El Peso De La Corona

-06-

Ella

¡Toda la visita al rey fue completamente estresante! Solo debía contenerme, quedarme callaba, porque si hubiese llegado a abrir mi boca, lo más seguro es que hubiese terminado con la cabeza lejos de mi cuerpo, para mi suerte estaba el cabeza hueca de Esteban, sí, gracias a él pude contenerme. Habíamos llegado a mi habitación, el camino había estado en un completo silencio.

 

—Le agradezco por su amabilidad— Dije mientras soltaba su brazo.

 

—Ahora puede decirme lo que quería decirle a mi padre, no quiero que se envenene antes de la boda— se sentó a mi lado, no tan cerca, pero realmente no estaba tan lejos.

 

Estaba intentando contener mi risa, parecía que ya había comenzado a entender el desprecio que le tenía a su padre y a los nobles, por lo menos tenía la intención de escucharme.

 

—Usted sabe que es mejor no hacerlo, las paredes tienen oídos… pero… “¿así no será un problema después de ser reina?”—  Repetí lo que él había dicho minutos antes en la presencia del rey.

 

Entendía que él lo había echo para evitar que su padre me odiara, pero… ¿Estaba mal jugarle una pequeña broma?

 

—Yo… solo lo dije para evitar problemas con mi padre ¿o quieres que le diga que eres todo lo contrario? — susurró mientras cruzaba sus brazos, parecía un niño chiquito.

 

Vaya que sí sabe defenderse, crep que esto va a ser bastante entretenido, negué repetidas veces con mi cabeza.

 

—No quiero quedar viudo antes del matrimonio, por favor, intenta ser más calmada, por lo menos en publico— Se acercó a mí.

 

Yo me quedé de pie, estaba esperando para ver qué se suponía que quería hacer, pero, creía que lo mejor era dar unos pasos para atrás, debía mantener la distancia, por lo menos, por esos momentos.

 

—¿Qué cree que está haciendo?— pregunté mirandolo directamente a los ojos.

 

Él desvió la mirada, era mi parecer o el principe se estaba sonrojando, reí para mí misma, era bastante tierno a ratos ¿No se habrá comido un gato? Oh, mis conejitos, espero que mi madre los cuide bien, no quería escuchar que se habían perdido o que algún animal se los hubiera devorado.

 

—Debemos comenzar las preparaciones para la boda, a pesar de que no tenemos mucho de qué encargarnos, tendrás demasiado trabajo intentando disfrutar de los baños en flores y aceites, pero después de eso… quizá las cosas se compliquen un poco— Sacudió su cabello.

 

No, las cosas se complicaron desde el momento en el que ese loco destinado a rey me eligió dedocráticamente para ser la persona que reinaría en su lugar ¿No es sorprendente? Quién diría que estaría a cargo del reino un par de días, una mujer al poder, esto… era interesante de ver.

 

—¿De qué te ríes?— preguntó Esteban viéndome de cerca, con una de sus cejas ligeramente elevada.

 

—Solo… en las cosas que podrían venir, una mujer a cargo del reino un par de días, eso… realmente no me lo esperaba, al parecer, desde ahora debería acostumbrarme a las sorpresas— Esteban asintió levemente.

 

—Para mí también o es, que mi padre haya decidido que fueras tú y no otro de los consejeros, es algo asombroso, pero, confío en uqe harás un trabajo mejor que el que haría uno de ellos— sonrió.

 

Las siervas ingresaron al aposento, al ver al principe en la habitación se dieron la vuelta y comenzaban a volver por su camino.

 

—Esperen, ya debo irme, por favor, haganle una buena compañía a la princesa Emma— se despidió de mí con una sonrisa, la cual correspondí levemente.

 

La chica, creo que se llamaba Lilian, se disculpó y salió en busca de Fabián, quizá tendría algo importante qué decirle, pero lo que realmente me interesaba era poder hablar con Isabel, ella, era la que me ayudaría en esto, además, de que debía encontrar la maner de poder comunicarme con las personas del grupo y darles a conocer cada uno de los panes y la información que podría sernos de ayuda.

 

—Princesa Emma, mi compañera tuvo que salir por algo urgente— hizo una reverencia.

 

—Isabel, usted sabe muy bien que no tengo ni el más minimo interés en ser llamada princesa, simplemente dime Emma, además de eso estamos en el mismo equipo ¿No es así?— pregunté con uan sonrisa de lado.

 

—¿Lo estamos? Oh… ¡sí!, estaba preocupada de que con esa idea decidiera salir del grupo— suspiró aliviada.

 

—No, no lo haría, estoy segura de lo que quiero hacer y me alegra t ener a alguien con quién hablar más detalladamente, espero que pueda contar con tu ayuda— nos sentamos.




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