El Pequeño De La Luna

Hipnos.

La habitación se había sumido en un silencio bastante incómodo.

Ambos chicos me veían de manera fija.

-¿Si vas a hablar ahora? -Peter está parado, cruzado de brazos.

-Bueno... Verán... ¿Cómo se los digo? -mi mirada vagaba por toda la habitación, evitando sus miradas

-Amanda. -la voz de Mark hizo que me tensara.

-¿Si? -murmuré aun sin verlo.

-Acércate, por favor. -de manera lenta me fui acercando hacia la orilla de la cama.-No te queremos presionar, pero nos preocupa tu seguridad, linda. Así que necesito que nos digas qué pasó exactamente. -la voz de Mark era tranquila y amable.

De manera pausada y un poco temerosa les empecé a contar lo que había pasado en la casa del aquelarre.

-¡¿Quién se atreve?! -las grandes manos de Peter apresaron mi rostro. 

Iba a hablar, pero la risa de un hombre inundó la habitación.

-Es muy divertido, ¿sabes, Amanda? -Hipnos se hizo presente en el habitación- Como un simple perro y un simple canario quieren protegerte de tu destino. -Hipnos tenía una sonrisa escalofriante plasmada en su rostro. 

Unos golpecitos en la puerta hicieron que todos fijaran la vista ahí, excepto yo, yo seguía con la mirada fija en Hipnos.

La puerta se abrió y el gran cuerpo de Tánatos se hizo visible.

-¿Qué haces aquí, Hipnos? -el tono fastidiado de Tánatos hizo que me encogiera un poco en mi lugar.

-¿Qué manera es esa de saludar a tu hermano? -el tono burlón que utilizó Hipnos claramente fastidió aún más a su hermano.

-No estoy para bromas, Hipnos. Dime qué es lo que te trae aquí.

-Pero qué humor. -Hipnos se acercó a la puerta y se detuvo antes de salir- Solo quería decirle a tu noviecita que nuestra señora Ananké tiene algo realmente divertido para ella, ¿sabes? Ah, por cierto, ¿no crees que fue divertida nuestra pequeña charla frente a la casa de tu padre, Amanda?-dicho eso salió del lugar como si fuera su propia casa.

yo nunca hablé con Hipnos fuera... Rápidamente mi vista se posó en Mark, el cual tenía la confusión pintada en su rostro. 

Regresé mi vista a Tánatos y todo el color en su rostro había desaparecido, su cuerpo estaba tenso y parecía que iba a desmayarse en cualquier momento. 

-¿Quién es ella? -Peter se encontraba frente a mí, como si con ese simple hecho me protegiese de todo peligro.

-Alguien que no querrán conocer... 




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