El Perfume

Capítulo 20: "Confesando sentimientos"

En uno de los pasillos de una preparatoria. Alejados de sus demás compañeros de aula, un par de apuestos jóvenes sostenían una entretenida plática, mientras esperaban el inicio de sus clases.

—Me alegro que hayas tomado esa decisión. Yo estoy seguro que ella siente algo más que amistad por ti — decía Franks, con una cálida sonrisa en su rostro.

—¿Y qué te hace pensar ello? — respondió intrigado Adrián.

—Lo veo en sus ojos — contesto el rubio.

—¡¿En sus ojos?!

—Sí, veo la expresión de ellos — dijo con seguridad Franks.

—¿Y cómo puedes ver la expresión de sus ojos si siempre esta con lentes?, y ellos la verdad hacen que sus ojos no se aprecien muy bien — expreso Adrián con calma.

—Pues a pesar de ello. Yo si puedo ver el brillo de sus ojos cuando estás junto a ella, además de su comportamiento — contesto el rubio, al tiempo que una leve sonrisa se plasmó en su rostro, haciendo una breve pausa para agregar — Julieth es una niña muy trasparente en sus emociones, pero también es muy ingenua, y con muchos temores, por ello, no es capaz de aceptar lo valiosa que es. Sé que has notado ello, por lo mismo, si ella decide a pesar de sus temores aceptar tus sentimientos, valórala mucho, ella merece ser feliz.

—Lo sé — respondió Adrián, mientras el rubio, se torno pensativo. ¿Te pasa algo? — expreso el joven al ver la mirada vacía de su amigo.

—Solo pensaba en que tal vez Julieth algún día pueda confesarte algo que a mi me intrigo desde que la conocí — dijo Franks.

—¡¿Qué?!...

—Julieth, es más que un disfraz, eso lo tenemos claro los dos, ¡¿No?!

—¿No comprendo? — contesto Adrián.

—Tú también lo has notado. ¡No lo niegues! Sí bien Julieth, te conquisto por su perfume al igual que a mí, la cercanía con ella te ha hecho darte cuenta que la Julieth con la que compartimos aula es más que ese disfraz que usa. Sus rasgos son muy delicados, a pesar que no podemos apreciar completamente su rostro, si podemos ver su pequeña nariz perfilada, sus bellos, finos y carnosos labios rosados, su hermoso cabello castaño ondeado, y aunque no deja mostrar su figura por la delicadeza y suavidad de sus manos podemos imaginar que bajo ese disfraz hay una niña de rasgos muy finos, delicados y bellos — respondió Franks.

—Lo notaste también…

—Claro amigo. La mayoría de chicos que han hecho trabajos con ella lo han notado; por eso es su popularidad, claro a parte del agradable perfume que la caracteriza y que hechiza a todo el que lo llega a percibir — contesto el rubio.

—Si, su perfume hechiza…

—Así es…

La plática del par de jóvenes se vio interrumpida al notar la presencia de la joven de lentes en el pasillo.

—Ya llegó — expreso Adrián con una ligera sonrisa en su rostro.

—Pues ve con ella — dijo Franks, esbozando una sonrisa.

—Es lo que tengo pensado hacer — contesto Adrián, antes de caminar hacia el lugar donde estaba la castaña. ¡Hola Julieth! — pronunció al estar frente a la joven, al tiempo que se acerca a ella, para depositar un beso en su mejilla.

Ante su cercanía Adrián pudo notar que Franks tenía razón, él no le era indiferente a Julieth, ello podía notarlo en su comportamiento tímido, sus mejillas sonrosadas, su mirada baja, y en aquel jugueteo nervioso de sus manos.

—¡Hola¡ — expresó en tono bajo la joven, sin levantar la mirada, mientras seguía jugueteando con sus manos.

—¿Hablaste con tu padre? — agrego Adrián, alejándose algunos pasos de ella, para evitar ponerla aún más nerviosa.

—¡Si!

—¿Y qué te dijo? — añadió el joven, mirando disimuladamente a la castaña, para no incomodarla.

—Que no hay problema, pero que quiere conocerte primero — respondió en tono apenado la joven.

—Por mí no hay problema. Cuando fui a tu casa por el trabajo que hicimos juntos, no tuve la oportunidad de conocer a tu padre, por lo tanto, este será un buen momento — dijo Adrián esbozando una ligera sonrisa en su rostro.

—¡Disculpa a mi padre! Él es muy sobre protector conmigo — añadió la castaña.

—No tienes que pedirme disculpas. Yo quiero conocer a tu padre — expreso Adrián con calma, mientras un par de jóvenes que pasaban por el pasillo, detuvieron sus pasos al escuchar lo que el muchacho dijo.

—No quería aceptarlo, pero creo que ya me quedo claro — pronunció con voz entrecortada Brisa, haciendo que su amiga se acerque a ella para abrazarla.

—¿Qué? — dijo Julieth confundida, mientras Adrián solo permaneció en silencio.

—Me rechazaste por ella — agrego la joven, haciendo que la castaña, se confunda aún más.

—¡No! claro que no. ¡Estás confundiendo las cosas! — expreso Julieth, moviendo sus manos, mientras el joven, seguía guardando silencio.

—No, no estoy confundiendo nada. Y no te preocupes…Yo se perder — dijo Brisa, con firmeza, posando su mirada en el muchacho, para acotar — Tu silencio confirma mis palabras, y acepto tu decisión como lo acabo de decir; eso sí, espero que estés consciente de esto, pues no me gustaría luego verte sufrir.




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