El Pintor De Bruselas

EL PINTOR

Brüssel se había hospedado en el hotel más próximo al mercado de antigüedades para estar al pendiente de la llegada de aquel mercader. La espera se le había vuelto insostenible y más aún cuando el hombre no se apareció el día estipulado por el comerciante de nombre Jules Bourdeu.

El mercader llegó al pueblo dos días después y como era costumbre, apareció con incontables mercaderías para proveer a los comerciantes de la zona.

Al mercader lo conocían como Monsieur Fourmi, y el comerciante Jules Bourdeu era uno de sus compradores habituales. Fue él mismo quien había comprado de Monsieur Fourmi la réplica de “La Forma De Mi Deseo” y se la vendió a Olivier Courtois, el dueño de la galería.

Para cuando Monsieur Fourmi estacionó su camión frente al comercio de Jules Bourdeu, el detective Jeffrey Seeley y Brüssel ya se encontraban merodeando por los alrededores para hablar con él.

Aguardaron unos cuantos minutos a que culminaran sus negocios con el comerciante Bourdeu, y cuando ya se encontraba presto para marcharse de nuevo, el detective Jeffrey Seeley finalmente lo detuvo.

— ¿Monsieur Fourmi?

— Diga…

— Si lo permite, nos gustaría hablar un momento con usted. Me presento. Soy el detective Jeffrey Seeley y ella es la señora Brüssel Holbein.

— ¿Qué necesitan de mí? ¿Están interesados en alguna de mis mercaderías?

— Algo parecido —le dijo el detective— Nos gustaría hablar con usted con respecto a una pintura con la imagen de una mujer semidesnuda que usted le había vendido al comerciante Jules Bourdeu. ¿Lo recuerda?

— Oh sí. Claro. Nadie podría olvidar un cuadro como ese. La mujer no estaba semidesnuda como usted dice —acotó— Estaba desnuda en su totalidad. Se veía como una auténtica obra de arte, y por esa razón se la vendí a Jules Bourdeu por muy buen precio.

— Nos gustaría saber, Monsieur Fourmi, de donde trajo usted esa pintura. ¿Dónde la adquirió? —preguntó Brüssel con impaciencia—

— ¿Por qué la pregunta? ¿No pensarán ustedes que yo me robe una cosa como esa?

— En absoluto. Solo nos gustaría saber cómo la adquirió o si sabe usted de casualidad quien la pintó.

— Pues no tengo idea. Soy un mercader que vende y comprar cosas antiguas y de valor todo el tiempo sin ponerme a averiguar sobre sus orígenes —dijo dando media vuelta con intenciones de marcharse—

— Espere por favor. Si le preguntamos esto es porque yo soy propietaria de una galería de artes y me gustaría mucho en verdad saber más acerca de aquel pintor en caso de que usted lo conozca o posea algún dato para dar con su paradero.

— Yo desconozco quien pintó ese cuadro, pero sí conozco a la mujer que me lo vendió y dice tener un marido pintor.

— ¿Usted sabe cómo se llama aquella mujer y dónde vive? —prosiguió el detective—

— Me dijo qué se llamaba Suzette, y ya que me hicieron mencionarla, me prometió otras pinturas similares a esa, y me dio su número de teléfono.

— ¿De dónde es esa mujer, Suzette?

— No lo que sé, pero nos habíamos encontrado en Leaken para la entrega del cuadro. Es un barrio de Bruselas, en Bélgica. Desconozco cuál es su domicilio.

Brüssel, intrigada y curiosa también preguntó

— ¿Exactamente hacia dónde se encontraron la última vez?

— Por los alrededores del parque temático. Allí se acercó a mí un día y me comentó sobre la pintura que deseaba venderme.

— ¡Ya veo! —exclamó Brüssel— Señor Fourmi, me gustaría hacerle una propuesta antes de que se marche.

El hombre con cara de absoluta desconfianza observó a Brüssel.

— Depende de lo que sea, señora.

— Me gustaría que nos lleve al detective y a mí hasta aquel lugar. Ya que cuenta con el número telefónico de esa mujer, usted podría llamarla y quedar en encontrarse con ella. Si usted me hace ese favor yo sabré recompensarlo muy bien.

— Mmm… ¿Y de cuánto dinero estamos hablando?

— €2,000.

El mercader volvió a pensar.

— Que sean €3, 000 y los llevaré exactamente delante de aquella mujer.

— Trato hecho. Le daremos €3.000 si las cosas se concretan del modo en que lo deseamos —repuso el detective Jeffrey Seeley— Tendrá la mitad si contacta con aquella mujer y concreta una cita con ella diciéndole que un agente de galerías compró el cuadro que ella le había vendido a usted, y que dicho agente está interesado en más cuadros relacionados con ese pintor.

— Así es… Ya luego cuando nos encontremos allá y si la mujer aparece para concretar el negocio del otro cuadro, usted recibirá la segunda mitad, Monsieur Fourmi.

— ¿Está de acuerdo?

— Por €3,000 desde luego que sí ¿Cuándo desean que empecemos?

— Lo antes posible —dijo Brüssel—

— Puede llamar ahora mismo a la mujer para preguntarle si ya cuenta con el otro cuadro que le había prometido, y dependiendo de lo que le diga, partiremos de inmediato a Bruselas.




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