A mi hermana Lucy, cazadora de libros. Criatura sedienta de lectura. Jovencita de críticas crueles hacia las informaciones tontas y vacías. Aquella niña que, ceñuda, mirándome con ojos entrecerrados desde atrás de sus gafas de aumento, me señala con aquel pálido dedo acusador y sus labios ligeramente fruncidos, exigiéndome algún medio de entretenimiento congelado en letras.