Adrián miraba perplejo a la bella joven que tenía frente a él. Estaba claro que era su novia. Su perfume era la marca personal de Julieth. Ese perfume que lo hechizaba a él, y a todo aquel que pudiera percibir el mismo. Sin embargo, esa tarde, algo más que su perfume había hechizado al muchacho, y eran los finos rasgos de ella, que ahora él podía ver con claridad. Sus bellos ojos claros que contrastaban con el hermoso cabello castaño ondeado que había decidido llevar suelto ese día. Sus largas pestañas; su pequeña, pero perfilada nariz; sus labios perfectamente delineados. Y ni que decir de su figura, la cual era delgada pero estilizada.
—¿No te gusto mi cambio? — pronunció Julieth, haciendo salir de su ensueño a su novio.
—¿Tu eres mi Julieth? — respondió Adrián, mirándola fijamente, mientras un pensamiento pasaba por su mente — ¿Por qué esconde su belleza?
—Si soy yo — contesto, ruborizada la joven.
—¿Y tus lentes? No llevas lentes de contacto…
—No los necesito. Solo los uso para que nadie vea realmente como soy.
—¿Por qué? ¿Por qué escondes tu belleza? ¿Por qué permites que se burlen de ti si eres más bella de lo que hubiese imaginado? — respondió Adrián, mirando cada rasgo del rostro de su novia.
—Eso tiene una explicación — dijo Julieth, tomando asiento frente a su novio.
—Quiero saberla — expreso con calma Adrián, haciendo una pausa para acotar — Pensé que me tenías confianza.
—Claro que confío en ti, pero quería ponerte a prueba.
—¿Ponerme a prueba? ¿Por qué? — contestó confundido Adrián.
—Yo tuve una muy mala experiencia en el amor — pronunció la joven, haciendo que su novio, la mire con nostalgia. Te contare toda la verdad para que lo entiendas, pero antes quiero que sepas que yo seguiré siendo la misma Julieth que conociste en la preparatoria, al menos hasta que acabemos las clases. Cuando estemos en la universidad seré la Julieth que fui antes, pero solo por hoy decidí que conozcas a la verdadera Julieth.
—¿Alguien te lastimo? ¿Por eso decidiste esconderte tras ese disfraz? — dijo el joven con tristeza.
—Sí.
—¿Quién fue el miserable? ¿Dónde lo conociste? ¿Acaso en tu anterior escuela?...
—Sí, lo conocí en mi anterior escuela. La verdad yo no tenía en mente enamorarme tan joven, siempre pensé que el día en que tuviera un novio sería en la universidad, pero todo lo que pensaba quedo atrás cuando lo conocí. Él fue la primera persona que enseño lo que era el amor, pero también me causo el peor dolor que jamás pensé que experimentaría en mi vida…— decía Julieth, con voz quebrada.
Ante ello, Adrián tomo una de las manos de la joven entre las suyas para darle fortaleza.
—Él llego a la escuela cuando yo estaba en secundaria. Desde que lo vi me enamoré de él y él supuestamente de mí. Fuimos amigos durante tres años y luego él se me declaro, como yo lo amaba lo acepte sin dudarlo, así empezó nuestra historia de amor una historia que yo pensé que sería para siempre pues yo era muy feliz a su lado, yo pensaba que el amaba tanto como yo a él, pero luego de casi un año de noviazgo me entere de algo que acabo con el gran amor que le tenía… añadía la castaña, mientras sus ojos empezaban a nublarse por las lágrimas.
—¿De qué te enteraste? — respondió Adrián, con rabia y a la vez tristeza.
—De que el solo estaba jugando conmigo. Él me había apostado como si fuera un objeto con otros chicos de la clase sin importarle mis sentimientos. Él pensaba seducirme el día de nuestra fiesta de promoción y…
Julieth, no pudo continuar con su narración, pues su voz se le quebró, y gruesas lágrimas empezaron a rodar por sus mejillas.
—¡Cálmate hermosa! Ya no tienes que contarme nada más. No quiero que te pongas triste por culpa de ese infeliz — pronunció Adrián, con la mayor calma que pudo.
—Yo no fui a ese baile. En cuanto termine mi último día de clases mi padre y yo nos vinimos a este pueblo. Yo se lo pedí a mi padre. Quería alejarme de él para siempre. Me sentí usada, engañada. Él había lastimado mi amor. No lo había valorado; ello me dolía mucho, mucho. Mi padre aún sin saber los motivos por los cuales yo no quería seguir en el pueblo abandono su trabajo solo para verme más tranquila. Por suerte, la empresa donde trabajaba tenía una sucursal aquí, y uno de sus ex jefes al saber que estaba en la capital sin un empleo fijo, lo contacto y lo reincorporaron en una sucursal de su ex trabajo...
—Todo eso lo comprendo. Viniste huyendo de él a la capital. Pero, ¿Por qué esconder tu belleza si ya estabas muy lejos de él? — expresó Adrián.
—No quería volver a pasar por lo mismo. Quería que las personas me valoren por mi belleza interior y no solo se acerquen a mí por lo externo. Él dijo que las chicas lindas son bastante fáciles y otras barbaridades más. Por eso decidí ocultarme tras este disfraz para que nadie más me lastime. Así nadie se acercaría a mí. Y si alguien lo hacía a pesar de ello era por que tal vez quería burlarse de mí o era una buena persona sin prejuicios. De ser esto último, yo tendría que probar su sinceridad — agrego la joven con voz entrecortada.
—Entonces, el ser tan bella te trajo problemas — agregó el joven, mirándola con ternura.
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Editado: 09.08.2025