Habían pasado algunas horas desde que Julieth y Adrián decidieron pasar de la amistad al amor. Si al amor. Julieth, a pesar de sus temores acepto los sentimientos de Adrián. No por gratitud u obligación, sino por amor, pues ella sentía lo mismo que él. Lo tenía claro: Se había vuelto a enamorar, y se sentía dichosa por ello, tanto así, que le era inevitable esconder su felicidad.
—No será tan fácil como lo pensé — expreso Julieth, mientras veía su rostro en el tocador de su habitación, en el cual, no solo se reflejaba una bella sonrisa, sino además sus ojitos tenían un brillo que solo el amor podía provocar.
A la mente de la joven, vino el recuerdo de su primer beso con Adrián. Un beso que no espero. Un beso que la hizo sentir muchas sensaciones que creía que nunca más volvería a sentir.
Julieth suspiro profundamente mientras llevaba una de sus manos a sus labios para acariciar los mismos con la yema de sus dedos, al tiempo que un ligero carmín se plasmó en sus mejillas.
—Hija, ya estoy aquí — escucho.
La joven decidió ir al servicio higiénico que había en su habitación para lavarse el rostro y así apaciguar su emoción.
Luego de algunos minutos sintiéndose más calmada salió de su habitación para ir a la cocina de la casa y servir la cena que compartiría con su padre.
Mientras ello acontecía en casa de Julieth. En casa de Adrián, la situación era otra, él a diferencia de su novia, esta muy calmado, aunque feliz, tan feliz, que a pesar de haber acordado con su novia el mantener en secreto su relación, él decidió romper esa promesa, al menos con su familia.
—¡Pues, felicidades hijo! Invitala un día a casa — decía el señor Owen, con una sonrisa en su rostro.
—Sí hijo invítala un día a almorzar o cenar — añadió la señora Owen con calidez.
—Con calma padres, no la quiero asustar. Como les dije Julieth es una niña muy tímida, creo que aún no es el momento para presentaciones, pero de hecho la conocerán, ello es lo que más deseo, que conozcan a la niña que fue capaz de conquistarme de verdad — respondió Adrián, con calidez.
—Cuando llegue ese día, prepare un gran pastel para celebrar — expreso la señora Owen, sonriendo.
En tanto, en el comedor de otra casa, una nerviosa castaña, empezaba toser, tras una pregunta formulada por su padre.
—Cof fof cof
—¿Qué te paso? — expresaba preocupado el señor Hall.
—Nada pa…pi cof cof cof
El señor Hall miraba preocupado a su hija, mientras la castaña respiraba profundamente, tras dejar de toser.
—¿Ya te sientes mejor? — pronunció el señor Hall.
—Si Papito — dijo Julieth, con calma. Bebí un poco rápido el agua….
—Claro.
—«¿Debería contarle sobre mi noviazgo con Adrián?» — pensó la joven.
—Entonces continuemos comiendo — expreso el padre de la joven.
—¡Padre!
—Dime — contesto el señor Hall, con calma.
—Adrián me pidió que sea su novia — pronunció la joven, haciendo que su padre pose su mirada en ella.
Julieth, ante ello sintió una ola de frio recorrer su cuerpo, pues su padre no decía nada, solo la observaba en completo silencio como si estuviera esperando que ella agregara algo más.
—Yo acepte su petición — acotó Julieth, bajando la mirada.
—No te avergüences. Levanta la mirada hija — pronunció el señor Hall, con calidez. Ya intuía que la invitación de ese muchacho era por algo…
—Papá, Adrián…
—No digas nada hija. Es un buen muchacho, no solo tuvo el valor de pararse frente a mí, sino además fue capaz de ver tu verdadero valor, y eso es lo que buscabas, ¿No?
—Así es — dijo Julieth, mientras sus ojitos brillaban de manera especial.
—Si eres feliz, ello me basta hija…
—Soy muy feliz.
—Lo sé, puedo verlo en tu mirada — contesto el padre de la joven.
Esa noche Julieth, no podía dormir de la felicidad. Ella había sido capaz de compartir sus sentimientos con su padre, quien no solo aprobó su relación con Adrián, sino además dio su bendición para la misma.
—No pude cumplir nuestra promesa Adrián, le comenté a mi padre sobre lo nuestro — escribió Julieth, a través de un mensaje. De seguro no lo leerá, ya es muy tarde — susurro, mientras soltaba su celular sobre la cama y cerraba sus ojos.
De repente su celular sonó, haciendo que la castaña, abra los ojos y tome el mismo, para ver si su novio le había respondido, a pesar de ser ya muy tarde para ello.
—No te sientas mal, el compartir la felicidad con los seres que amamos, no es malo. Yo también se los comente a mis padres — recibió como respuesta.
—También — dijo para sí, al tiempo que un nuevo mensaje le llego.
—Es más, mis padres quieren conocerte, pero les dije que aún no era el momento, iremos con calma, como me lo pediste.
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Editado: 23.08.2025