El Pequeño De La Luna

¿Que quieres qué?

El señor aun me tenía entre sus brazos, a lo Alex se quejó un poco por la presión.

-Mami, ¿quién es él? -mi bebé lo estudiaba con la mirada.

-No lo sé, mi amor. -acaricié su cabello.

-Amanda. -la voz de Mark se escuchaba un tanto temblorosa.

-¿Papi? -Alex estiró sus brazos hacia Mark, el cual lo tomó y pegó a su pecho.

-¿Tienes hijo y esposa, Mark? No has perdido el tiempo, ¿eh? -la mirada pícara del chico hizo que Mark frunciera el ceño, pero no dijo nada.

-Amanda, mi niña, qué grande estas. -el señor no parecía caber de la felicidad.

-Señor, disculpe, pero yo a ustedes no los conozco, les pido de manera amable que se retiren de mi territorio.

-Mi señora, ellos son... -antes de que el señor Adolf pudiera terminar de hablar, la señora lo interrumpió.

-¿Le dices “Mi señora”? Ni siquiera a mí me tratas así. -ella parecía realmente enojada.

Alzó la mano para golpearlo, en un momento estaba frente al señor Adolf, deteniendo la mano de la mujer.

-Ni se le ocurra dañar a mi gente, vieja bruja. -la empujé haciendo que trastabillara.

-¿Cómo se te ocurre, estúpida? -el chico se acercó a mí con clara intención de golpearme, pero Mark se interpuso.

-No dejaré que le toque un solo cabello a Amanda... -su voz era baja y un tanto amenazadora.

-¿Es que no la reconocen? -el señor se acercó a mi y posó su gran mano en mi hombro.

Eso en lugar de molestarme, me transmitía una especie de seguridad.

-¿Nuestra Amanda? -ella río de manera histérica- Todos sabemos que ella murió, Patrick. Hazte la idea de eso, por favor.

Yo la miré fijamente.

-¿En serio son ellos? -miré a Mark, mejor dicho su espalda.

Él asintió lentamente.

»-¿Dónde estuvieron todo este tiempo? -me dirigí al ahora conocido como Patrick.

-Estuvimos de vacaciones, viajando. -el chico me miraba de manera extraña- ¿Para qué quieres saber eso?

Todo lo que creí de ellos se vino abajo.

Las lágrimas se agolparon en mis ojos, pero no derramaré ninguna por ellos.

-Pasen buen día. -tomé a mi hijo, les di la espalda y me dirigí hacia Anthon que aun seguía en esa esfera- Tú te largarás de aquí. No quiero verte otra vez.

-Hija, quédate. -Patrick se puso frente a mí.

-¿Que quieres qué? -la furia invadió mi cuerpo- ¡Todo este maldito tiempo los creí muertos! ¡Pero resulta que no porque literalmente andaban de vacaciones sin importarles qué hubiese pasado conmigo!

-Mami, no llores. -Alex puso sus manitos en mi cara, quitando las lágrimas que derramé por la furia.

-¿Mami? -Patrick lo miraba de una manera extraña.

-Sí, es mi hijo.

Deshice la esfera que mantenía cautivo a Anthon y me dirijo a la salida.

»-Adiós, señor Adolf. Gracias por todo lo que me enseñó. -besé la mejilla del señor Adolf y salí de esa casa.

Todo este tiempo... A ellos no les importé ni un poco.

Un enorme vacío se creó en mi pecho.

No lo podía creer...

Salí de esas casa hecha una furia. Ellos... Ellos ni siquiera se molestaron en intentar dar conmigo. 



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En el texto hay: amor, hijos y familia, amanda

Editado: 17.03.2020

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