El Pintor De Bruselas

EL PRIMER PASO

A raíz de aquel incidente del cerrojo de la puerta y otras cuestiones relacionadas Ismael se había vuelto bastante posesivo conmigo, más absorbente y pegadizo. Decía que yo no volvería a dejarlo encerrado en el apartamento y que a donde yo fuera él me acompañaría aunque me negara y como si no fuera suficiente, repentinamente también le había nacido la obsesión de que nos casáramos lo más pronto posible y más allá aún, que tuviéramos un bebé. Uno que fuera de los dos y nos uniera para siempre. 
— ¿Crees que sea suficiente, Brüssel? Si crees que no, podemos seguir. 
¿Seguir? Ya no podía seguir y eso que amaba mucho en verdad tener sexo con mi esposo. 
— Amor dame un respiro por favor. ¿Crees acaso que soy de plástico? 
— No creo que seas de plástico mi hermosa mujer —Dijo apretando mi seno derecho— 
— Shhh… pues así me tratas desde hace días —Le dije apartando su mano— 
— ¿No quieres acaso tener un bebé conmigo, Brüssel? Te dije que quiero una niña tan bonita e inteligente como Lyra. 
¡Ay mi amor! Si supieras que esa niña bonita en inteligente es tuya en verdad. —Pensé lanzando un gran suspiro sentada al borde de la cama— 
— ¿Crees que quizás ya estés embarazada? 
— Tal vez si o tal vez no, Briccio. Si estoy lo sabré en algún momento. 
— Brüssel, me urge mucho vender el cuadro que acabé de pintar porque deseo comprar el anillo más bonito que exista en la joyería para pedirte matrimonio. Si ese amigo tuyo que sabe de pinturas no viene en los próximos días, llevaré a venderla al mercado de antigüedades. 
— ¿Qué estás diciendo ah? ¿Piensas acaso que en ese mercado de antigüedades van a darte por tu cuadro lo que vale? ¡Cielo escúchame! Necesito que te relajes, que inhales y exhales —Le pedí intentando apaciguar aquel estado suyo de agitación en el cual se hallaba— 
— ¿Brüssel iremos al hospital entonces? 
— ¿Al hospital para qué? 
— Mmm para saber si vamos a tener o no un bebé —Dijo y me quedé pensando brevemente— 
El Detective Jeffrey Seeley me había dicho que era de suma importancia que yo llevara a mi esposo a que le practicarán una RM que pudiera confirmar o descartar si llevaba impregnado o no un microchip incrustado en algún punto de su cuerpo. Tal y como yo había expresado me pareció algo realmente descabellado y ficticio pero nada como para no desear asegurarse haciendo tal estudio. 
— ¿Brüssel en que piensas?  
— En que… sí debo ir a consultar con un doctor, cielo. ¿Tú vas venir conmigo? 
— ¡Por supuesto! No te dejaré ir sola mi hermosa —Contestó abrazándome— 
¡Estupendo! —Exclamé en mi mente— El primer paso complicado ya lo había dado, hacer que mi esposo pisara un hospital entonces ya solo me quedaba ingeniármelas para hacer que sin objeciones ni trabas ingresara a un túnel de resonancia magnética. 
— ¿Cómo se supone que haré eso Clementina? Apenas logré convencerlo para que se sentara en la silla del oftalmólogo. 
— Ya hizo tanto, señora y estoy segura de que se le ocurrirá algo. No debería preocuparse demasiado. 
— Pues si me preocupo y solo veo una manera posible pero antes de proceder necesito aquí a Giacomo lo más pronto posible. 
Giacomo no solo era mi mejor amigo y mi confidente desde hacia muchos años sino también era una persona muy estudiosa, culta y preparada. Era el mejor descubridor de artistas y lector de artes y por consiguiente el gerente de mis galerías en Venecia, Viena y Berlín, encargado de organizar todas las exposiciones y las presentaciones de los renombrados artistas al igual que aquellos recién salidos a la luz. 
