El Pintor De Bruselas

DIAGNÓSTICO

— ¿Ya vio lo que ocasionó diciendo tantas tonterías, doctor? 
— Disculpe usted Sr. D'Angelo pero su caso no es ninguna tontería. 
— Lo es sí. ¿Qué persona puede vivir con una bala en la cabeza? 
— Pues muy pocas y usted es una de ellas. 
— Mejor ya no diga nada y haga algo para que mi esposa se reponga que ella está embarazada y no puede asustarse de ese modo. 
Quedé inconsciente por varios minutos, la presión se me había caído por los suelos y cuando abrí los ojos apenas podía mover las manos por la debilidad que sentía. 
— ¿Mi Brüssel como te sientes? 
— Mal cielo… necesito algo dulce o volveré a desmayar. 
— ¿Algo dulce? Tengo algo dulce. Los gummys que me dio Lyra antes de venir y que los guardé en tu bolso —Dijo y fue a buscarlo de inmediato en mi bolso que se encontraba en uno de los sillones junto al escritorio del doctor— Aquí tienes mi amor. Come todos los que quieras —Recalcó mientras me abrazaba— 
Necesitaba reponerme y en verdad quería hacerlo, pero de tan solo volver a recordar todo lo que me había dicho aquel doctor, Antoine Palau sentía como volvía a salirse mi corazón del pecho. ¿Cómo puede ser posible que mi esposo viva con una bala en la cabeza? —Me pregunté y pensé echándome a llorar desconsolada luego de haberme comido un par de gummys— 
Ismael: Brüssel no te pongas así. 
Antoine Palau: ¿Usted está embarazada Sra. D'Angelo? 
Brüssel: Lo estoy. 
Antoine Palau: Entonces concuerdo con su esposo. Intente calmarse por favor que su presión está bastante baja y eso puede resultar contraproducente para su bebé. 
Aquel doctor chequeó mi presión por un par de veces y luego llamó a una enfermera para que hiciera lo mismo por un par de veces más y me acompañara hasta que me sintiera mejor para poder ponerme de pie. Luego de 15 o 20 minutos después cuando ya me sentía un poco repuesta, pedí nuevamente hablar con el doctor Palau referente a los resultados de la resonancia magnética de mi esposo pues veía muy necesario solucionar lo de los microchips implantados en su cuerpo para que pudiéramos viajar lo antes posible a Italia. 
Ismael: Yo no dejaré que ningún doctor me corte y no puedes obligarme Brüssel. Si he vivido así durante años puedo continuar del mismo modo. 
— Amor nosotros debemos volver a Italia y esos microchips no están adentro de ti por casualidad. Personas muy inescrupulosas te los implantaron con muy malas intenciones y peor aún, tienes una bala en la cabeza. ¿Acaso no dimensionas todo lo que significa? Quisieron apartarte de mí lado y lo lograron haciéndote mucho daño. Quisieron matarte pero resististe y decidieron entonces utilizarte como un experimento humano —Le dije sumida en la impotencia y el dolor de mi alma— te apartaron de tu hija recién nacida. Lyra pasó sus primeros años de vida sin su papá y yo fui la persona más infeliz del mundo durante años hasta que te encontré —Recalqué hundida en un profundo llanto— 
— ¡Brüssel no te pongas así! 
— ¿Y cómo quieres que me ponga? 
— ¡Lo haré! ¿De acuerdo? Lo haré, pero ya no llores. Dejaré que me saquen esas cosas que llevo dentro, pero no quiero que me dejes aquí Brüssel. 
— Deja de decir eso mi amor. Te busqué durante 5 años. ¿Por qué te dejaría aquí luego de haberte encontrado? Yo no volveré a Italia sin el papá de mis criaturas —Le prometí mientras él me rodeaba entre sus brazos— Nunca iría a ningún lado sin ti. 
En aquel momento supe que lo había convencido y mi corazón tuvo un poco de alivio al respecto, y ya solo quedaba que yo me repusiera para poder acompañarlo durante aquel procedimiento. Como media hora más tarde pudimos volver al apartamento donde nuestra pequeña Lyra fue la primera en recibirnos. 
