Carta a Ana Gabriel
Hola, Ana Gabriel:
Me fascina tu música. Me fascina tu arte.
Hola.
Siempre había buscado tener una recopilación de tus canciones. Me llamaban la atención algunas letras, sobre todo esa voz semi-ronca que tu tienes y que le da un no sé qué de bonitura a tus interpretaciones.
Una vez tuve la oportunidad y adquirí algunos CDs de tus shows y me dí vida viéndote. Eres maravillosa. Posees mucha fuerza interpretativa y escenificas cada canción con una energía impresionante. Uno termina metido de lleno en cada interpretación tuya y no se puede evitar vibrar y de sufrir con cada personaje de tus canciones según las respectivas letras y escenarios. Porque de eso se trata. De vivir cada situación que vas describiendo y viviendo en tus canciones. Eres una artista estupenda y única, como ha de serlo cada artista en su rama, de las muchas que tiene el arte. En tu caso es la música y el escenario. Porque hay quien canta solamente y no interpreta. En cambio tú cantas e interpretas. Mejor dicho, sufres cada situación que estás escenificando. O sea, que se te puede clasificar de cantante, primeramente, y de actriz-cantante, o cantante-actriz. Pero todo en una misma realidad a través y en la música. No sé si eso es una clasificación, pero en mi ignorancia te clasifico de esa manera. Y que me perdonen los entendidos. No todos los cantantes viven sus canciones en el momento de cantarlas. Tú, al contrario, las vivencias interpretando los personajes que contienen tus canciones. Es fascinante oírte, y. más verte en los shows… Uno se imagina y vive lo que interpretas porque tú haces carne propia lo que vas diciendo… Termina uno embelezado por la belleza interpretativa que tienes.
En ese sentido recuerdo tres canciones que a mí me encantan de tu repertorio. En una, hablas de una mujer que le está pidiendo a la luna que bendiga y que cuide a su amor, y que así como la luna puede verlo, y la mujer no puede porque están lejos, le pide que le diga que lo ama. Esa canción es realmente un encanto, una maravilla. Es de imaginarse con qué ternura la enamorada le está pidiendo al misterio de la noche y de la soledad, que está representada en la luna, que cuide a su amor y lo proteja… “Luna, tú que lo ves…” Muy sujestiva. Es decir, lo transporta a uno a una dulzura encantadora y envolvente de amor en el amor. Es fascinante.
En otra de las tres canciones de ese repertorio, son dos mujeres que están habando. Una le está pidiendo ayuda y consejo a la otra porque siente que su hombre se le está yendo en su amor. Ya no se siente buscada por él. Más bien la evita en las noches y eso la está haciendo sufrir. ¿Será que habrá otra?, le pregunta a la amiga. La amiga le aconseja que lo busque, que luche, que no se rinda, que lo conquiste otra vez. Entonces la afectada le comunica sus miedos y sus temores de mujer. Le dice entre otras cosas, que ¿si, si pierde el tiempo de todas maneras, y no lo logra? La otra le contesta, que le habrá quedado lo que haya vivido en esos momentos. Pareciera que le estuviera diciendo: “no seas tonta… lucha… vive el presente… déjate de tonterías y que aproveche el momento presente… que se deje de fantasmas… que todo depende de ella”. Es desgarrante la situación de las dos amigas. Una pidiendo ayuda y la otra animándola y encorajándola a que enfrente la realidad, enfrentándose con sus temores y sus miedos. El futuro es incierto, ciertamente. Pero lo que queda es el hoy. Ya mañana será mañana, y ya mañana se verá. Esta canción es sublimemente bella. Bellísima. Desgarradora.
Ver cómo interpretas esa canción es quedarse pasmado ante tanto dolor y sufrimiento. Como habrá de serlo en una situación parecida para una mujer en circunstancia semejante. Tú, casi lloras. Te arrodillas. Prácticamente te tiras al piso. Te postras. Te humillas. ¡Guao! Aquello es electrizante. Es imposible quedarse imparcial y sin sentir nada ante esa canción. Eres fenomenal. Es cuando digo que eres una actriz-cantante o una cantante-actriz. Te metes en la interpretación de tal manera que uno se queda respirando agitado y sufriendo. Provoca meterse uno en la pantalla del televisor a levantarte y a darte valor y a decirte que yo te ayudo… ¡Guao!... ¡Guao!...
La tercera canción es una que trata de una mujer que está insatisfecha de los resultados de su relación de pareja. Por lo visto tiene sus frustraciones como mujer, y no ha sido ni comprendida ni correspondida. Y, entonces, dices que “estás como agua para chocolate”. Estas hirviendo de pasión y de coraje al mismo tiempo. Y esa mujer, a la que tu interpretas, que puede ser que seas tú misma, o no necesariamente…. esa es la maravilla de la creación artística… entra en una ambigüedad en sus decisiones, ya que quiere que su pareja regrese, pero le advierte que sí regresa que se atenga a las consecuencias de que tal vez lo rechace… Una indecisión en su deseo. Como si se dijera que se tratara de una lucha interna. Por un lado, anhela y sufre porque no ha regresado. O sea, que su corazón le está diciendo que lo necesita, que vuelva. Pero, por otro lado, tal vez el deber ser; que lo correcto es que si se fue, que asuma las consecuencias de haberse ido, y que ella, en su orgullo no está dispuesta a perdonarlo. Tal vez, se trate de una lucha consigo misma. ¿Qué hacer? ¿Se escucha al corazón o se escucha la lógica de las razones, porque las cosas son como son? O dicho de otra manera, hay que dejarse de romanticismo y ser realista…
Solamente quise hablarte de tres de tus canciones. Pero son muchas. En otra, por ejemplo, hablas de que la mujer le está reclamando a su pareja de que por qué se fue sin consultarla y decirle nada. Que por qué no habían conversado cuando se trataba de una decisión de dos, y no de uno solo… Pero, no daríamos término a esta carta, que tiene como finalidad entablar una conversación contigo. Así que, por los momentos, creo que es suficiente, aunque no lo es. Pero dejemos hasta aquí. Quiero agradecerte por ser maravillosa. Sigue así. Estoy hablando como artista. En lo demás no me meto.