El Pequeño De La Luna

¿Erick?

Peter estaba a mi lado, viendo que todo estuviese bien conmigo y que no tuviese ningún rasguño.

-¿Cómo estás, cariño? -tomó mi rostro entre sus manos y besó mi frente.

-Estoy bien, Peter, ¿tú estás bien? -lo miré a los ojos.

-Ahora que estás conmigo ya estoy bien. -una sonrisa pequeña se dibuja en mi rostro.

Los brazos de Tánatos me alejan de Peter.

-Aléjate de ella. -el tono de voz de Tánatos demostraba su posesividad, algo que realmente me molestó.

-Aléjate tú de mí, Tánatos. -me solté de su agarre- Iré a dormir junto a Alex, Peter.

Dirigí mis pasos hacia la habitación principal, cuando entré, el olor de Peter inundó mis fosas nasales.

Acosté con mucho cuidado a Alex, no lo quiero despertar. De la misma manera me acosté a su lado.

El otro chico que estaba con Tánatos entró a la habitación.

-Veo que quieres ir al mundo de los sueño. -dijo con una expresión tranquila.

Yo solo lo observé fijamente.

»-¿No dirás nada? -él se sentó a la orilla de la cama.

-¿Mami? -la voz somnolienta y algo alarmada de mi hijo hizo que despegara la vista de Hipnos y la fijara en mi bebé.

-Aquí estoy, amor. -besé su frente y acaricié su cabello.

Mi hijo se acurrucó más a mi costado. Sonreí y seguí acariciando su cabello.

Cuando volví a fijar mis ojos al lugar en donde estaba Hipnos, él había desaparecido. No le di mucha importancia.

-Pero mira qué lindos. -la voz burlona y tenebrosa de Erick hizo que mi cuerpo se tensara- Si hasta parece mi hijo esa escoria. -al referirse a Alex su voz se llenó de asco.

La voz se hacía más clara por lo que yo aferraba más el cuerpo de Alex.

No voy a permitir que nadie le haga daño.

El cuerpo de Erick se asomó por la ventana. Entró y se paró frente a la cama.

»-Que bueno volver a verte, zorra malagradecida.

-Mi amor. -Tánatos entró a la habitación de manera sorpresiva.

-Deja de llamarla así. -la voz irritada de Peter también hizo acto de presencia.

-¿Quién eres tú? -el tono meloso de la voz de Tánatos cambió drásticamente dándole paso a un tono más amenazante.

-Soy el dueño de esta perra. -cuando terminó de hablar me señaló.

Una furia recorrió mi cuerpo de manera violenta, pero antes de que pudiera hacer algo Tánatos ya lo tenía sujeto del cuello.

-Cuidado en cómo la tratas, hijo de perra. -el cuerpo de Tánatos me daba la impresión de verse más grande y amenazante.

-¿Estás bien, Amanda? -el suave tacto de Peter hizo que me acercara más a él con mi hijo en brazos.

-¿Qué hace él aquí? -le pregunté de manera temerosa.

 



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En el texto hay: amor, hijos y familia, amanda

Editado: 17.03.2020

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