El pequeño Eddie

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     Dan se lleva una galleta de toddy a la boca con total calma, mastica tranquilamente mientras desliza sus dedos sobre la pantalla de un móvil. Mensaje enviado, texto entregado, dos segundos más tarde es visto y tres segundos luego llega la respuesta "De acuerdo, voy". El joven de ojos azules sonríe con sorna y decide hacer una llamada, esperó muy poco, al otro lado de la línea se escucha una voz femenina: 

Diga.

–Va para allá, – avisa – no quiero errores. – dice y cuelga. 

     Dan continúa con su tranquilidad casi increíble a pesar de las circunstancias, se lleva el vaso de leche fresca a los labios y da un sorbo, suspira. Habían tantas cosas en las cuales pensar, tantas cosas qué realizar, tantos pendientes por terminar, muchas cosas qué aprender. Miró hacia la pequeña mesa en la sala de estar de su apartamento, atestada de libros acerca de leyes; no era nada fácil ser abogado, pero se le hacía muy placentero, aún con todo un día repleto de quehaceres, se sentía bastante activo y dispuesto, miró la hora en su reloj de pulsera, eran casi las once de la noche, entonces avanzó hacia el espejo, deteniéndose en frente del cristal reflector y observando su rostro de cejas pobladas, nariz recta y labios llenos; no sonrió. Se mantuvo serio sin parpadear, luego inclinó un poco la cabeza, sin observar algún punto en particular por lo bajo y acomodando los bordes de su camisa de cuadro desabotonada, sus pantalones de mezclilla se ajustaban perfectamente a su figura (aunque no de manera exagerada) y la camiseta negra bajo la prenda de cuadros lo hacía lucir algo tumblr. Decidió, junto a su cabello negro desordenado y su vestimenta informal, abandonar el apartamento y dirigirse hacia el hospital infantil de la ciudad.

* * *

     Leila era una mujer de 22 años, rojo cabello corto y rostro de facciones muy aniñadas. Su pálida piel se iluminó aún más cuándo las luces a la entrada del hotel dieron con ella, no se detuvo a saludar al portero, simplemente habló de una vez a la recepcionista.

–Habitación 32 – dijo – soy invitada.

     La recepcionista, rubia platinada con discretas gafas de aumento y su cabello atado en un moño en forma de cebolla, visualizó algo en el ordenador portátil frente a ella, descolgó el teléfono y después del primer timbrazo atendieron al otro lado de la línea.

–La señorita está aquí. – Pausó. Asintió – Está bien, a su orden.

     Se volvió hacia Leila que esperaba impaciente, temblando ligeramente de tan solo imaginar el motivo de su estadía allí.

–Siga por las escaleras, en el segundo piso. – Explicó la mujer con amabilidad.

     Leila no respondió, caminó rápida, a zancadas largas y pesadas por el pasillo directo hacia las escaleras. Su ajustada franela rosada dejaba ver lo delgada que era y su jean roto demostraba que se negaba a abandonar el estilo adolescente. Sus botas negras de tipo militar resonaban a cada paso. Se detuvo frente a la habitación 32, respirando agitadamente y su corazón retumbando tras sus costillas, iba a tocar la puerta como aviso de que ya estaba allí, pero rápido reparó en que ésta se encontraba media abierta; fue entonces cuando decidió empujar para aclarar de una vez sus dudas, la incertidumbre la estaba acribillando, pero casi terminó por darle muerte la sorpresa que se llevó.

     Leila tragó saliva con fuerzas, sintiendo los ojos arder y posteriormente las lágrimas rodando sobre sus mejillas, afincó los dientes unos con otros y cruzó mirada con una de las tres mujeres que se relacionaban sexualmente con la pareja de ésta, quien parecía estar muy consciente del placentero evento que se llevaba a cabo, en el cual para postre tenía también a un hombre desnudo a punto de disfrutar su turno. Aquella rubia amante le sonrió a Leila con maldad y siguió moviendo su mano dentro de la mujer en cuestión, quién sonreía, perdida en el universo que supone el éxtasis del orgasmo y las demás manos y lenguas como arañas y sabandijas haciendo de aquello una orgía. ¿Cómo era posible que la novia de Leila estuviera tan perdida en medio del placer, sin reparar siquiera que ella estaba presente, viendo todo y a todos?

 

 

 

 



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En el texto hay: miedo, sangre, suspenso

Editado: 01.03.2020

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