Una joven de rasgos delicados, se encontraba frente a un espejo quitándose unos lentes de montura gruesa, al tiempo que su larga cabellera castaña un tanto ondulada caía sobre su espalda, dejando ver a plenitud su belleza.
La joven recorrió con nostalgia cada rasgo de su rostro, de ese rostro que día a día pretendía dejar atrás con su nueva imagen, así como aquel doloroso recuerdo. Luego de mirarse por algunos segundos, camino hacia la cama, empezó a quitarse las holgadas y un tanto anticuadas prendas que se puso para ese día, suspiro profundamente al tiempo que un pensamiento nostálgico pasó por su mente, mientras se colocaba otra prenda, también algo holgada, aunque más moderna — «Hoy se cumple un año»
Tras aquel pensamiento, sintió su corazón oprimirse, y sus ojos empezaron a nublarse por las lágrimas, a los pocos segundos, estás se desbordaron por sus mejillas.
—«Basta Julieth, basta» — pensó, al tiempo que inhalo y exhalo aire por algunos segundos, tras los cuales expreso — Ya no debo llorar más, ya no, ya no, además papá ya debe estar por llegar y yo aún no pongo la mesa.
A los pocos segundos, el sonido de unas llaves interrumpió su monologo, tras de ello, escucho la puerta abrirse.
—Hija, ¡Ya llegué! — escuchó.
Era su padre, lo único que tenía en la vida desde que su madre falleció hace 10 años, la única persona en la que ella podía confiar.
—Ya salgo a poner la mesa papá — expreso con todas sus fuerzas la joven.
—No te preocupes hija, yo lo hago hoy — escuchó.
Esa era la rutina diaria de Julieth, desde que tuvo la edad suficiente para apoyar con los quehaceres de casa, a pesar de que siempre había alguien encargado de estos y los alimentos, incluso cuando se cambiaron de pueblo, su padre contrato a una señora llamada Nao para que los apoye en casa, pero ella solo trabajaba para ellos de lunes a viernes, por lo mismo, los fines de semana al no tener apoyo su padre y ella se encargaban de las tareas de casa.
—Ya coloqué la mesa, voy sirviendo — escuchó la joven.
—Bien papá, yo me encargo de lavar los utensilios — pronunció Julieth, mientras ataba su cabello en un moño un tanto alto, tras de ello, salió de la habitación, y caminó por un pequeño pasillo, hasta llegar al comedor de la casa, en donde ya estaba su padre sentado, esperándola para que juntos almuercen, mientras platicaban de lo acontecido durante el día.
—¿Cómo te fue hoy? — expresó el padre de la joven, con aquella calidez que lo caracteriza, mientras llevaba una cuchara de arroz a su boca.
—Bien papá, sin problemas — dijo ella, al tiempo que sentía la mirada de su padre sobre su rostro. ¿Sucede algo? — agregó, conectando miradas con él.
—¿A veces siento que no confías tanto en mí como lo dices? — respondió el hombre, con nostalgia.
—Claro que confío en ti, en realidad, eres la única persona en quién podría confiar — pronunció ella.
—Me alegra oír ello, sin embargo…
—Papá, hay situaciones que es mejor ni mencionar, por ello no te la comente, no es por falta de confianza — agregó, con la mayor calma que pudo, al tiempo que el celular de su padre empezó a sonar.
—¡Discúlpame hija! es mi jefe — pronunció el hombre, haciendo una pausa para añadir, mientras contestaba la llamada — Sí dígame, claro, claro…
El jefe de su padre no pudo ser de verdad más oportuno, y digo ello, pues lo que menos quería ella era abocar recuerdos del pasado, de ese pasado que quería dejar atrás, a través de su escudo protector, su nueva imagen.
—Debo volver a la oficina — expreso su padre.
—Pero no has terminado de almorzar — dijo ella.
—Ahora lo hago hija — respondió su padre, empezando a comer rápidamente, mientras ella solo lo observaba. Ya terminé — pronunció tras algunos minutos, poniéndose de pie. Voy a cepillarme los dientes y regreso al trabajo hija — añadió con calidez.
—Bien papá — contestó la joven.
Tras de ello, solo vio a su padre alejarse del comedor, y minutos después tomar su portafolio para salir de casa, mientras ella terminaba de almorzar. Luego de ello, Julieth, lavo la vajilla y los utensilios utilizados, los seco y fue a su habitación a continuar con su rutina, hacer las tareas, y si le daba el tiempo empezar a prepararme para alguno de los exámenes de la semana.
Mientras sacaba sus cuadernos y libros de su mochila, de alguno de ellos cayo un papel doblado, el cual recogió a prontitud.
—¿Y esto? — dijo para sí, mientras desdoblaba el mismo, pues tenía su nombre. Debe ser una confusión, aunque no hay ninguna otra Julieth en el aula, además el papel estaba en mi mochila, no que va, debe ser una confusión, de seguro por allí había algún papel que de casualidad tenía mi nombre y lo tomaron para escribir esto, pero aquí también está mi nombre — añadió, mientras leía perpleja el contenido de la hoja. Si no es una confusión, ¿Entonces es una broma?, si, eso debe ser, es una broma, claro, es una broma y por cierto de mal gusto — agregó, sonriendo nerviosamente, creyendo haber encontrado la respuesta más lógica al contenido de la nota. Claro es una broma, quién en su sano juicio le escribiría un poema a alguien como yo, sin duda tengo compañeros muy bromistas en esta nueva escuela — acotó, mientras rompía la hoja.
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Editado: 08.03.2025