El perfume del Rey [rey 1]

Capítulo 1.

Mishnock, Era 7 -Estado temporal 5 - Año 2.

Perfumes, he crecido rodeada de aromas exquisitos hechos por mis padres.

Rosas, jazmines, miel, vainilla. Ellos crean con cualquier cosa existente y yo solía pensar que incluso de una pluma podrían sacar una fragancia.

Mi casa siempre huele extremadamente bien y mis padres después de sus muchos inventos, decidieron abrir una perfumería que al poco tiempo se convirtió en una de las más famosas del reino.
En un arrebato de amor filial, mis progenitores como prueba de sus afectos hacia mí, crearon un perfume con una dulce fragancia, el cual según ellos les recordaba a su pequeña, por lo que decidieron ponerle mi nombre, es el más vendido en la nación. El perfume, Emily.

—Me estas prestando atención. —Dice Rose, chasqueando los dedos frente a mi.

Su piel bronce reluce bajo la luz de la habitación y su melena caoba se mueve hacia cada lados mientras me reclama. 
Ella es mi mejor amiga desde que tengo memoria. Hemos hecho todo juntas desde que la conocí y desde entonces somos prácticamente inseparables.

—Lo hago. —miento. Desconozco lo que lleva hablando la última media hora.

—¿Entonces me acompañaras? —su voz detona entusiasmo.

—¿A dónde?

—Ves que no me estabas escuchando. —reclama —. El joven que me gusta me pidió vernos y bueno... no es posible hacerlo en el día, así que acordamos reunirnos cuando la luna ilumine el cielo y necesito que me acompañes. ¿Las 10 de la noche estaría bien para ti?

—¿Crees que Erick Malhore va a dejarme salir a las 10 de la noche? Además, ¿por qué no puedes verte con ese joven en el día? ¿Qué esconde?

Erick Malhore es un hombre de familia en toda la extensión de la palabra, es bondadoso, amoroso y paciente; para él estar rodeado de mujeres es una bendición y el que lo llamemos "papá" es su mejor halago. No podría concebir la idea de haber crecido sin tenerlo en mi vida.

—Te prometo que te lo contaré todo si me acompañas. Hazlo por tu amiga de infancia, la persona que más te quiere en la vida —ruega, haciendo brillar el café de sus ojos —. Sé que tu padre no va a dejarte ir, así que tendrás que escaparte, eso es lo que yo haré porque soy consciente que mi madre tampoco lo permitirá.

—No lo sé, Rose Alfort.

—Es el amor de mi vida. Debes ayudarme a que no se me escape.

—Haz tenido más de mil amores de tu vida.

—Pero este es el verdadero, lo juro. Es un militar de Mishnock. ¿Quién soy yo para resistirme a ese uniforme azul y rojo? ¿eh? — insiste esperanzada —. Míralo como un favor a la nación. Yo hago a un soldado feliz y él va motivado a pelear en la guerra.

El reino de Mishnock es mi hogar y a lo largo de los años hemos acarreado problemas de gran magnitud. Estamos muy desarrollados y nuestro territorio es extenso, solo superado por el reino Lacrontte. Sin embargo, nuestro ejército no es tan numeroso y aunque contamos con fuertes aliados, he de admitir que el pleito incesante con la nación enemiga ha causado estragos en nosotros.

En el pasado, Mishnock llevaba el nombre de Felraish hasta la fatídica noche en la que fuimos invadidos y sometidos a las estrictas leyes del reino Lacrontte. Todo cambió para nosotros, nuestro pueblo vivía prácticamente como esclavo, obligados a servir a los nacidos de aquella nación que se adueñó de nuestro territorio y nos menospreció, haciéndonos sentir inferiores.

Mis antepasados vivieron apesadumbrados diariamente, robaron sus bienes y su libertad. Fueron humillados y violentados, hasta que un grupo de varones se llenó de valor y se alzaron en armas para luchar y defenderse de tal injusticia y así retomar la vida a como la conocían antes de que en ese catastrófico evento fuésemos gobernados por el rey Meridofe Lacrontte, quien fue una persona severa y de carácter belicoso, infundiendo terror a su paso; él no era un soberano digno del cargo que ocupaba.

El grupo de rebeldes estaba liberado por Bartolomeo Mishnock, quien entrenó a todo un ejército de hombres que luchó hasta derrocar el nefasto reino que se había levantado sobre ellos, razón por la cual, esta nación ahora lleva su nombre pues él se convirtió en el primer rey de esta nueva era.

Bartolomeo nos levantó de las cenizas y forjó a capa y espada un reino donde todos tuviésemos una nueva oportunidad de renacer, pero no pudo evitar la constante guerra que se mantendría a través de los años y a la que aún estamos atados. Hasta el día de hoy nos seguimos enfrentando contra el reino Lacrontte y a su ahora temible rey, Magnus.

Actualmente Mishnock es gobernado por el rey Silas y la reina Genevive. Los reyes Denavritz son amados por todos los habitantes debido a su nobleza, coraje y lealtad. Ellos hacen todo por el pueblo y nuestro único deber es cumplir con los impuestos.

Mi familia y yo vivimos en Palkareth, la capital de Mishnock. Justo aquí esta situado el palacio principal tan cerca y tan lejos a la vez.

—¿Acaso ya haz... tú sabes, sobrepasado los límites con él? —inquiero curiosa, centrándome nuevamente en el tema.

—No, pero una historia de amor podría iniciar con ese encuentro. —alega, coqueta —. Sé que mañana estarás ocupada con la presentación de los perfumes, pero en la noche puedes llevar a tu amiga a los brazos fornidos de un hombre que la necesita.

—Ya he escuchado eso antes —le recuerdo, pero ella me ignora y camina hacia mi vestidor.

—No me hagas repetirlo, él es el indicado. Lo presiento. —abre las puertas de mi armario y comienza a buscar algo. —Necesito que me prestes uno de tus vestidos, tus padres pueden permitirse comprar mejores trajes que los míos y en verdad quiero deslumbrar a ese hombre.

—Toma el que necesites. —acepto, pues ya eso se ha convertido en una rutina entre nosotras.

—Por cierto, mira esto —se devuelve a mi y extiende un papel —. Lo conseguí fuera de las oficinas del periódico. Es la lista de los mejores solteros de Palkareth.




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