El Pesar De Las Almas

Capítulo 2: Realidades y Noticias.

El sonido lejano de un claxon y las voces de la calle lo sacaron del sueño. Ed entreabrió los ojos, sintiendo la cabeza pesada, como si hubiera dormido sobre cemento. Un vistazo rápido a la ventana le reveló que el sol ya estaba alto. Casi mediodía.

Se pasó una mano por la cara antes de girarse hacia la mesita de noche. Su teléfono estaba allí, apagado, con la pantalla rota por la caída de anoche. Lo recogió y lo conectó al cargador antes de encenderlo.

El dispositivo tardó unos segundos en reaccionar, pero cuando finalmente iluminó la habitación, las notificaciones comenzaron a aparecer en cascada.

Mensajes de su “amiga” con derecho a roce.

Lucía.

—Joder… —murmuró al ver la cantidad de textos sin leer, mientras caminaba hacia el salón.

Lucía [01:43 AM]: No puedes ignorarme, Ed.
Lucía [02:17 AM]: Te estoy diciendo que esto es serio.
Lucía [03:10 AM]: Estoy embarazada. No me hagas pasar por esto sola.
Lucía [08:52 AM]: ¿Vas a responderme en algún momento o qué?
Lucía [09:15 AM]: No voy a desaparecer solo porque no quieras lidiar con esto.

Ed dejó escapar un suspiro cansado y tiró el móvil sobre la mesa. No podía lidiar con eso ahora. No después de la noche que había tenido.

Fue directo a la cafetera, esperando que la cafeína le aclarara las ideas.

Mientras el café burbujeaba en la máquina vieja, encendió la televisión sin pensar demasiado. Las noticias de la mañana llenaron el pequeño salón.

—Esta madrugada, una mujer aún sin identificar fue encontrada en extrañas circunstancias en la carretera de Willow Creek. La víctima, que presentaba signos de violencia, fue hallada desorientada y en estado de shock por un conductor que logró esquivarla y terminó estrellándose contra el quitamiedos.

Ed se quedó helado.

Estaban hablando de él.

Las imágenes en pantalla mostraban la carretera mojada, el quitamiedos destrozado y, después, el hospital donde la mujer había sido ingresada.

—Fuentes cercanas a la investigación sugieren que la mujer podría haber sido víctima de un ataque antes de aparecer en la carretera. Hasta el momento, no ha dado declaraciones y su identidad sigue siendo un misterio.

Frunció el ceño. ¿Aún no había hablado?

Tomó su café y se dejó caer en el sofá. Tenía que ir a la comisaría cuanto antes.

Ya le habían dejado claro que debía presentar su declaración formal, pero ahora, con la noticia en televisión, el caso estaba creciendo más de lo que imaginaba.

Suspiró y miró su teléfono otra vez.

No podía dejar lo de Lucía para después. Si de verdad estaba embarazada, tenía que saberlo de su propia boca.

Marcó su número y llevó el móvil al oído.

El tono de llamada sonó una, dos, tres veces.

Finalmente, ella contestó.

—¿Ahora sí te acuerdas de que existo? —Su voz era áspera, molesta.

Ed cerró los ojos un segundo.

—Lucía… dime la verdad. ¿Es cierto lo que me dijiste anoche?

Hubo un silencio al otro lado de la línea.

Luego, ella habló con voz firme.

—Sí, Ed. Estoy embarazada. Y no pienso hacerlo sola.

Sintió cómo su mandíbula se tensaba. No estaba preparado para esto. Ni para la noticia, ni para la forma en que Lucía lo decía, como si ya hubiera tomado una decisión sin incluirlo.

Se pasó una mano por la nuca y cerró los ojos, tratando de mantener la calma.

—Lucía… no quiero esto.

El silencio fue breve, pero denso.

—¿"Esto" qué, Ed? ¿Un hijo? ¿Una responsabilidad? —Su tono se tornó más frío.

—Mierda, Lucía, no es tan fácil.

—No, para ti nunca es fácil, ¿verdad? —espetó con rabia—. Nunca nada es fácil cuando se trata de hacerte cargo de algo que va más allá de follar y largarte.

Apretó los dientes.

—No pongas palabras en mi boca. No voy a fingir que esto es lo que quiero.

—Pues ya es tarde para eso.

El peso de su respuesta le cayó encima como una losa.

—Lucía, yo…

—Mi padre quiere hablar contigo.

Ed se quedó en seco.

—¿Qué?

—Lo que oíste. Sabe lo que pasa. Y no está nada contento. Dice que si no te veo en persona, él mismo irá a buscarte. Y no de buenas maneras.

Se llevó una mano a la frente, exhalando con frustración. El viejo de Lucía nunca le había tenido mucha simpatía. Ahora tenía una excusa perfecta para meterse en su vida.

—Lucía, no necesitas meter a tu padre en esto.

—No lo metí yo. Se enteró. Y ahora quiere hablar contigo.

Cerró los ojos. Sabía que no tenía escapatoria.

—Está bien. Nos vemos en un bar esta tarde.

—¿Dónde?

—En O’Malley’s, a las seis.

—Vale. No llegues tarde.

El tono de amenaza en su voz era claro.

Lucía colgó.

Ed se quedó mirando el teléfono en su mano, sintiendo cómo la tensión se acumulaba en sus hombros. Como si ya no tuviera suficientes problemas.

Se levantó del sofá, dejó la taza vacía en la mesa y miró el reloj.

Primero la comisaría.

Si algo tenía claro, era que lo que había vivido anoche era mucho más extraño que un embarazo inesperado.

Ed salió de la comisaría con la sensación de haber hablado demasiado sin haber dicho nada. Los agentes habían sido insistentes, pero no parecía que lo consideraran sospechoso. Al menos, no todavía.

Ajustó la chaqueta sobre sus hombros y caminó hacia el coche que no era suyo. Había tenido que pedírselo prestado a su mejor amigo, el único al que podía pedirle algo sin recibir preguntas incómodas a cambio.

Se llamaba Javier Ramírez, pero todo el mundo lo conocía como "Javi".

Cuando Ed tenía 16 años y estaba en la calle, tras escapar del centro de menores y sin un puto lugar donde ir, Javi lo había encontrado durmiendo en un callejón detrás de su taller de motos. Podría haberlo echado, haberlo ignorado como hacía todo el mundo, pero no. Javi lo acogió, le dio ropa, comida y lo trató como un hermano. Desde entonces, la lealtad entre ellos había sido inquebrantable.



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En el texto hay: paranormal y poderes, #romance, #aventura

Editado: 09.03.2025

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