ONTARIO (CANADÁ) 26 DE MAYO DEL 2018
La historia de Brüssel Holbein no comienza como la mejor historia de amor. No con la persona que ha amado profundamente y que seguía amando con todas las fuerzas de su corazón.
Esta historia comienza a puertas de su matrimonio con Bentley Thompson. Un joven empresario canadiense. Exitoso y heredero de las Industrias Textiles Thompson. Las más renombradas e importantes del país y del continente. Bentley en su eterno afán por conquistar el corazón de Brüssel, al hacerse heredero de las Industrias de su fallecido padre, Jacob Thompson, no tardó mucho en formar alianzas con Gregor Holbein. El padre de Brüssel. Un hombre de apariencia dura y de carácter visiblemente ambicioso e implacable. El hombre era dueño de una cadena de Agencias turísticas, muy vinculadas al mundo del arte debido a una gran galería que poseía en la ciudad de Viena.
La cadena de Agencias turísticas Heidelberg durante décadas apostó sus intereses hacia los museos pictóricos, las grandes galerías y mecas históricas, referentes al mundo del arte. Una inclinación que se acrecentó y cobró fuerzas cuando Brüssel se hizo cargo de una de sus agencias con sede en Venecia, hasta el día de independizarse definitivamente inaugurando su propia galería de pinturas de arte.
Las Industrias Textiles poco o nada tenían que ver con las Agencias Turísticas, sin embargo, Bentley Thompson se encargaría a como diera lugar, vincularlas por medio de sus influencias sobre Gregor Holbein, y movido únicamente por sus sentimientos persistentes hacia Brüssel con tal de lograr con su cometido.
Una resonante y majestuosa boda debía llevarse a cabo en la Basílica Catedral de Cristo Rey en Hamilton/Ontario, y el país entero murmuraba sobre dicho acontecimiento largamente anhelado por el heredero Thompson. La prensa expectante y los invitados de élite aguardaban con ansias el ingreso de la novia y el sí definitivo de ambos frente al altar.
Todo estaba listo y era apenas cuestión de escasos minutos para que se diera el inicio de la celebración nupcial, no obstante nadie lo sospecharía en aquel preciso instante. Ni siquiera la propia Brüssel, que una simple llamada a su teléfono móvil alteraría por completo los planes de una vida ya resignada junto a Bentley Thompson.
En algún remoto lugar de su corazón ella había enterrado una diminuta semilla de esperanza. Una semilla que tardaría casi 5 años en brotar y causar estragos en todos sus sentimientos.
Brüssel siempre llevaba consigo su teléfono móvil, pero en aquellos instantes por tratarse del día de su boda, se lo había encargado a su fiel y servicial Clementina. La nana de su pequeña hija Lyra quien debido a la persistencia de la llamada, no le quedó de otra que contestar.
Al cabo de unos instantes, Clementina detuvo a Brüssel a escasos pasos de la entrada a la Basílica.
— ¿Clementina, como se te ocurre atender llamados en estos momentos? —le reprendió Magda, la hermanastra de Brüssel—
— Disculpe señora Magda. Es una llamada importante para la señora Brüssel.
— ¿Qué podría ser tan importante para Brüssel en estos momentos más que su boda?
Había solo una cosa que podría importarle por encima de aquella boda y por encima de cualquier otra razón.
Las profundas esperanzas de Brüssel se hicieron sentir y sus ojos se humedecieron de la emoción que le había invadido al oír las palabras de Clementina. "Es una llamada importante"
La novia no dudó en tomar el teléfono móvil y contestar.
— ¿Qué se supone que haces, Brüssel? Debemos ingresar ya —le cuestionó su hermanastra Magda—
Brüssel le hizo un gesto de silencio.
— ¿Detective Seeley? —contestó finalmente—
— Usted me disculpará por llamar e irrumpirla abruptamente el día de su boda, pero tengo algo realmente importante que decirle, señora Holbein.
— Detective, hable por favor que lo estoy escuchando —pidió oprimiendo su mano al corazón como un acto involuntario de premonición—
— Apareció un cuadro, señora Holbein. En una galería en Amiens. Una ciudad al norte de Francia.
— ¿Un cuadro? ¿Y eso qué significa?
— ¡Brüssel! —irrumpía la persistente Magda—
— De hecho según mis recientes investigaciones, el cuadro se encontraba en un pequeño mercado de antigüedades de un pueblo de Amiens, pero un coleccionista de artes lo adquirió y lo colocó en su galería, y fue de ese modo que lo pude hallar.
— Vaya al grano, por favor, detective. ¿Qué tiene ese cuadro? ¿De qué se trata?
— Increíblemente ese cuadro es la réplica exacta de uno de los cuadros inconclusos de su esposo desaparecido, que usted me enseñó alguna vez.
— ¿Qué dice?
— No llamaría para decirle esto si no estuviera completamente seguro. La pintura que hallé en aquella galería es idéntica a “La Forma De Mi Deseo" la pintura que su esposo no pudo culminar y que usted tiene guardada en un ático de su casa en Viena.
— ¿Cómo es posible eso? Sigo sin entender que significa.
— No quisiera pecar de irresponsable y alimentarla de falsas esperanzas, pero al menos que su esposo, el Sr. D'Angelo haya culminado “La Forma De Mi Deseo” y dicha pintura se encontrara en alguna galería de exhibición, yo le diría que se trata de una simple copia de algún otro pintor. Sin embargo, ese cuadro nunca vio la luz y usted lo sabe más que nadie.