El Perfume

Capítulo 32: "Explicaciones - Parte II"

Apegado a una de las paredes del pasadizo que daba a un aula, se encontraba un joven quien por momento observaba su reloj.

—«Ya será su salida» — pensó tras ver la hora.

Luego de algunos minutos, vio a un hombre maduro de lentes salir de un aula, llevando un portafolio, a los pocos segundos empezaron a salir algunos jóvenes. El muchacho inmediatamente camino hacia el aula, para darle el encuentro a la persona que esperaba.

En eso la vio salir, llevando consigo algunos libros.

—¡Julieth! — expresó.

—¡Adrián! — respondió la joven, de un sobresalto.

—Vine por ti — añadió, dándole un beso en la mejilla, al tiempo que tomaba su mano.

—¿Ya no tienes clase?

—No — respondió empezando a caminar con ella, hacia el lugar donde dejo estacionado su auto.

—Mi amigo dice que te conoce — soltó mirando la reacción de la joven.

—¿Qué?

—Mi amigo, Gerald — añadió.

Julieth, bajo la mirada, al tiempo que detuvo su andar.

—Son amigos — susurró incrédula.

—Sí — dijo Adrián, colocándose frente a ella, sin soltarla de la mano.

—¿De dónde se conocen? — agregó nerviosa.

—Lo conocí en la universidad — respondió Adrián, mientras observaba a la joven.

Al no recibir respuesta, agrego…

—Vamos al auto.

Julieth, solo asintió, antes de caminar junto a su novio.

Tras algunos minutos de camino, ya estando dentro del auto, Adrián decidió retomar la plática, mientras Julieth se colocaba el cinturón de seguridad.

—No te sigas ocultando tras un disfraz.

—¿Qué? — dijo Julieth, conectando miradas con su novio.

—Él te reconoció por tu perfume — agregó Adrián.

—¿Qué te dijo ese mentiroso? — expresó con rabia la joven.

—Me conto muchas cosas, pero creo que sería mejor que tú las platiques con él…

—Yo no tengo nada que hablar con…

—Julieth, hay situaciones que te hacen actuar de una manera distinta a como piensas.

—¿Qué tratas de decir? — contesto la joven.

—Gerald, y yo tuvimos una larga plática. En está, él me dio unos argumentos que me convencieron y que considero deberías escuchar — respondió Adrián.

—Pero…

—No te preocupes por mí. Yo quiero que estés segura de lo nuestro. De lo que sientes por mí. Y para eso tienes que enfrentarlo. Debes aclarar tus dudas con él — añadió.

—Yo no quiero hablar con él.

—Julieth, ¡por favor¡ Tú eres noble, al menos escúchalo — contestó Adrián, mientras encendía el auto.

Julieth, no respondió nada, solo dirigió su mirada hacia la ventana, mientras Adrián empezó a conducir.

Luego de algunos minutos de viaje en completo silencio, Adrián estacionó el auto frente a la vivienda de su novia.

—Le dije que el fin de semana puede darse un encuentro entre los dos — expresó rompiendo el silencio.

—¿Por qué haces esto? ¿Acaso ya te aburriste de mí? — respondió con tristeza Julieth.

—Claro que no linda. Yo nunca me aburriría de ti — contestó Adrián, con calidez.

—Pues pareciera lo contrario.

—¡Te amo! y quiero que estés tan segura como yo de tus sentimientos hacia mí — agregó, haciendo que la joven, lo mire confundida—. Si al verlo decidiste disfrazarte para pasar desapercibida, es porque el aún causa algo en ti, por eso tratas de evadirlo.

—No, así no…

—Julieth, yo solo deseo verte feliz, por eso quiero que hables con él. La decisión que tomes tras esa plática yo la aceptaré.

—Adrián.

—Él me cayo bien desde que lo vi, y cuando argumento el por qué dijo esas cosas terribles…me convencí que él también te ama —. Julieth, a pesar de que somos rivales en el amor por ti, queremos ser amigos y sea la decisión que tomes mantendremos esa amistad.

Julieth quedó sorprendida con las palabras de su novio. Con ellas, nuevamente le demostraba el buen ser humano que era.

—Piénsalo.

—Bien — contestó la joven, abriendo la puerta del auto, pero fue detenida por la mano de su novio.

—Eres hermosa con el look que decidas usar, pero me gustas más castaña — susurró Adrián, cerca de su oído, antes de posar sus labios en su mejilla.

Julieth, sonrió de manera nerviosa, tras de ello, bajo del auto.

Las horas restantes la joven medito sobre lo que había platicado con Adrián, incluso contacto a Priscila para pedirle consejo.

—Pienso como Adrián — escuchó.

—¿De verdad?




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