El perfume del Rey [rey 1]

Capítulo 2.

Mi padre esta arreglando la maleta en su habitación. Hoy es día de presentación de perfumes y yo voy a acompañarlo. Básicamente mi función es entregar y sostener los objetos que él me pida; papá es el encargado de hablar y ayudar a la reina Genevive en su elección.

El viaje hasta el palacio siempre está cargado de nerviosismo, mi padre repite una y otra vez por el camino todo lo que dirá en un tono apresurado.

—No podemos perder estos clientes — dice con ansiedad, mientras caminamos —. Además de ser los mejores son los que le han dado el prestigio a la perfumería.

Al momento de llegar a la casa real, ya yo me sé su discurso, tan bien como él. Pasamos las puertas en silencio flanqueados por los guardias que nos guían hasta la sala principal y esperamos allí para ser anunciados ante la reina.

Papá es el primero en pasar al gran salón para organizar todos los enseres. Mientras yo me quedo absorta viendo el lujo a mi alrededor. Algunas cosas han cambiado desde mi última visita hace unos años, grandes jarrones están distribuidos en las mesas, lámparas de cristal cuelgan del techo alumbrado en todo el lugar y los pisos perfectamente pulidos brillan bajo mis pies. Mientras observo en silencio, siento un pecho fuerte chocar contra mi hombro.

Dos hombres pasan a mi lado sin darme oportunidad de ver sus rostros. Reconozco al sujeto más alto como el causante del choque.

—Espero pueda disculparme, señorita. — Habla sin volverse a mirarme.

Ambos continúan su camino llevando entre ellos una acalorada discusión.

—Señor, solo debe entrar un momento. — Dice el otro hombre, de estatura mediana.

—No me apetece, esto es algo que ella puede hacer sola —alega sin mirarlo —. Además, sabes todo lo que tengo que hacer con mi padre.

—Por favor, su madre la necesita — suplica nuevamente —. Solo debe escoger un perfume y de inmediato puede salir de la sala.

—¡Atelmoff, ya he dicho que no! Por favor, entiéndeme. No pretendo ser grosero.

No había visto nunca a alguien rechazar un pedido de manera tan caballerosa.

—Tengo demasiado asuntos pendientes como para ir a elegir un perfumito. — Replica nuevamente, esfumando mi pensamiento anterior ante su comportamiento.

—Stefan. —Llaman a mi espalda.

Me sobresaltó ligeramente al escuchar el grito y de inmediato me vuelvo para averiguar quién es el responsable.

Mis ojos no pueden creer lo que ven. La reina Genevive está de pie con evidente enojo en su rostro. Al verme su expresión se suaviza hasta parecer abochornada por la situación.

Su traje blanco resplandece sobre su corona de oro y zafiros, su cabello oscuro cae a ambos lados de su cara y su manos vestidas en joyas a juego, la hacen lucir indiscutiblemente poderosa. De inmediato hago una reverencia como muestra de respeto ante su majestad, ella sonríe con amabilidad juntando sus manos.

Entonces caigo en cuenta de una cosa, el joven a quien la reina le gritaba lo ha llamado, Stefan; es decir su hijo, por ende el que chocó contra mi fue el príncipe.

—Disculpa la escena, jovencita. —Dice suavemente.

—No hay nada que disculpar, majestad.

Ella, ya no me está mirando, su atención está dirigida hacia los dos hombres que hablaban hace un momento.

Me giro automáticamente hacia ellos de nuevo, pero ya han seguido su camino, evadiendo el llamado de la reina. El hombre junta sus manos suplicando ante el príncipe pero es inaudible lo que le dice debido a la distancia que han tomado.

••••

Mientras mi padre enseña las distintas esencias, explicando sus componentes, debo confesar que mi mente esta en otro lugar. Se encuentra junto al recuerdo del príncipe negándose a estar presente.

Inspiraba rebeldía y educación al mismo tiempo. Debe ser difícil atender todos los asuntos de una nación, ir a eventos sociales como a los que lo he visto asistir y le han hecho merecedor de las primeras planas del notidiario.
La vida aquí debe ser agotadora y monótona.

—¡Emily!

Siento un fuerte apretón en la mano, junto a un susurro molesto de mi padre, que de inmediato me saca de mis pensamientos.
Lo miro aún perdida de lo que ocurre en mi entorno hasta que él vuelve hablar.

—Hija, podrías buscar mi maletín - Dice amablemente al notar lo desconcertada que estoy- al parecer lo dejé en la sala principal.

Volviendo a la realidad, realizo una reverencia ante la reina quien me regala una sonrisa y sintiéndome torpe salgo del gran salón.

Mientras hago mi recorrido, veo al hombre que anteriormente llamaron como Atelmoff salir de unas de las oficinas del palacio.

Inmediatamente mis pasos actúan más rápido que mi mente y antes de enterarme ya estoy caminando hacia allá. 
La puerta se encuentra a medio cerrar y atribuyéndole mi comportamiento a la curiosidad, observó a escondidas lo que aguarda adentro.

Mi corazón palpita atropelladamente al ver al príncipe con sus brazos apoyados en un escritorio, luciendo una camisa blanca recogida hasta los codos, que se ajusta a sus fornidos músculos, junto a un pantalón negro que se acomoda grandiosamente a sus largas piernas.

Su cabello desordenado acompaña su nariz recta y perfecta, sus labios entre abiertos dejan escapar el aire entre cada respiración y sus pómulos fuertes y definidos, crean una imagen digna de ver. Se nota ansioso, mirando a la ventana frente a él, pasa sus manos por el cabello despeinándolo más, su pecho sube y baja de forma frenética.

—¿Puedo ayudarla en algo, señorita?

Una voz a mi lado me hace sobre saltar, me giro para encontrar un guardia real, vigilándome con cautela.

—No, discúlpeme, me perdí buscando la sala principal. —Miento.

En realidad, solo quería espiar al príncipe unos segundos más, pero mi intento por ser sigilosa ha fracasado monumentalmente.

—Permítame guiarla —Me da una señal con su mano para que lo siga.

••••

La presentación del perfume terminó sin más y a decir verdad no recuerdo lo que pasó, estuve absorta en mis pensamientos todo el tiempo.




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