El piar de un gorrión

Carta a Mario Moreno Cantinflas

 

Mario Moreno Cantinflas


 

         Amigo Cantinflas:


 

         Recibe un saludo de... Porque... Así es como... La gente... O sea...

         Así quiero saludarte. Entrecortado, como es tu manera de hablar.

         Representas  al cine cómico mexicano. Cada película tuya contiene mucha enseñanza. Siempre interpretas al pobre, con tus pantalones casi caídos y tu franelita típica. En todas tus películas tu personaje se ve siempre en dificultades, pero siempre sale triunfante por la moraleja que dejas con tu estilo.

         La característica de tus actuaciones es tu humor y tu hablar entrecortado, que dice mucho pero que no dice nada. Pasas de un tema a otro enredando las cosas. Casi nunca das una respuesta concreta. Y ese detalle te hace muy simpático. A muchos nos gusta tu manera. Por lo menos a mí, me fascina. Sobre todo, porque rompes con el común de los protagonistas del cine, que suelen ser representaciones de héroes o de galanes que se arriesgan en aventuras o hazañas casi sobrehumanas. Algunos de ellos son impermeables a todo tipo de peligro. En cambio, tú eres el pobrecito de la partida, el de abajo. El que, por lo general, no tiene empleo o que “pasa las de Caín” para comer. O el que se ve en problemas por equivocaciones de los demás.

         Sale siempre a relucir tu llaneza y tu simplicidad. Siempre te haces amigo de las empleadas de los jefes, con más preferencia si son cocineras. Y así te acomodas. Por lo menos puedes comer un poquito mejor. Aunque con apuros para que no te descubran.

         Has interpretados muchos papeles. Desde un barrendero, pasando por un policía, hasta llegar a un sacerdote. Todas las películas llevan tu toque de humor característico y en todas comienzas de abajo. Allí están, quizás, tus enseñanzas: con un poco de honor y de buena voluntad, con mucha perseverancia se logra puestos, respeto y consideraciones.

         Tus películas son refrescantes. Sobre todo, dejan una nota de buen humor ante las adversidades de la vida. Pues todos tus temas son sobre un desventajado social y económicamente. Es curioso, casi nunca sales casado. Tal vez porque tu idea es representar a un cualquiera que ni siquiera tiene una posición social estable, que ni esposa ni tienes.

         Cada vez que tengo oportunidad de ver una película tuya, no lo pienso dos veces. La veo. Algunas las he visto muchas veces. Y las sigo viendo cada vez que puedo. Y cada vez descubro detalles interesantes que antes no había visto. Ahí está el detalle, por ejemplo. A mí me parece muy aleccionadora. Allí ridiculizas a los defensores de la ley y de la justicia humanas. La idea central de esta película es la muerte de un Boby. Boby se llamaba el primer novio que había tenido la esposa del jefe de tu novia. Que viéndolo bien, no era tu novia, sino la que te alimentaba de gratis. Y Boby también se llamaba el perrito de la dueña de la casa, o sea, de la patrona de tu “novia”. Y a ti te pusieron a escoger o si matar a Boby-perro o no comer. Tu novia te puso a escoger. Tenías que mostrarle el amor haciendo lo que ella le pedía. ¡Vaya manera de demostrar un amor! Sufriste en tomar una decisión. Pero más pudo tus ganas de comer, que ejecutaste al perro. Bien dice el refrán que “estomago lleno, corazón contento”.

         Resultaba, por entonces, que el esposo de la patrona de tu “novia” sospechaba que la patrona tenía un amante. Y un buen día el esposo decide darle una sorpresa. Finge una salida de negocios. Por cierto, que estaban al borde de la quiebra.

         Pero como tú siempre pagas los platos rotos de los demás, te confunden. Esa misma noche tu habías matado a Boby-perro. De lo contrario, no hubieras cenado ese día. Y esa misma noche Boby-hombre había planificado meterse a la casa de la patrona para chantajearla con unas cartas que ella le había mandado cuando eran novios y que no tenían fecha de envío. Boby-hombre quería aprovecharse de ella utilizando las cartas con amenazas de hacérsela llegar a su esposo con fecha reciente. La esposa no tenía alternativa. Todo fue como programado. Por un lado, tu mataste al perro; es decir, a Boby, y pudiste cenar otra vez. Por otro lado, el esposo ya había ido a hablar con la policía para que viniera a presenciar la traición de su esposa. La policía alegaba que era importante presenciar los hechos. ¡Vaya procedimiento!. Y por otra Boby, es decir, el hombre, ya se había metido en la casa a lograr lo que quería. ¡Y estaba a punto si no sucede lo que viene!

         Llega el esposo con su comitiva; es decir, la policía. Dentro de la casa estaban tú y tu novia, en la cocina. Tú comías. La patrona y Boby en la alcoba, forcejando verbalmente: que no, que sí. Que las cartas... ¡Canalla! ¡Que llega el patrón! ¡Sorpresa! Y a esconderse todo el mundo, es decir, tú y Boby. Claro, que ninguno de los dos sabía de la presencia del otro. Ellas no se esconden porque ellas estaban en su casa. Boby se esfuma. Nadie sabe dónde se mete. En cambio, a ti te esconden en un closet. Y allí te das un gusto que no te era permitido por tu economía. En el closet hay vino y abanos, es decir, cigarros. Ni corto ni perezoso te fumas un habano y destapas una botella. Mientras tanto la policía estaba en la sala esperando la señal del patrón que se había ido a la alcoba para dar la sorpresa. En la alcoba estaba sólo la esposa. Nerviosa, como era de suponer y con ello aumentaban más las sospechas del esposo. ¡Ajá! ¿Dónde está? ¿Quién? ¡Tu amante! ¡No me mientas! ¡Lo sé todo! Ella defendiéndose y él acusando, pero sin pruebas. Sólo sospechas. Sin embargo, ella se sabía descubierta.



#7713 en Fantasía

En el texto hay: humor, epistolar, espontaneidad

Editado: 02.11.2022

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