La verdad

Alex ya estaba comiendo de manera tranquila. Verlo así hacía que mi corazón se sintiera de la misma manera.

-¿Cuántos años tiene? -Patrick me sacó de mis pensamientos

-Tiene dos años. -tomo una servilleta y limpio la mejilla de Alex, la cual está embarrada de salsa de tomate- No comas tan a prisa. -le regaño de manera suave.

-Mami, ¿por qué no comes? -Alex observaba mi plato intacto.

-No tengo mucha hambre, corazón, pero no te preocupes, tú come. -él asintió y siguió con su labor.

-Deberías comer. -la voz tranquila de Patrick hizo que desviara la atención de mi hijo para dedicársela a él.

-No quiero deberle nada, Patrick, así que yo pagaré por la comida de mi hijo. -en su mirada se vio reflejada la tristeza.

-No me deberás nada, Amanda, yo lo pagaré. Déjame hacer esto por mi nieto. -Alex levantó su cabeza y frunció el ceño.

-Mami, ¿qué es nieto?

-Un nieto, Alex, es el hijo de tu hijo. -él me miró aun más confundido- Es como si tú tuvieras un hijo, amor, entonces, tu bebé será mi nieto

Él me mira maravillado, aprendiendo lo que es un nieto, pero su cara pronto se llena de confusión.

-Entonces él es tu papá, mami. -señaló a Patrick.

-Te he dicho que señalar es de mala educación, Alex. No debes hacerlo.

-Si, mami. -volvió a tomar sus cubiertos y siguió comiendo.

-¿Quién es el padre de Alex? -la pregunta de Patrick hizo que mi cuerpo se tensara y mi gesto se ensombreciera.

-No querrás saberlo. -desvié la mirada.

No quiero recordar quién es el que me “ayudó” a engendrar a mi hijo.

Esa basura no puede ser llamada padre.

Patrick tomó mi mano entre las suyas, lo que hizo que todo se calmara. No me había dado cuenta que el cielo se había oscurecido y fuertes truenos se escuchaban.

Cuando logré calmarme el ambiente volvió a ser soleado y encantador.

-¿Por qué? -él me miraba interesado.

-Porque a veces la verdad duele. -digo de manera simple y desinteresada.