El Pesar De Las Almas

Capítulo 13: La miseria.

Después de lo sucedido en el bosque, ambos tenían algo claro: el Cazador no se detendría hasta cumplir su cometido. No importaba cuánto corrieran, cuánto se ocultaran, él siempre estaría cerca, esperando el momento oportuno. Esa noche, cuando Lía salió de la ducha, con el cabello aún húmedo y la piel enrojecida por el agua caliente, encontró a Ed sentado en la mesa revisando de nuevo todas las pistas que tenían. A su alrededor, hojas de papel con anotaciones, recortes de noticias y la libreta que había encontrado en la mochila de Gabriel formaban un caos organizado.

Lía se acercó y tomó asiento frente a él, observando con detenimiento cada detalle. Lo habían analizado todo una y otra vez, pero hasta ahora no habían llegado a ninguna solución concreta. Sin embargo, hubo algo que saltó a la vista. Entre tanto nombre de desaparecidos y muertos, solo había una persona que seguía con vida: la profesora Margaret Holloway. No era una coincidencia. Era imposible que fuera una simple casualidad. Si su nombre aparecía en los registros de Gabriel, significaba que de alguna forma estaba conectada con todo esto.

Ed pasó una mano por su rostro, visiblemente agotado. —La única persona viva en esta lista es ella —dijo, señalando su nombre en la hoja—. Si alguien tiene respuestas, es esta mujer.

Lía asintió, entrelazando los dedos sobre la mesa. —Tenemos que encontrarla. Hablar con ella.

—Sí, pero no podemos llegar y decirle: ‘Hola, alguien está matando gente y su nombre está en la lista’. Nos mandaría a la mierda.

—Tienes razón —Lía apoyó la espalda en la silla, pensativa—. Entonces tenemos que hacer esto con cabeza. Descubrir dónde trabaja, dónde vive y si es accesible.

Ed soltó una risa seca. —Básicamente, espiarla.

Lía le lanzó una mirada seria. —Es nuestra única opción.

Se quedaron en silencio por un momento, ambos sumidos en sus propios pensamientos. La idea de ir tras la profesora les daba un nuevo propósito, pero también los ponía en una situación peligrosa. Si el Cazador también la tenía en su radar, significaba que estaban a punto de pisar un terreno aún más hostil.

—Mañana buscamos su dirección —decidió Ed, levantándose de la silla—. Si está a unos cientos de kilómetros, tendremos que planear cómo llegar sin llamar la atención.

Lía lo observó, sintiendo una mezcla de adrenalina y temor. Sabía que no había vuelta atrás. Si iban tras Margaret Holloway, lo harían hasta el final.

☆☆☆

Durante tres días, Ed volvió a ese rincón oscuro de su existencia. Aquel del que había intentado alejarse una y otra vez, pero que, como un ancla sucia y oxidada, siempre lo arrastraba de regreso cuando la necesidad apretaba más fuerte que los principios. El viaje para buscar a Margaret Holloway no se iba a pagar solo, y aunque el destino podía ofrecer muchas cosas, nunca ofrecía soluciones baratas. La única forma de conseguir el dinero rápido era volver a ensuciarse las manos. Volver al subsuelo.

Javi lo esperaba con la sonrisa de siempre, ese gesto medio burlón que no cambiaba sin importar lo jodida que fuera la situación. Juntos se movieron como dos sombras conocidas entre calles que no aparecían en los folletos turísticos, zonas donde la luz era más tenue y las almas más pesadas. Barrios que parecían dormidos de día, pero que por la noche se abrían como heridas sin curar. La ciudad mostraba su rostro real entre callejones y luces de neón moribundas, donde cada rincón tenía una historia que olía a derrota.

La primera parada fue un callejón detrás de una discoteca mal iluminada, donde las transacciones eran rápidas, impersonales, y siempre con el mismo patrón: coches oscuros, rostros ocultos bajo capuchas, manos que se estrechaban con nerviosismo. Billetes doblados. Sobres sellados. Miradas esquivas. Para cualquiera, era simple. Un negocio sucio. Pero para Ed, cada uno de esos breves intercambios era una experiencia sensorial brutal. Como abrir una compuerta que no podía controlar.

Ansiedad.
Miedo.
Culpa.
Deseo.

Las emociones ajenas se filtraban por su piel como veneno tibio. Lo golpeaban con la crudeza de lo no dicho, de lo que los clientes no podían admitir ni siquiera frente al espejo. El tipo que miraba sobre el hombro una y otra vez, convencido de que alguien lo seguía. La chica joven, apenas mayor de edad, con una sonrisa falsa clavada en el rostro y un temblor en las manos que ni ella parecía notar. Otro más, con los ojos vacíos, que ni siquiera buscaba placer, sino apagarse unas horas.

Ed lo sentía todo.
Demasiado.
Siempre demasiado.

Se alejaron de allí apenas pudo soportarlo. En la siguiente esquina, las luces eran aún más tenues. Un cruce donde las trabajadoras del sexo esperaban clientes con tacones gastados y labios pintados con prisa. Sus rostros eran máscaras, pero sus mentes gritaban en silencio. Rutina. Aversión. Cansancio. Algunas tenían hijos en casa. Otras, simplemente ya no esperaban nada. Ed entregó una bolsa de pastillas a una mujer que podría haber sido su madre en otro contexto. Ella le tendió un billete arrugado y sudado, y sonrió con cinismo.

—No me mires así, Williams. Es solo supervivencia.

—Todos lo hacemos de una forma u otra —respondió sin emoción, sin juicio, pero tampoco sin consuelo.

Javi, por su parte, parecía disfrutar el ambiente. Reía con los clientes, soltaba frases irreverentes, se sentía cómodo entre los despojos. Para él, esto era solo otra noche más. Otro trato cerrado. Otra dosis repartida. Pero Ed no podía desconectar como él. Nunca había podido.

La última parada esa noche fue un edificio abandonado en el corazón de un barrio olvidado. Un refugio donde la miseria se apilaba en colchones sucios y el aire era una mezcla insoportable de orina, sudor y sangre vieja. Allí dentro, todo era más crudo. Más descarnado. Ed apenas cruzó el umbral y el lugar lo envolvió como una ola densa, pegajosa. Sentía el aire temblar de dolor y necesidad. Algunos clientes ni siquiera se daban cuenta de que estaban vivos. Otros solo querían olvidar por unas horas lo que sabían que jamás podrían cambiar.



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En el texto hay: paranormal y poderes, #romance, #aventura

Editado: 31.03.2025

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