Un par de jóvenes estaban en medio de un pasillo. Uno frente al otro en completo silencio, tras las palabras pronunciadas por uno de ellos. Palabras que llenaron de nostalgia a uno de los jóvenes.
—«Su chica» — se repetía en la mente de Gerald, que tenía la mirada baja, mientras sentía su corazón quebrársele.
—¿Te sientes mal? — escuchó.
— ¿Por qué cambió de imagen? El primer día de clases que la vi en la foto grupal, ella estaba aún castaña…— expresó Gerald en tono nostálgico, sorprendiendo con sus palabras al otro joven.
—¿Conoces a Julieth? — contesto Adrián, mirándolo fijamente.
El muchacho solo asintió, mientras Adrián empezaba a inquietarse, al tiempo que en su mente se formaban algunas conjeturas.
—«¿Será que él…? No, tal vez la conoce de algún lugar. No hay porque ir a los extremos» — pensaba Adrián, mientras observaba al muchacho, que tenía el rostro deprimido — «Pero entonces, ¿Por qué parece devastado? ¡No!...no, solo estoy confundiendo las cosas. Él no puede ser ese miserable, ¿O sí?»
—Julieth Hall, la chica del perfume natural que conquistó mi corazón — susurró Gerald.
—¿Qué has dicho? — dijo Adrián con firmeza, pero solo consiguió como respuesta el rostro de desconcierto del otro joven. Habla infeliz, no te quedes callado — expresó alzando la voz, llamando la atención de algunos jóvenes que pasaban por el pasillo.
—¿Qué quieres que te diga? — respondió con calma Gerald, a pesar de la nostalgia que sentía.
—Tú eres el infeliz que la lastimo…
—¿Qué dices?
—No te hagas el niño bueno. Por tu culpa Julieth sufrió mucho. Por tu culpa ella durante dos años escondió su belleza…
—¿Qué?
—Al menos ahora cambio de imagen…pero sigue siendo bella. Sin embargo, cuando estudio conmigo ella no era nada de lo que es hoy. Ella era la chica menos atractiva de la preparatoria. Soporto burlas, críticas y todo lo que puedas imaginar y ¿todo por qué?, porque no quería volver a pasar por lo que tú le hiciste, maldito infeliz — agregó Adrián, tomando del polo a Gerald, que no alcanzaba a comprender las palabras del otro muchacho.
—¡Suéltame!...¿No comprendo nada? — pronunció con firmeza Gerald, mientras forcejeaba para librarse del agarre, al tiempo que añadía con calma — Creo que hay una confusión y este no es el mejor lugar para aclararla.
Adrián miro a su alrededor y noto que efectivamente con su discusión estaban llamando la atención de más de una persona que pasaba por el pasillo, quienes incluso ya empezaban a rodearlos, entonces decidió soltar de su agarre a Gerald.
—¡Vamos al cafetín! Allí platicaremos con calma. Créeme que no comprendo nada — dijo Gerald, con la mirada cálida y con tanta sinceridad en su voz que, a Adrián, no le quedo más que creerle.
—Bien, ¡vamos!
El par de jóvenes giraron sus pasos y caminaron por el largo pasillo, mientras los curiosos los siguieron con la mirada.
Mientras tanto…
Julieth no podía concentrarse en su clase. Estaba angustiada su novio y su ex novio se conocían, y ello la atormentaba y la llevaba de temor.
—«Pero, ¿De dónde se conocen?, además se quedaron en el pasillo. De seguro Gerald ya sabe que soy yo, ¿Se lo dirá a Adrián? De ser así, ¿Cómo reaccionará él?» — pensaba la joven, angustiándose más sin prestarle el mas mínimo interés a lo que su maestro explicaba.
Cafetín…
—Ahora si podemos hablar — expresó Gerald, calmadamente mientras tomaba asiento frente al otro joven.
—¿Qué quieres con Julieth? — contestó con firmeza Adrián.
—Recuperarla.
—Ella ya no te ama — respondió con seguridad Adrián.
—No hables por ella.
— Hablo porque la conozco y conozco lo que vivió a tu lado — expresó Adrián con firmeza, mientras el otro joven lo miraba confundido. Después de lo que le hiciste, te odia y te tiene miedo. Por tu culpa…la pobre volvió a esconderse tras un disfraz — añadió.
—Deja de confundirme con tu discurso. No comprendo lo que tratas de decirme…
—Deja de fingir.
—Haber dime… ¿Por qué crees que Julieth me odia y mi teme?
Ante la pregunta de Gerald, Adrián esbozo una sonrisa de disgusto, mientras lo miraba con reproche.
—Tú lo sabes mejor que yo, ¿No? Ya no te hagas el tonto — dijo Adrián, con ironía.
—Pues ¡No! no lo sé. Yo solo recuerdo que nos amábamos y que un día ella decidió irse del pueblo sin darme la más mínima explicación. Ni siquiera fue al baile de promoción conmigo como quedamos. Yo fui muy infeliz con su partida, durante dos años fui un desdichado completo encontrando de hallar una explicación a su partida, pero nunca la encontré…entonces llegue a la conclusión que no me amaba tanto como decía; por eso se fue sin darme alguna explicación entonces decidí que en cuanto terminara la preparatoria vendría a la capital a continuar mis estudios y así tratar de olvidarla. Pensé que si me alejaba de un lugar que me traía tantos recuerdos vividos con ella podría al menos dejar de ser menos infeliz — respondió Gerald con tristeza.
#2730 en Novela romántica
#910 en Otros
romance comedia, amor y amistad, amistad aprendizajes reflexion
Editado: 04.10.2025