— ¡Ay niña! ¿Finalmente me dirás por donde andas o seguirás jugando a la novia fugitiva? Escúchame… no puedes andar escondida por más tiempo porque tienes una vida y obligaciones que atender. 
— Giacomo estoy en Bruselas y necesito que vengas lo antes posible. 
— ¿En Bruselas? ¿Qué haces ahí? 
— Tengo muchas cosas que contarte ¿sabes? Pero necesito que vengas y por sobre todo necesito que no lo comentes con nadie. No quiero que nadie más se entere de donde me encuentro. 
— ¡Dios mío! Ya me intrigas con tanto misterio. 
— ¿Podrás venir Giacomo? 
— Por supuesto que iré. Tomaré el primer vuelo disponible a Bruselas y me encontraré allí a primeras horas del día. 
— ¡Estupendo! Voy a enviarte la dirección del apartamento donde nos encontramos Clementina, mi hija y yo pero no olvides Giacomo de no comentar con nadie a dónde irás ni mucho menos mencionar mi nombre. 
— Despreocúpate Brüssel que eso no debes repetírmelo. 
En verdad necesitaba a mi amigo cerca de mí para dar el siguiente paso con respecto a mi adorado Ismael quien para ese entonces se me había vuelto ya bastante descontrolado en sus impulsos y emociones. Al momento mismo de su llegada tenía la intención de contarle todo de modo a que no se le saliera el corazón por la boca del susto o de la impresión al ver a mi esposo, pero por las repentinas circunstancias del momento no pude conversar con él pues al no hallar un vuelo disponible en horas de la mañana, llegó en horas de la tarde mientras Lyra, Ismael y yo nos encontrábamos paseando en el parque a insistente petición de nuestra hija. 
Lo único que pude fue enviarle un mensaje pese a que tampoco lo hice de manera tan explicativa. Simplemente le advertí que por favor mantuviera la calma y me siguiera la corriente en todo momento. 
Desde luego no comprendió a que me refería pero al llegar hasta el apartamento me avisó que ya se encontraba allí y fuimos de inmediato. Clementina había recibido a Giacomo, lo hizo pasar hasta la sala donde se acomodó para esperarme brevemente. 
Fui la primera en entrar, detrás de mí ingresaron mi hija y su padre y yo me dirigí prontamente hasta la sala donde nos saludamos con un fuerte abrazo mientras le pedía una vez más entre susurros lo mismo que le había pedido por mensaje. 
Giacomo: No comprendo niña ¡por favor explícame! ¿Por qué tanto misterio? 
Brüssel: Te lo explicaré todo luego. Te lo prometo. 
Ismael: ¿Quién es este hombre, Brüssel? —Irrumpió mi esposo con vehemencia— 
Giacomo: ¡Por todos los cielos! —Exclamó tambaleante y pálido de asombro llevándose la mano al pecho y sentándose posteriormente en el sofá— 
Ismael: ¿No me contestas Brüssel? ¿Quién es este? —Repitió observándolo de pies a cabeza— ¿Acaso este sujeto el infeliz padre de Lyra? 
Brüssel: Ssshhh… ¿Briccio que dices? Él es Giacomo, mi amigo. Ya te había hablado sobre él —Le dije intentando que bajara unos cuantos decibeles mientras Giacomo continuaba aún estupefacto observándolo— Él es el gerente de mis galerías y el conocedor de artes que vino por tu pintura —Aclaré mientras le hacía leves señas a Giacomo para que siguiera el ritmo de mis palabras— 
Ismael: Mmm… ¿Es él? 
Brüssel: Es él… Giacomo… este hombre impulsivo es Briccio. Mi pintor de Bruselas —Dije abrazando a mi esposo desde atrás y haciéndole nuevamente señas a Giacomo para que por favor reaccionara— 
Giacomo: ¿Briccio? ¿Briccio que? —Preguntó observándolo con la voz quebrada— 
Briccio: Magyar, Briccio Magyar ¿Entonces usted vino por mí pintura? ¿Me dará el dinero que dijo Brüssel que vale? 
