En una de las mesas de un café, sentados frente a frente, se encontraban un par de jóvenes de miradas nostálgicas, en completo silencio. Uno de ellos observaba hacia una ventana tras la respuesta que el otro le dio, mientras la otra persona lo observaba al tiempo que escuchaba las gotas de lluvia caer.
—¡Perdóname! — expresó Julieth, con la mayor calma que pudo, al ver el ver el rostro nostálgico de su ex.
—Quién debe pedir perdón, soy yo — respondió Gerald, con nostalgia, haciendo una breve pausa para acotar, mientras posaba su mirada en la castaña — Fui un idiota. No debí hacerles caso. Por mi culpa sufriste mucho…
El silencio se volvió apoderar de los dos, quienes bajaron las miradas mientras encontraban las palabras para continuar.
—¿Pensabas cumplir lo que ellos te pidieron? — pronunció Julieth, de repente con tristeza, posando su mirada en su ex.
—¿Qué? — dijo Gerald, conectando mirada con ella.
—Quisiera saberlo — agregó con nostalgia.
—¡No! No pensaba hacerlo. Yo nunca hubiera hecho nada, sin que tú estés de acuerdo — contestó Gerald con firmeza.
—Me alegra saber tu respuesta. Aunque ya no valga de nada me tranquiliza saber que no me usaste, que si me amabas como yo te ame en su momento — respondió Julieth, con calma.
—Claro que te amaba. Bueno…aún te amo, pero el amor de una sola parte no es saludable.
—¡Gerald!
—Adrián parece una buena persona. Se nota que te ama y eso me da tranquilidad — agregó el joven.
—Sí, él es un ser extraordinario. Fue capaz de entrar en mi lastimado corazón y sanarlo. Él me hizo volver a creer en el amor — agregó la castaña.
—Sí. Ya me quedo claro ello — dijo Gerald, con calidez, haciendo una breve pausa para acotar — Solo queda cerrar nuestra historia de manera correcta.
La joven, miro a su ex confundida, mientras el sonido de la lluvia se intensificaba, al tiempo que Gerald respiraba profundamente, con la finalidad de controlar sus emociones y de encontrar las palabras correctas para cerrar un ciclo de su vida, que él considero aún abierto.
— Como te fuiste sin decirme nada, a pesar de la distancia y el tiempo, seguíamos siendo novios. Al menos esa era la idea a la cual me aferraba yo. Pero hoy día esa idea se aclaró: “Lo nuestro acabo el día en que yo destruí nuestro amor por mi cobardía”, sin embargo, para cerrar de manera correcta lo que alguna vez tuvimos, hoy te digo: “¡Gracias por el tiempo compartido! Nuestros caminos a partir de hoy se separan…”
—¡Gerald! — dijo Julieth con nostalgia, conteniendo las lágrimas que habían inundado sus ojos.
—De corazón deseo que seas muy feliz con él — agregó el joven, al tiempo que la lluvia se detuvo, y las afueras del lugar se iluminaron por los resplandecientes rayos del sol.
—¡Gracias!
—¿Podemos seguir siendo amigos? — agregó con calma Gerald.
—Si crees poder manejarlo.
—Claro que podré. Tal vez sea difícil al comienzo. De hecho, dolerá verte junto a él, pero si antes no tuve la madurez suficiente para defender nuestro amor, ahora voy a tenerla para aceptar mi derrota.
La castaña bajo la mirada ante las palabras de su ex. Al ver ello, el joven añadió:
—Yo vine aquí por cumplir uno de mis sueños, ser un gran arquitecto y lo lograré.
—Cumplirás ese sueño. Eres muy inteligente — pronunció Julieth, con calidez, conectando nuevamente miradas con él.
—No más que tú muñequita.
—No vuelvas a llamarme así. ¡No es correcto! — dijo la joven.
—Tienes razón. ¡Disculpa! lo hice por costumbre.
—Comprendo.
—Entonces un nuevo comienzo — pronunció Gerald, extendiendo su mano, al tiempo que agregaba — ¿Amigos?
—Amigos — contestó Julieth, tras tomar la mano.
—Tendremos que cambiar la bebida caliente por una helada — dijo el joven, con una cálida sonrisa, tras soltar la mano de la castaña.
—Sí es cierto. Ya dejo de llover — respondió la castaña.
—Voy a pedir unos refrescos y pastel. Tenemos que festejar este nuevo comienzo entre los dos.
—Bien, festejemos.
Julieth y Gerald compartieron esa tarde pastel y refresco, platicaron sobre sus vidas y planes a futuro. Luego de casi dos horas de plática. Julieth llamo a Adrián para que viniera por ella.
—Entonces, ¿aquí lo esperas? — dijo Gerald, tras detener sus pasos junto a una banqueta.
—Si, ya no demora en llegar ¡no te preocupes! — respondió Julieth con calidez.
—Bien.
El joven se acercó a besar una de las mejillas de la castaña.
—¡Gracias por aceptar nuevamente mi amistad¡ — pronunció Gerald, mientras miraba los rasgos de la joven y sentía aquel embriagador perfume que emanaba de su piel.
—No tienes por qué agradecer.
—Tu perfume sigue siendo tan relajante para mi — acotó Gerald, abrazando a la castaña.
#4923 en Novela romántica
#1802 en Otros
romance comedia, amor y amistad, amistad aprendizajes reflexion
Editado: 18.10.2025