Caminaron un poco más y Oliver sacó el mapa.
—Tenemos que ir al «Mundo Matemáticas»… ¡Qué aburrido!
—Sí. —Hizo una mueca.
—Pero, conociendo este lugar tan extraño, de seguro no tiene nada que ver con el nombre.
—¡Es verdad!
Caminaron más rápido, con la esperanza de que solo faltaba un lugar para volver a casa. Divisaron un gran portón en medio del bosque que tenía un letrero que decía: «Mundo Matemáticas» y algunos números pintados.
—A lo mejor y solo da la fachada y en realidad no tiene nada que ver. —Deseó Oliver con todas sus fuerzas mientras le echaba una mirada tranquilizadora a la chica.
—A lo mejor —dijo tensa.
Abrieron el portón y se sorprendieron al entrar y ver… ¡Un lugar lleno de números bailarines y de colores diferentes! Parecían botargas pero, por experiencia propia en ese lugar tan raro, supusieron que tenían vida propia.
—Ey, ey, ey, miren a quién tenemos aquí —expresó un dos de color azul—. ¡Jovencitos interesados por las matemáticas! ¡Qué agradable sorpresa!
—¡Síiiiiiiiii! —Gritaron los demás números.
—Sí tenía que ver con matemáticas —susurró Clara Luna a Oliver con decepción.
—Sí…
—Mi nombre es Dos, mucho gusto…
—Hola, Dos. —Ambos saludaron.
—¿Quiénes son ustedes?
—Yo soy Oliver.
—Soy Clara Luna, mucho gusto.
—Jo, jo, jo, el gusto es mío, señorita amante de las matemáticas —dijo el número casi cantando y bailando alrededor de ellos—. Espero que su estancia aquí sea muy divertida, nosotros nos encargaremos de eso y…
—Emm, bueno —lo interrumpió Oliver—, no nos podemos quedar aquí, tenemos que irnos.
—¿Irse? ¿Tan pronto? ¿Por qué?
—Bueno, es que…
—Tenemos que llegar pronto a nuestro hogar —se entrometió Clara Luna—. Ustedes entienden, ¿no?
—Ahhhh —se lamentaron.
—Sí, entendemos —indicó Dos con tristeza—. Pero para que no se vayan sin un poco de diversión, tendrán que resolver un problema de matemáticas y después podrán irse.
—No queremos diversión —agregó Oliver con rapidez.
—En serio, no queremos.
—Oh, no sean aguafiestas, ¡claro que quieren!
—¡No!
—En serio, no.
—A mí no me engañan, claro que sí —rio con fuerza—. Tendrán que resolver esto. —Les enseñó un pizarrón pequeño con un ejercicio, de nivel de primaria, planteado—. Yo sé que les encanta.
—¡Les fascina! —Se entrometió Tres.
—No nos van a dejar ir hasta que lo resolvamos —Oliver le susurró a Clara Luna—, así que ayúdame a pensar.
Los dos niños vieron el pizarrón atentamente y leyeron el problema, que decía:
Al llegar al hotel nos han dado un mapa con los lugares de interés de la ciudad, y nos han dicho que 5 centímetros del mapa representan 300 metros de la realidad. Hoy queremos ir a un parque que se encuentra a 8 centímetros del hotel en el mapa. ¿A qué distancia del hotel se encuentra este parque?
Ambos niños se quedaron pensando detenidamente. Dos le pasó a cada uno un lápiz y un pedazo de papel para que trataran de hacer sus cuentas.
—No puedo con esto.
—Ni yo.
—¡Nos quedaremos aquí para siempre! —Chilló la niña.
Siguieron intentando e intentando, hasta que se le prendió el foco a Oliver.
—¡Clara Luna! —Exclamó Oliver de repente—. ¡Creo que es una regla de tres!
Clara Luna vio el problema de nuevo.
—Creo que sí… La maestra Elenita nos enseñó eso, hay que intentar.
Los chicos hicieron la regla de tres y les explicaron a los números que si 5 centímetros son 300 metros, los 8 centímetros se tenían que multiplicar por los 300 metros y dividir entre los 5 centímetros, dando 480 de resultado.
—Son 480 metros.
—Sí —concordó Clara Luna.
Los números se pusieron a dar saltitos de emoción.
—¡Lo sabía! —Dos se puso a dar saltitos—. Sabía que no me iban a decepcionar.
—¡Lo lograron! —Exclamó Uno.
—¡Qué bien!
—¡Yupi!
—Sí pudieron.
—No podía esperar menos de los niños amantes de las matemáticas.
Todos los numeritos expresaban su alegría con esas frases y después hicieron un círculo y comenzaron a danzar.
—Emm, chicos —Oliver interrumpió su danza—, ya nos tenemos que ir.
—Ah, cierto —dijo Dos—. Saldrán de este lugar por allá —señaló detrás de él—, pasaran un portal que los llevará hacia otro lugar; no sé cuál sea.
—El campo por donde vinimos, Oliver, estoy segura que ese es el lugar —Expresó Clara Luna—. ¡Por fin llegaremos a casa!
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Editado: 30.06.2025