El Perfume

Capítulo 19: "Abriendo un corazón"

Una castaña de lentes, de rostro pensativo, abría la puerta de su casa, al tiempo que una mujer mayor iba hacer lo mismo, pero del otro lado de la puerta.

—Señorita Julieth, ¡Buenas tardes! — expreso la mujer, mirando preocupada el rostro de la joven.

—Señora Nao, ¡Buenas tardes! — dijo la castaña.

—¿Se siente mal señorita? — agrego la mujer.

—No, estoy bien — contesto Julieth, con calidez.

—Entonces, ya me retiro señorita — respondió la mujer.

—Bien, ¡Gracias! — expreso la joven, mientras la mujer madura abandonaba el lugar.

Tras cerrar la puerta principal de la casa, Julieth, camino hacia su habitación, en donde tras dejar sus libros y bolso sobre un sofá, sacarse los lentes, tomo un cambio de ropa, una toalla y fue a darse un baño.

Mientras se duchaba, a la mente de la joven, vino el recuerdo de la plática sostenida hace algunas horas con uno de sus amigos, una plática que la dejo un tanto inquieta.

—«Tendré una cita con él, aunque él no me dijo precisamente que sería una cita es como si la fuera ya que solo estaremos los dos» — pensó Julieth, mientras sentía su cuerpo temblar. «¿Por qué querrá tener una cita conmigo?, no creo que le interese siendo así, tal vez solo quiera burlarse de mí después de todo. ¡No! él no es malo, me lo ha demostrado, tal vez yo estoy imaginando cosas y él solo quiere que salgamos como dos buenos amigos, después de todo somos ello, amigos, buenos amigos; si eso debe ser, además yo no puedo volver a ilusionarme, no soportaría que Adrián se quiera burlar de mí como lo hizo Gerald» — pensó, mientras su mirada entristecía.

Julieth, mojo su rostro una y otra vez, como si con ello pudiera borrar sus recuerdos pasados, luego cerro la llave de la ducha, tomo una toalla, seco su rostro, su cuerpo, se vistió y salió hacia su habitación, en donde se sentó en el borde de una cama, tomo su cepillo de cabello, y empezó pasar el mismo por su cabellera, mientras un nuevo pensamiento paso por su mente.

—«Gerald, ¿En algún momento de nuestro romance fuiste sincero conmigo?, ¿En algún momento lo fuiste o todo el tiempo solo fingías para lograr tu propósito?, esa pregunta siempre me ha atormentado, pues yo te creía sincero, cada palabra que me decías, cada sonrisa, todo parecía tan sincero, que nunca hubiera imaginado el tipo de persona que eras si yo misma no lo hubiese visto y oído. Nunca me amaste como yo a ti te ame. Si te ame, te ame, porque después de ello mi amor por ti murió, ahora estoy segura que ya no siento nada por ti, nada, nada» — pensaba Julieth, mientras unas lágrimas salían de sus ojos y rodaban por sus mejillas.

El pensamiento de la joven, se vio interrumpido por el sonido de una puerta. Julieth se puso de pie, dejo su cepillo de pelo en su tocador, y camino hacia la salida de su habitación.

—Papá, ¡Buenas tardes!, ahora pongo la mesa — expreso la castaña, al notar la presencia de su padre, en el comedor de la casa.

—Yo te ayudo hija — respondió el señor Halls, tras dejar su saco sobre una de las sillas que estaban alrededor de la mesa, al tiempo que añadía — Me hice un espacio para poder venir a almorzar contigo.

—¡Gracias papá! — dijo Julieth.

Tras poner la mesa, padre e hija tomaron asiento, frente a frente.

—¡Papá! — expreso Julieth, un tanto nerviosa.

—¿Qué sucede princesa?, te noto algo tensa — contesto el señor Halls, mientras trozaba su carne.

—¿Me das permiso para salir el fin de semana con un amigo? — agrego con la mayor calma que pudo la castaña, haciendo que su padre pose su mirada en ella. Él ya estuvo en casa, solo que tú no pudiste conocerlo ese día pues estabas ocupado revisando unos documentos….

—Me alegra escuchar que tengas más amigos y no tengo problemas en que salgas con uno de ellos, pero antes me gustaría conocerlo — dijo el señor Halls, con calidez.

—Claro papá, podría…

—El día en que saldrán, podría ser, no hay necesidad de que lo hagas venir antes a casa hija — respondió el padre de la joven.

En tanto, Adrián, se encontraba parado en el balcón de su habitación, mirando hacia el exterior, mientras a su mente, venía el rostro de la castaña de lentes.

—«¿Qué hay más allá de ese disfraz que usas Julieth?, yo estoy seguro que tú no eres del todo así, muchas veces e imaginado tu rostro sin esos gruesos lentes y me imagino a la niña más bella del mundo, aunque realidad para mí ya eres la niña más bella del mundo, tu dulzura, bondad e inocencia además de tu perfume me cautivan sin importarme como puedas ser sin esos lentes y sin esa ropa que usas. Bueno eso ya no importa ahora lo que debe de importarme es que ella acepto salir conmigo claro como amigos, pero yo aprovechare esta oportunidad para confesarle mis sentimientos, sé que no seré el primer chico que lo hace, Franks y otros ya lo han hecho, y como respuesta obtuvieron tu rechazo, pues desconoces tu verdadero valor y piensas que se quieren burlar de ti, pero ello no es así, yo no me quiero burlar de ti! Yo de verdad ¡Te quiero!, no ¡Te amo! que es distinto, si yo ¡Te amo! y por lo mismo quiero que lo sepas y me permitas hacerte feliz. Ya no importa lo que los demás digan total el que está buscando ser feliz, soy yo; y ella es mi felicidad así otros estén en contra, yo quiero ser de verdad feliz, y sé que solo contigo podré serlo» — pensaba Adrián.




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