la pequeña sala de estar donde puedo ver a Alex muy entretenido con las caricaturas.

Un suspiro involuntario sale de mis labios, pongo ambos platos sobre la mesa de cristal que está en medio del lugar.

-Es hora de comer, Alex. -él se gira rápidamente y se sienta junto a mí.

-Se ve rico, mami. -él se acercó a la mesita y se sentó en el suelo. -Buen provecho.

Empezó a comer de manera tranquila.

Así me gustaba verlo, tranquilo.

Terminamos de comer y me llevé los trastes hacia la cocina, los lavé y los dejé en su lugar.

Tengo que buscar trabajo pronto.

Un pequeño cuervo se posó en el marco de la ventana. Sus ojos parecían que me examinaban.

Acerqué mi mano lentamente hasta que él permitió que lo acariciara.

-Eres un cuervo muy lindo. -un graznido de su parte se dejó escuchar.

Dando pequeños saltos entró a la cocina.

-¿Qué es eso, mami? -mi pequeño señaló al cuervo que se acercaba a mí.

-Es un cuervo, Alex. -extendí mi mano y el pequeño cuervo se aferró a ella, sus garras se enterraron en mi piel haciendo que en mi rostro se forme una pequeña mueca de dolor.

Acaricio su pequeña cabeza una vez me he acostumbrado a la sensación.

Alex se acerca con su rostro lleno de curiosidad.

Unos toques en la puerta hacen que mi cuerpo se tense y que me levante de manera brusca haciendo tambalear al pobre cuervo.

Al cuervo lo dejo sobre la pequeña isla que está aquí y a Alex lo tomo de la mano y lo hago entrar al baño.

»-Pase lo que pase, no quiero que salgas de aquí hasta que yo venga por ti, ¿si? -él me mira sin entender nada, pero aun así asiente.

Cierro la puerta y saco un aromatizante de una gaveta. Los exparso por el ambiente y salgo de la cocina.

Abro un poco la puerta y me encuentro al chico que nos topamos fuera del supermercado.

-Buenas tardes. -él se remueve un poco nervioso.

-Buenas tardes. -responde de manera un poco cortante.

-Me he dado cuenta que eres nueva en el vecindario, así que quería darte la bienvenida. -él intenta regalarme una sonrisa, pero más parece una mueca por su nerviosismo.

Lo miré directamente a los ojos.

Un destello amarillo se logró distinguir por un pequeño momento.

-Gracias, pero no es necesario. -intento cerrar la puerta, pero el me lo impide.

El miedo invade mi sistema. Es un lobo.

Algo que me enseñó Marie fue a distinguir las distintas especies que existen.

-¿Qué pasa? ¿He dicho algo malo? -el chico se mira preocupado ahora.

-No... no, nada. -¡Oh, genial! Ahora tartamudeo.

-¿Segura? -para no volver a hacer el ridículo solo asiento con la cabeza.

El pequeño cuervo sale volando desde la cocina y se posa en mi hombro.

»-Es un lindo pájaro, ¿cuál es su nombre? -cuando él hizo esa pregunta extendió su mano para tocarlo, como autoreflejo llevé mis manos cerca de mi pecho.

El cuervo graznó como advirtiéndole, cosa que agradecí internamente.

Él nos observaba confundido.

»-Creo que no le agrado. -llevo su mano derecha atrás de de cuello, rascando su nuca. -Por cierto, mi nombre es Peter.

¿Peter? ¿Dónde he escuchado ese nombre antes de venir?

Estoy muy segura de que en más de alguna ocasión lo escuché, pero no recuerdo dónde y cuándo, también creo que he visto su rostro antes. Me frustra un poco el hecho de no recordarle.



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En el texto hay: amor, hijos y familia, amanda

Editado: 17.03.2020

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