El Pesar De Las Almas

Capítulo 17: ¿Quién eres?

El parque al que llegaron parecía sacado de otro mundo, uno en el que las cosas aún conservaban una belleza tranquila y natural. Los caminos de tierra estaban bien cuidados, bordeados por árboles de troncos gruesos que proyectaban una sombra fresca y densa sobre los senderos. A los lados, extensiones amplias de césped verde vibraban bajo la luz del sol de media tarde, y el sonido del agua no tardó en hacerse presente. Había un estanque grande, rodeado de un borde de piedra, donde varios patos nadaban con parsimonia, algunos acompañados de crías que se deslizaban detrás de ellos en fila. Se oían las risas suaves de niños a lo lejos, y un leve viento movía las hojas de los árboles como si susurraran secretos antiguos. Era uno de esos lugares que invitaban al sosiego, pero Ed no sentía ni un gramo de paz.

Aparcó el coche en un lateral del parque, cerca de una zona de bancos y rosales, y apagó el motor con una exhalación larga.

—Vas a venir conmigo —le dijo a Lía, mirándola de reojo mientras se colocaba la chaqueta—. Que le den por culo a lo que quiera la profesora del demonio. Si quiere hablar, que lo haga con los dos.

Lía sonrió apenas, sin decir nada, pero agradecida. Sabía que si el encuentro era delicado, Ed no la iba a dejar al margen. Eso le gustaba de él, aunque no lo dijera.

Ambos bajaron del coche y caminaron por uno de los senderos que se abría paso entre los árboles. El aire tenía ese olor a césped recién regado y a flores dulces, mezclado con la humedad del agua del estanque. Pasaron junto a un hombre que leía en una banca, un par de niños que lanzaban migas de pan a los patos, y finalmente la vieron. A unos metros.

La profesora Margaret Holloway estaba sentada sola en un banco de madera envejecido, con un vaso de cartón con infusión entre las manos. Vestía como siempre, de manera sobria y elegante: chaqueta gris oscuro, pantalón de tela, el cabello recogido con precisión. Se la veía tranquila, o al menos eso fingía. Cuando levantó la mirada y vio acercarse a Ed, su rostro no mostró sorpresa. Pero cuando sus ojos se posaron en Lía, algo en su expresión cambió. No fue exactamente rechazo, pero sí una leve alteración en su mirada, una fracción de segundo de duda o incomodidad. Sin embargo, no replicó. No dijo nada.

Se puso de pie con calma, llevando aún el vaso caliente entre las manos, y esperó a que se acercaran.
Ella también sabía que, en ese punto, no había vuelta atrás. Y quizás, por fin, tocaba hablar.

Ed no se anduvo con rodeos. Apenas llegaron al banco y cruzaron una mirada tensa con la profesora, soltó la pregunta como una piedra lanzada sin intención de ser atrapada.

—¿Qué tiene que decirnos sobre el hecho de que su nombre aparezca en una lista escrita por un psicópata que nos está persiguiendo? —le espetó con voz firme, sin alzar el tono, pero cargado de exigencia—. ¿Qué relación le une a él?

La profesora Margaret Holloway mantuvo la mirada en él, sin responder al instante. Su postura recta no se alteró, pero Ed lo sintió. Lo sintió todo. El temblor leve en las manos que rodeaban la infusión. El nudo de ansiedad que se le subía por la garganta como un trago amargo. Las emociones eran densas, envolventes, de esas que lo golpeaban como un maremoto: preocupación, un miedo hondo, protector, visceral... culpa. Una culpa tan profunda que parecía haber hecho raíces en ella desde hacía años.

Y no era culpa por ellos, por él o por Lía en sí, sino algo mucho más grande, mucho más arraigado. Estaba tan afectada por lo que pudiera pasarles que Ed no podía entender por qué. Era una implicación que trascendía lo lógico, que iba más allá del deber, más allá de cualquier interés común. No era simple empatía, era algo más... personal. Doloroso.

Ed dio un paso hacia ella, ya no con la agresividad inicial, sino con cierta suavidad en la voz, casi confundido.

—¿Quién es usted…? —preguntó con tono más bajo, como si algo dentro de él supiera que lo que iba a escuchar lo cambiaría todo—. ¿Por qué está tan afectada por lo que nos pueda pasar? Diga la verdad. ¿Quién es?

La profesora no respondió enseguida. Bajó la mirada hacia su bebida, como si dentro de esa infusión se escondiera la respuesta que no se atrevía a pronunciar. Cerró los ojos un instante, y cuando los abrió de nuevo, el peso de los años, de los recuerdos, de los secretos que nunca deberían haber salido a la luz, se reflejaban en su rostro con crudeza.

Pero aún no habló. No todavía. El silencio fue su única respuesta, por ahora, pero en ese silencio, Ed entendió que estaba a punto de abrir una puerta que había estado cerrada durante demasiado tiempo.

La profesora suspiró con los labios apretados, como si cada palabra que estaba a punto de pronunciar le desgarrara un poco más el pecho. Miró a Lía, luego a Ed, y finalmente al cielo por un breve segundo, como si necesitara tomar aire de otro lugar, uno más puro que la pesada atmósfera que los rodeaba.

—La persona que os persigue —comenzó con voz pausada, grave, sin intentar suavizar lo crudo del mensaje—, no actúa por voluntad propia. Nace de un clan, una organización muy antigua, que ha existido desde hace siglos. Se hacen llamar Cazadores, y su misión es encontrar y eliminar a personas... como tú, Edward. Personas con habilidades especiales que, sin saberlo, alteran el equilibrio entre los vivos y los muertos. Lo que para el mundo es un don, para ellos es una grieta que pone en peligro la estabilidad de planos que la mayoría ni siquiera conoce.

Lía frunció el ceño, enmudecida por la revelación. Ed no decía nada aún, su mandíbula apretada mientras escuchaba.

—Existen conexiones con otros planos astrales —continuó ella, con un leve temblor en la voz, pero sin detenerse—. Puertas que no deben abrirse, energías que no deben ser manipuladas. Y aquellos que como tú sienten, perciben o se conectan de forma distinta con lo invisible, son considerados amenazas. Por eso los cazan. Por eso nunca estarás completamente a salvo. Si no es este Cazador, será otro. Siempre habrá alguien buscando lo que tú eres. Y siempre tendrás que vivir con ese peso. En alerta. Desconfiando.



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En el texto hay: paranormal y poderes, #romance, #aventura

Editado: 31.03.2025

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