el peso de la ley

capitulo 1: la llamada del pasado

La noche era fría, un frío que calaba los huesos, y la lluvia, intensa, golpeaba con furia contra el cristal. La humedad, con un olor a tierra mojada y metal oxidado, invadía toda la ciudad, pegándose a la piel como una segunda capa. Pero una ventana brillaba en la oscuridad, un faro solitario en medio de la tormenta, proveniente de un edificio. Para ser más precisos, del octavo piso. Ahí se encontraba Lara Sánchez, una de las mejores detectives privadas de la ciudad, recostada en su silla de cuero desgastado, con el aroma a tabaco y café impregnado en el aire, pensando en la jugosa hamburguesa con queso y bacon que se comería al salir del trabajo. Hasta que el teléfono sonó, interrumpiendo sus planes y el suave murmullo de la lluvia. Lara contestó: "Hola", preguntó con un tono cansado, su voz ronca por el humo y las noches sin dormir. Su amigo Paul, quien era su compañero y el único que la entendía, le comentó: "Lara, ha vuelto". Un silencio tenso se apoderó de la habitación, roto solo por el golpeteo constante de la lluvia. Lara se sentó de forma recta, el cuero de la silla crujiendo bajo su peso, y preguntó: "¿Quién volvió, Paul?". La respuesta llegó como un puñetazo al estómago: "Tú sabes", respondió Paul, con la voz grave, "el Asesino de Viernes Trece. Ha sumado otra víctima". Un intenso terror, un miedo helado y familiar, invadió toda la habitación. Lara se endureció, su piel se erizó, como si el frío de la noche se hubiera colado por las paredes, y le dio un escalofrío que recorrió todo su cuerpo, desde la nuca hasta los dedos de los pies. El sabor amargo del miedo le inundó la boca. Lara respondió, con la voz firme a pesar del temblor: "Ahí mismo voy para allá".




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