Clementina: ¿Señora se siente bien? 
Brüssel: No me siento nada bien Clementina. Voy a recostarme porque siento muchos mareos. 
Clementina: ¿Pero qué fue lo que le sucedió? —Preguntó sosteniéndome de un brazo para acompañarme hasta la habitación— 
Ismael: Le bajó la presión y sigue un poco débil. El doctor dijo que debe reposar durante lo que quede de este día —Dijo con nuestra hija cargada entre sus brazos— 
Clementina: ¡Ay señora! De seguro usted ni siquiera desayunó. Recuéstese que yo iré a traerle una tacita de té con un poquito de azúcar y ya verá que pronto se sentirá mejor. Luego le prepararé una deliciosa sopa para el almuerzo. 
En lo que Clementina iba por mí té con azúcar yo me acomodé sobre la cama para reposar pues definitivamente no lograba reponerme de la debilidad y solo tenía muchas ganas de dormir. 
Lyra: ¿Papá mi mamita está enferma? 
Ismael: ¡No está enferma! Mamá está embarazada —Le dijo a su típico estilo desenfrenado y sonriendo mientras Lyra ponía una cara de asombro— 
Brüssel: ¡Ismael! ¿Por qué tenías que contarle así tan de golpe? 
Lyra: ¿Voy a tener un hermanito? 
Ismael: O una hermanita. Una niña tan bonita como tú. 
Ella no dijo nada más y al cabo de unos segundos le pidió a su papá que la bajara de entre sus brazos. Él lo hizo y ella salió raudamente de la habitación donde nos encontrábamos. 
Ismael: ¿Qué le sucedió a nuestra Lyra? 
Brüssel: ¡Ay amor! Tú tienes mucho por saber sobre Lyra. Ella es una niña muy celosa y con eso último que le dijiste a ver cómo arreglas el enojo que le ocasionaste. 
Ismael: ¿Cómo arreglo su enojo? 
Clementina: ¡Aquí le traigo su té, señora! 
Brüssel: ¡Qué bueno Clementina! Lo bebo ahora mismo y luego voy a dormirme un poco. 
No dormí solo un poco, probablemente dormí todo lo que no había dormido en meses a causa de tanta angustia y no es que la angustia se haya acabado, pero había disminuido un poco por haber dado pasos realmente importantes luego de haber encontrado a mi esposo, y me sentía mucho más ligera para poder continuar nuestro largo camino juntos. Un gran acto de criminalidad se hallaba oculto detrás de toda la historia de mi Ismael y yo estaba dispuesta con ayuda del detective Jeffrey Seeley a recabar las pruebas necesarias y hacer que los culpables y cómplices pagaran por sus deleznables actos con todo el peso de la ley. 
— ¿Lyra Porque te pusiste así? ¿Acaso no te gustaría tener un hermanito o una hermanita? 
— No quiero. 
— Mmm… ¿Por qué no? 
— Porque mi mamita y tú van a querer más a ese bebé que a mí. 
— Eso no es cierto Lyra. Tu mamá te quiere mucho y yo también. Estoy feliz de tener una hija muy bonita e inteligente. 
— No me importa… no quiero un hermanito y si es una niña quiero que sea muy muy fea. 
Para el día siguiente ya me sentí bastante mejorada y mi primera acción fue contactar con el detective Jeffrey Seeley para pedirle que viniera en la brevedad posible hasta el apartamento de modo a poder conversar sobre los resultados de la resonancia magnética y de todo lo que me había dicho y explicado el doctor Antoine Palau sobre el estado general de Ismael. El detective quedó en venir aquella misma mañana y mientras llegaba mi esposo y yo nos quedamos aguardando en la sala, conversando un poco. 
Clementina: Señora, la niña no quiere salir de su habitación y dice que no quiere ir al parque. 
Brüssel: ¿No quiere ir al parque? ¿Clementina acaso mi hija amaneció enfermita? 
Clementina: Pensé lo mismo señora pero ya le tomé la temperatura y no tiene fiebre. Ella parece estar molesta desde ayer. 
