El Peso De La Corona

-07-

El

La ceremonía había comenzado, todo iba según las tradiciones, esperaba que Emma no fuese a hacer nada extraño, en serio, era Emma… lo extraño era que no hubiese hecho nada hasta ahora.

 

—Hoy estamos aquí para presenciar la unión del principe Esteban y la hija de uno de los generales más importantes del reino, me alegra mucho ser quién oficie esta boda, he estado esperando esto desde que el principe nació, así que comencemos—

 

Era una tradición en el palacio, que el hombre escribiera los votos matrimoniales, también para la esposa, nadie fuera de los nobles conocía ese secreto, era una manera de asegurar el dominio del hombre sobre la mujer, al comienzo pensé en dejar que Emma lo escribiera, pero, terminé escribiendo ambos votos igual, tomé aire para comenzar a decir los votos, de alguna manera, estaba muy nervioso.

 

— Desde este momento, yo, Esteban, hijo de Felisindo el monarca de Lostland, como mi mejor amiga para toda la vida, Prometo honrarte, animarte, y apoyarte durante nuestro caminar juntos. Cuando el camino se haga difícil, prometo permanecer junto a ti y alentarte para que, a través de nuestra unión, podamos lograr más de lo que podríamos lograr solos. Prometo trabajar nuestro amor y siempre hacer de ti una prioridad en mi vida. Te amaré con toda mi alma. Este es mi voto solemne— Ella sonrió levemente, pero es una sonrisa nueva ¿Tramará algo?

 

—Desde este momento, yo, Emma, hija de Emmanuel, general del ejercito de Lostland, como mi compañero para toda la vida, Prometo honrarte, aconsejarte y apoyarte durante nuestro caminar juntos. Cuando el camino se haga difícil, prometo permanecer junto a ti y hacer todo lo que esté en mis manos, para que, a través de nuestra unión, podamos mantener al reino de Lostland como un reino próspero y justo. Prometo trabajar constantemente en nuestro amor y hacer de nuestro hogar una prioridad en mi vida. Defenderé nuestro matrimonio con todas mis fuerzas. Este es mi voto solemne— Sus ojos brillaban mientras decía sus votos.

 

¡Esperen! Esos no eran los votos que ella debía decir, ¡ash! Emma… sabía que traía algo entre manos, su sonrisa me lo dijo, debo admitirlo, sus palabras le agradaron a los presentes. Las miradas de todos estaban sobre nosotros dos, todos querían conocer a la persona que yo había elegido, para que estuviera a mi lado… el resto de mi vida… el… resto… de… de mi vida, esto cada vez me producía más escalofríos. Sentí como Emma me daba un golpecito disimuladamente.

 

—Hora del anillo— susurró a lo que me apresuré a tomarlo.

 

Ella

La ceremonia había terminado, ¡amé la cara de Esteban cunado dije mis votos! No podía decir mucho, porque había una imagen que mantener, estaba en la habitación que compartiríamos desde ahora, él estaba haciendo no sé qué cosa, ahora, oficialmente estaré ligada a ese cabeza hueca, no sabía qué era peor, pero de todo eso, podía sacar dos cosas buenas, la primera, que podré hacer más por Lostland y segundo, que no tenía que actuar de una manera diferente con él, ya conocía mi manera de actuar, así que será más sencillo, o eso espero.

 

—¡Felicidades a la novia!— exclamó Esteban entrando.

 

Esta habitación era una de las más privadas, al igual que la del rey, no podían entrar, ni siquiera las chicas o Fabián, a menos de que sean llamados, me agradaba que… no hubiese tanta gente recorriendo el lugar.

 

—¡Felicidades al novio! Por tener la suerte de tener el derecho de estar conmigo… el… resto… de sus días— dije suavemente mientras me acercaba a él.

 

—¿El… resto de mi vida?— Tartamudeó mientras tragaba grueso.

 

—Así es su majestad— sonreí de lado, esto será divertido, muy divertido.

 

—Es extraño que me “hables con respeto” siento que te estás burlando de mí— inclinó su cabeza a un lado.

 

—Lo hago— le mostré la lengua.

 

Esteban lanzó un profundo suspiro, desde hoy comenzará mi plan para molestar y conquistar a Esteban, necesito ganarme su confianza, así estaremos en igualdad de condiciones, no quiero aprovecharme de él, quiero asegurarme de que él no sea peligroso para nuestros planes.

 

—¡Si serás! Desde ahora llámame… amm— se sentó pensativo.

 

—¿Cariño? ¿Amor? ¿mi vida? ¿corazón?— pregunté conteniendo la risa.

 

—Sólo dime Esteban— se dio la vuela, parecía como si se hubiese sonrojado.

 

Creo que ya lo molesté suficiente por este momento.

 

—¿Cómo van los planes de guerra?— aclaré mi garganta.

 

Esteban se giró con una sonrisa en el rostro.




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