Giacomo: Bueno Sr… Magyar, yo primero quisiera ver esa pintura tan mencionad y ya luego poder tasarlo como corresponde. 
Ismael: Pues dejaré que la vea de inmediato y luego me da mi dinero. Y no crea señor que soy una persona que se mueve únicamente por el dinero y que pinta solo por eso, es que esta vez necesito obtener algún ingreso porque perdí mi trabajo por culpa de Brüssel y tengo pagos importantes que cubrir. 
Brüssel: Esa pequeña parte en verdad no era necesaria amor pero bueno, ya no tienes de que preocuparte porque Giacomo te dará lo que corresponde por tu pintura —Dije en el momento que Lyra ingresó a la sala y con mucha alegría se lanzó a los brazos de su tío Giacomo (como le decía)— 
Giacomo: ¡Mi pequeña constelación! ¡Mi generadora de sublimes e inspiradoras melodías! Te extrañé tanto. 
Lyra: ¡También yo te extrañé tío! 
Ismael: Iré por mi pintura —Dijo dirigiéndose hasta nuestra habitación donde se hallaba guardada la misma y yo fui tras él— 
Fue directo a tomar su cuadro sin mediar palabras, lo apoyó brevemente a un costado de la cama y se sentó. 
— ¿Qué sucede cielo? 
— ¿No me mientes Brüssel?  
— ¿Qué pregunta es esa? ¿Piensas que te mentí sobre qué? 
— ¿No es ese el padre de Lyra? 
— ¡Briccio! Te dije que no. Giacomo es mi mejor amigo desde la secundaria y fuimos juntos a la Universidad. 
— Mmm pues no me gusta que tengas amigos hombres. 
— No creo lo que estás diciendo. 
— ¿Por qué no? Él puede verte de otra manera y no como a una amiga. 
— ¡Suficiente! Briccio… él es mi amigo y si eso no te parece suficiente motivo para que te calmes, entérate de que a él no le gustan las mujeres. 
— ¿Cómo no? ¿A qué hombre no le gustan las mujeres y por sobre todo una tan hermosa como tú? 
— A los gays… Giacomo es gay —Le susurré— 
— ¿Es gay? 
— Ehhh… lo es y tiene novio. 
— ¿Tiene novio? 
— Tiene y lo ama mucho. —Contesté en lo que quedó pensativo por un par de segundos— 
— Pues que bueno es saberlo. Ahora ya estaré tranquilo. Volvamos a la sala —Me dijo tomando su cuadro y jalándome de una mano— 
— ¡Vamos! 
Cuando volvimos a la sala, mi esposo colocó la pintura sobre el trípode y una vez en su sitio la destapó delante de un siempre atónito Giacomo. 
Brüssel: ¿Y? Dime que te parece Giacomo? 
Ismael: También quiero saber que le parece. 
Giacomo quedo en silencio observando la obra sin saber si se encontraba analizándola o se hallaba aún estupefacto por la sorpresiva aparición de mi esposo. 
Brüssel: ¿Giaco? 
Giacomo: Es que… no tengo palabras. 
Ismael: ¿Cómo no tiene palabras si está hablando? 
Giacomo: Brüssel yo necesito tomar un poco de aire y luego necesito que hablemos muy seriamente —Dijo abandonando la sala y posteriormente el apartamento— 
Ismael: ¿Qué le sucede a este sujeto, Brüssel? ¿Acaso no le gustó mi pintura? Debió decirlo y ya. 
Brüssel: ¡Cálmate amor! Giacomo llegó un poco estresado, es todo. Le tiene claustrofobia a los aviones y toma tranquilizantes para volar. 
Ismael: ¿Claustrofobia? 
Brüssel: Así es pero yo iré a ver si ya se siente mejor. Quédate un momento con Lyra a ver televisión. 
Ismael: No quiero ver televisión. 
Brüssel: ¡Amor! 
Lyra: Acompáñame papi —Insistió la pequeña y finalmente él accedió a acompañarla para ver televisión— 
Fuera del apartamento hallé a un Giacomo que daba pasos ininterrumpidos de un lado para otro como si su única intención fuera causar una grieta en el pavimento. 
