El Pequeño De La Luna

Lo prometo.

Tánatos P.O.V.

Mi corazón pareció encogerse ante esa imagen.

-Su madre solo duerme, Mi Señor. -Hazel fue la primera en hablar en un tono dulce y calmado.

-Pero siento rara a mami. -el pequeño frunció su ceño y volvió su vista a Amanda.

-¿Diferente? -le pregunto a Alex mientras me acerco.

-Si, como si no fuera mi mami. -él vuelve a tomar su mano.

Pero rápidamente la soltó y corrió hacia mí, se escondió detrás de mis piernas.

»-Ella no es mi mami. -su voz suena entre molesta y temerosa.

-¿Cómo no va a ser tu mamá, campeón? -me acuclillé frente a él.

-Ella no es mi mami. Mi mami siempre se siente calentita y siempre te sientes seguro junto a ella, incluso cuando está dormida. -él me mira con una determinación asombrosa- Ella no es mi mami. -me vuelve a decir esta vez un poco más desesperado.

Me levanté y me acerqué hacia el cuerpo inerte de Amanda.

Con mucho cuidado acaricié su cabello. Alex ha estado toda su vida junto a ella, es su madre después de todo.

Mark se acercó también y la observó fijamente.

-¿Puedo levantar su camisa? -solo dijo eso y yo ya estaba entre él y el cuerpo de Amanda.

-Ni se te ocurra. -le advierto.

-Ven conmigo. -él me toma de la mano y me saca de la habitación. -Amanda tiene un lunar en su costado izquierdo. Es pequeño, casi imperceptible si no se le presta atención.

»-Si la que está ahí acostada no es Amanda, dudo que tenga ese lunar.

Me le quedo viendo de manera pensativa. Es una buena manera de saberlo.

Solo asiento hacia su dirección y regreso a la habitación.

Él sigue mis pasos y con cuidado sube la blusa que cubre el torso de mi basileia.

Él examina minuciosamente cada tramo de piel.

Se enderezó y me observó. Con solo esa mirada lo supe. No era ella.

-¿Me pueden acompañar? -tomé a Alex entre mis brazos y salí de la habitación, seguido de los demás.

Me acerqué a Hazel y le susurré.

-Haz un hechizo para que nadie entre o salga de esa habitación, excepto nosotros dos.

Ella un tanto confundida asiente y hace lo que le pedí.

Bajamos todos hasta la sala de estar en un silencio sepulcral que me pone tenso.

Odio esta clase de silencios.

-¿Qué pasa? -es Peter el que rompe es silencio.

-La que está allá no es Amanda. Es alguien más.

Todos se quedaron en silencio. Analizando mis palabras.

Unos toquecitos en la puerta hicieron que frunciera el ceño.

Me levanté y abrí la puerta. Una chica que no había visto nunca estaba parada frente a mí.

-¿Quién eres? -mi pregunta salió algo brusca, pero no le tomé mucha importancia y ella tampoco.

-Elizabeth. -dijo de manera simple.

Ella, de alguna manera, me recuerda a Amanda, pero no me gusta su presencia, es como si sintiera la muerte viniendo de ella.

Sin esperar nada más ella entró a la casa y se fue al salón.

-Oh, así que tú eres Patrick. -su tono cambió. Ahora era una mezcla de sarcasmo y asco.

-¿Quién eres tú? -Patrick se levantó del lugar que estaba y la observaba de pies a cabeza.

-Elizabeth.

-¿Qué hiciste con mi hija? -él cada vez se veía más desesperado.

-Oh, ella se ha tomado unas vacaciones de todos ustedes. -mi mundo pareció detenerse.

La manera en cómo lo dijo, como si disfrutara de la situación.

Sin importar nada fui corriendo hacia la habitación en donde estaba la persona que fingía ser Amanda. No encontré nada. La cama parecía nunca haberse deshecho.

Corro hasta la sala de estar y tomo del cuello a la tal Elizabeth.

-¿Dónde está? -con una sonrisa ella desaparece de mi agarre y aparece frente a mí.

-En un lugar al que jamás podrán llegar. -se encamina hacia la salida- Es hora de que olviden a su “dulce Amanda”. -dicho eso, ella desaparece.

-Papá, ¿dónde está mi mami? -Alex jala con insistencia el pantalón de Peter.

-Mamá... Ella... Ella no estará por un tiempo en casa, campeón.

Sus pequeños ojos se cristalizaron al instante y un llanto desgarrador brotó de su pecho.

-¡Yo quiero a mi mami! -es lo único que repetía cada vez de manera más dificultosa por el llanto.

Lo tomé entre mis brazos y lo abracé.

-Mamá volverá. Te lo prometo. -el pequeño entre mis brazos solo asintió mientras seguía llorando.

Me prometo que la traeré de regreso, donde quiera que se encuentre. Traeré a Amanda de regreso a casa. 



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En el texto hay: amor, hijos y familia, amanda

Editado: 17.03.2020

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