En una de las mesas de un vacío cafetín, con la mirada perdida, mientras bebía un refresco se encontraba una joven de gruesos lentes, y vestuario bastante recatado, meditando sobre su presente y pasado.
—«No comprendo, ¿Qué estoy haciendo mal?, se supone que debería ser completamente invisible, un fantasmita, como algunos me llaman en la preparatoria, pero no es así, ¿Por qué?, ¿Por qué para algunos sigo siendo visible?, yo no quiero ello, yo no quiero ser visible, yo no quiero volver a sufrir, ya no quiero volver a pasar por lo mismo, ya no, ya no. Ya paso más de un año de ello, y aún me duele, ni pensar que por esa causa mi padre y yo decidimos dejarlo todo en mi pueblo natal y venir a este pueblo» — pensaba la joven, mientras múltiples recuerdos vinieron a su mente, al tiempo que su vista se empezaba a nublar por las lágrimas que amenazaban por salir de sus ojos.
-.Recuerdo.-
Una linda joven castaña, de mirada cristalina y delicados rasgos, caminaba por los pasillos de una escuela cuando una plática llamo su atención, haciendo que ella detenga su avance tras un mural, pues una de las personas que era parte de la plática era alguien muy especial para ella, y lo poco que pudo escuchar antes de esconderse tras el mural estaba relacionado a ella.
—¿Entonces si lo harás con esa preciosidad? — decía un joven regordete a un atractivo jovencito de cabellos claros, y ojos verdosos.
—Claro esa belleza será mía, yo ganaré esa apuesta — contestaba el joven de ojos verdosos, sin siquiera imaginar el terrible dolor que le causaba su respuesta a la castaña.
—Pues a ella se la ve perdidamente enamorada de ti, de seguro ganaras amigo — expresaba el joven regordete esbozando una gran sonrisa, mientras la jovencita castaña se cubría su boca con sus delicadas manos, mientras unas lágrimas salían de sus ojos y humedecían sus mejillas.
—Claro que ganaré, ninguna chica se me resiste, además las chicas lindas son bastante fáciles y ella no es la excepción la traigo loquita por mí, como bien dices — agrego con seguridad el castaño, con tanta frialdad, incrementando el dolor la castaña.
—¿Y cuándo se lo piensas pedir?, ya la vienes trabajando mucho tiempo, ¿No? — añadía el joven regordete con una sonrisa irónica.
—En la fiesta de promoción, a manera de despedida al menos para mí, porque ella creerá que seguiremos juntos.
—Sí que eres un genio y no solo para los estudios sino también en el terreno sentimental, de hecho, no podrá negarse, mejor voy diciéndoles a los muchachos que vayan alistando lo acordado, claro yo también debo de alistar mi parte, la verdad amigo que me cerraste la boca….
La castaña giro sus pasos y dejando caer algunas lágrimas al piso hecho a correr en dirección contraria a la que estaban los jóvenes para que ninguno de ellos llegue a verla.
-.Tiempo actual.-
—«Tus palabras me mataron el alma, mi corazón en ese momento se quebró en mil pedazos, si no lo hubiera escuchado, y me lo hubieras pedido, de seguro yo hubiera terminado aceptando, pues te amaba, te amaba mucho, eras mi primer amor, y soñaba con que lo nuestro sea para siempre, pero tuve que escucharte decir ello, y cada palabra que pronunciabas me mataron el alma, tu acercamiento no fue sincero, cada palabra que me decías, cada te amo, no eran verdad, cada actitud conmigo solo eran apariencias, tú solo jugabas conmigo, yo solo fui para ti una apuesta, una maldita apuesta. Aún recuerdo el día en que le pedí a papá dejar el pueblo» — pensaba la castaña, mientras un nuevo recuerdo venía a su mente.
-.Recuerdo.-
—Pero hija, ¿Qué sucedió?, ¿Por qué ya no quieres ir a tu fiesta de promoción?, si estabas muy emocionada con la idea — expresaba un hombre maduro de mirada cálida.
—Porque no papito, porque no, es más ya no quiero seguir estudiando aquí, ¡Vámonos¡¡Vámonos a otro pueblo¡ acepta el trabajo que te ofrecieron en la capital y vámonos para allá — contestaba en tono desesperado una castaña, mientras tomaba las manos de su padre, quien la miraba preocupado.
—Hijita
—Papito, ¡Vámonos por favor! — añadió la joven.
-.Tiempo actual.-
—«Mi padre por suerte no pregunto más, y así fue como tomamos la decisión de venir a la capital, no fui a la fiesta de promoción, no te volví a ver tras ese día, pero tenía tanto temor de volverme a encontrar contigo que decidí esconderme bajo este disfraz, aún me acuerdo el día que papá me vio vestida así» — pensaba Julieth, mientras movía su vaso de refresco con una de sus manos, al tiempo que un nuevo recuerdo paso por su mente.
-.Recuerdo.-
Un hombre maduro, miraba intrigado a una jovencita de lentes y de vestimenta bastante anticuada que estaba parada frente a él.
—¡Disculpe señorita¡ ¿Cómo entro a mi casa? — decía el hombre, mientras la castaña de lentes sonreía.
—Papito, ¿No me reconoces?, soy yo, Julieth — expreso la joven, con aquella dulce voz, que era capaz de calar el corazón de quién la escuche.
—¿Julieth?, ¿En verdad eres tú? — contesto el hombre, mirando sorprendido a la joven.
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Editado: 07.06.2025