El Peso De La Corona

-19-

—¡Max! ¿Hay algo que quieras?— preguntó Esteban con una leve sonrisa.

 

Vaya, está tan desesperado que busca sobornar a un niño de nueve años, eso no es algo que debería esperarse de un futuro rey.

 

—No, estoy muy feliz con lo que tengo ahora y lo que deseo no es algo que usted pueda conceder— sonrió de manera melancólica.

 

Esa respuesta hace que me sienta cada vez más impotente ¿Qué sería algo que él puede desear que no haya posibilidad de que el hijo del rey lo conceda, sino traer a su mamá de vuelta?

 

—¡Emma! ¿Estás bien?— Preguntó Esteban corriendo a mi dirección.

 

Asentí en silencio, en ese momento me di cuenta que estaba llorando, no importa cuanto me esfuerce, es imposible que yo pueda reemplazar a una madre, eso es más que cierto, pero, ¿No puedo hacer nada para que su corazón esté más tranquilo?

 

—Sí, lo estoy, no se preocupen— sonreí débilmente.

 

A lo lejos vimos al os tres mosqueteros acercarse, estaban llamando a Maxi, él nos pidió autorización y corrió a ellos, son muy lindos y han recibido bastante bien a Maxi, algo tienen entre manos pero no estoy  segura qué es, el tiempo lo dirá.

 

—Vamos— dijo Esteban mientras me tomaba de la mano.

 

—¿A dónde me llevas?— pregunté con un tranquilo tono de voz. 

 

—A dónde iba con mi madre, creo que tenemos una conversación pendiente— me sonrió.

 

El decidió que llevaramos un solo caballo, en cuestión de minutos, estábamos en ese bello lugar, la primera vez que vinimos aquí, vinimos con Maxi, se veía muy feliz y estaba tan conmovido, nuevamente mis lágrimas me delataron.

 

—Emma… ¿Qué pasa?— preguntó y negué con la cabeza —siento goteras caer en mi chaqueta y no está lloviendo y no creo que estés babeando ¿Qué sucede?

 

—Me siento mal por Maxi— respondí en un susurro mientras llegábamos al lugar.

 

Estábamos ya sentados en el columpio, la briza estaba soplando un poco fuerte, pero no era en lo absoluto molesto, era más bien reconfortante.

 

—¿Ahora sí me dirás lo que te preocupa?— tomó mi mentón con delicadeza mientras giraba mi rostro a su dirección.

 

—Maxi extraña demasiado a su madre, sé que no es nada del otro mundo, pero siento que su dolor es más profundo de lo que podríamos imaginar, es como si tuviera un peso mayor dentro de él y no puedo hacer nada para ayudarle, no pude salvar a su madre y tengo miedo de no poder salvarlo a él— solté el llanto.

 

—¿Salvarlo a él? ¿A qué te refieres?— preguntó entretanto me estrechaba en un fuerte abrazo.

 

—De su pasado, el pasado persigue más de lo que creemos— limpié mis lágrimas con la manga de Esteban.

 

—¿Su pasado? ¿Por qué dices eso?— se acercó un poco más a mí.

 

—Porque pude ver con mis propios ojos lo que el pasado de una persona puede hacerle— un leve puchero se formó en sus labios —¿Quieres que te cuente?— él asintió.

 

—Quiero saber la historia de tu vida— sonrió.

 

—Pero, no quiero que te vayas a poner celoso ¿Entendido?— lo miré directo a lo ojos.

 

—¿Celoso? ¿Po-por qué est-estaría ce-celoso?— se cruzó de brazos.

 

—Porque lo eres y mucho, además, se trata de mi primer amor— apoyé mis brazos en mis rodillas.

 

—Oh… vaya— rodó los ojos.

 

—Todo comenzó así...  Tenía unos catorce años y un muy guapo amigo de la infancia, sus ojos eran de color oscuro y su cabello como la miel, era un poco más alto que yo, pero no mucho, solíamos jugar con las espadas mientras esperabamos a nuestros padres en la batalla, cada día era así, nos sentíamos tan bien al lado del otro y todos en nuestras casas decían que terminaríamos casandonos, aunque por fuera mostraba repugnancia a la idea, por dentro me emocianaba imaginando ese ansiado día, pero el futuro es incierto, nuentros planes cambiaron cuando unos bandidos entraron a la casa de él, félix, hasta su nombre era bonito, ellos acabaron con todo lo que se les atravezaba, incluyendo a sus padre y mis futuros potenciales suegros— Lancé un suspiro— Félix, se quedó en mi casa po unos meses, intentamos acer todo lo posible por solucionarlo, pero al cabo de unas semanas lo encontramos sin vida— mis ojos se llenaron de lágrimas otra vez —Sé que Maxi no es como Félix, pero no sabemos qué carga tenga en su corazón, eso es lo que más me preocupa, Maxi sonríe y se muestra bastante feliz para no preocuparnos, pero lo he escuchado llorar en la noche ¿Qué se supone debería hacer? siento que no seré capaz de lograrlo.




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