— Giaco, me avisas cuando tengas intención de parar. 
— ¿Cómo es posible Brüssel Christine D’Angelo? Encontraste a tu esposo, no me lo contaste y me llamas un día con urgencia para espantarme del modo en que lo hiciste. Juro por Dios que sentí como si un ánima en pena se hubiese posado ante mis ojos. 
— ¿Qué ánima en pena Giaco? Mi esposo siempre estuvo vivo y logré encontrarlo —Exclamé llena de felicidad— Finalmente lo encontré —Reiteré feliz abrazándolo con fuerza— 
— No comprendo nada de nada y te exijo explicaciones inmediatas. 
— Voy a contártelo todo querido amigo. Por supuesto que lo haré pero es una larga historia y yo necesito que antes calmes un poco sus ansias diciéndole que vas a pagarle por ese cuadro lo que corresponde y que el mismo estará en la exhibición de verano de la galería de Venecia. Por qué a final de cuentas sí te gustó ¿Cierto? Y vale igual a lo que valieron sus demás cuadros. 
— Es una pintura muy interesante, no de su habitual estilo, cosa que me extrañó pero definitivamente vale lo mismo que sus demás obras e incluso valdría mucho más si se supiera quien lo pintó. 
— Eso pensé pero lo último no puede suceder Giaco. En cuanto lo lleves a la galería de Venecia tendrás que presentarla como la obra de un pintor anónimo. 
— ¿Anónimo? 
— Ehhh… Anónimo hasta que él se encuentre en condiciones de volver a su vida de antes —Dije mientras él lanzaba un enorme suspiro— 
— ¿Qué fue lo que sucedió con Ismael? ¿Por qué se comporta de un modo tan extraño y ni siquiera me reconoció? 
— Mi esposo perdió la memoria y las pocas cosas que quedaron en su mente las considera como sueños. A mí me considera un sueño y a Lyra ni siquiera la recuerda pero no puedo precipitarme y contarle todo así de la nada porque quizás no logre comprenderlo como yo quisiera. Mi Ismael tiene la cabecita un poco dañada pero eso no es lo único grave. Existe una historia muy turbia detrás de la desaparición de mi esposo, de su supuesto accidente y del porqué no pudimos hallarlo durante todo este tiempo. 
— ¿Supuesto accidente, Brüssel? Hallaron su vehículo hecho trizas en un barranco rocoso. 
— Supuesto, Giaco porque ni el detective Jeffrey Seeley ni yo sabemos exactamente lo que sucedió aquel día. Él tiene sus teorías en base a sus investigaciones y a que nuca se halló su cuerpo en aquel barranco. Habla con Ismael ahora y dile lo que tienes que decirle con respecto a su pintura. Yo ya transferí el dinero a tu cuenta para le pagues en efectivo porque si le das un cheque, él tendría que ir a retirar el dinero y ese nombre y apellido que lleva yo ni siquiera sé si corresponde a alguna identidad ajena y por nada del mundo deseo que él tenga problemas. 
— ¡Qué locura, Dios mío! 
— ¿Giaco? ¡Por favor! 
— ¡Preciosa! no tienes que suplicarme. Sé cuanto amas a ese hombre, sé cuánto has sufrido por su ausencia y sé con cuantas esperanzas lo has buscado por lo tanto haré lo que sea para ayudarte y ayudarlo también a él —Dijo con un fuerte abrazo que dejó mi alma flotando de tranquilidad—  
— ¡Gracias mi amigo del alma! Volvamos adentro entonces. 
— Una sola cosa… £25.000 es mucho dinero para dárselo en efectivo. 
— No te preocupes por eso que yo veré luego como me las arreglo con él. ¡Oye! No olvides que es Briccio no Ismael y tampoco me digas Sra. D’Angelo porque llegué aquí con mi apellido de soltera y él me conoce como Brüssel Holbein. 
— ¡De acuerdo! —Exclamó tomando aire por última vez antes de ingresar. ¡Vamos! 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.