Brüssel: ¿Amor, no pudiste arreglarlo cierto? 
Ismael: No pude y no sé cómo hacerlo. Lyra está muy molesta y dice que no quiere un hermanito, y si es una niña quiere que sea muy muy fea —Dijo mientras yo lanzaba un suspiro y Clementina irrumpía con mucha emoción— 
Clementina: ¿Señora, usted está embarazada? 
Brüssel: ¡Lo estoy Clementina! 
Clementina: ¡Dios mío! ¿Está embarazada en verdad? ¡Qué bendición señora! ¡Permítame felicitarla! —Exclamó dándome un fuerte abrazo— 
Brüssel: ¡Muchas gracias! 
Clementina: ¡Felicidades a usted también señor! 
Ismael: ¡Gracias Clementina! Ojalá mi hija Lyra estuviera tan feliz como tú. 
Clementina: ¡Ahora comprendo por qué está así! Pero son solo celos de niños y deben entenderla un poco. Siempre fue la única, la consentida de su mamá. Hace muy poco recuperó a su papá,. Lo quiere solo para ella y de pronto se entera de que tendrá un hermanito o una hermanita. 
Brüssel: Se lo dije Ismael pero su impulsividad no le deja pensar antes de hablar. 
Al rato llamaron a la puerta y era el detective Jeffrey Seeley. Fui yo misma a recibirlo y le pedí a Clementina que se encargara de entretener a mi hija pues él, mi esposo y yo teníamos asuntos muy serios sobre que conversar. Ingresamos hasta la sala para tomar asiento y allí finalmente lo puse al tanto de todo. 
Jeffrey Seeley: Por las hipótesis que yo ya manejaba con respecto a lo que sucedió con su esposo le diría que no me sorprende en absoluto lo que acaba de contarme Sra. Brüssel si no fuera por lo de… (Hizo una leve pausa) la bala en su cabeza. Definitivamente no me esperaba un resultado como ese. 
Brüssel: ¿Y es que acaso alguien se esperaría un resultado tan atroz como este, detective? ¿Se da cuenta de lo que esto significa? Tuvieron toda la intención de acabar con la vida de mi esposo, pero gracias a alguna intervención divina no fue así. ¡Detective! Usted debe recabar todas las pruebas que sean necesarias, desde las más grandes hasta las más mínimas para hundir y pudrir en la cárcel a la persona que hizo esto, al igual que a todos sus cómplices. 
Jeffrey Seeley: No me cansaré de repetirle Sra. Brüssel que llegaré hasta las últimas instancias de esta investigación, pero déjeme decirle que no será una batalla fácil pues usted más que nadie sabe sobre las influencias que posee la poderosa familia Thompson. 
Brüssel: No me importan cuántas influencias posea la familia Thompson. Si en verdad Bentley Thomson es el principal culpable de todo esto yo juro por lo más sagrado que es mi familia que arruinaré la vida de ese hombre y lo haré pagar por cada una de las lágrimas que he derramado por su causa —Dije con una descontrolada ira qué ardía dentro de mí— 
Ismael: ¡Ya es suficiente Brüssel! Te pondrás mal otra vez si no te calmas. 
Brüssel: ¡No puedo cielo! ¡Lo siento! Detective… esta misma tarde el doctor Antoine Palau me confirmará el día en el que le practicarán las pequeñas incisiones a Ismael para retirarle los microchips qué lleva implantados en diversos puntos de su cuerpo. Son seis según el resultado de los exámenes, y una vez que estos hayan sido retirados nosotros volveremos a Italia. Bentley no dimensionará jamás la pesadilla que le espera. 
Jeffrey Seeley: Señora Brüssel, es más que indispensable que aquellos microchips sean trasladados inmediatamente a un laboratorio posterior a ser retirados del cuerpo del señor D'Angelo puesto que serán pruebas muy valiosas contra la corporación Future Nøw Innovation. Necesitaré también las copias de los diagnósticos detallados, elaborados por el doctor Palau en base a los resultados de la resonancia magnética. 
Brüssel: Usted mismo podría hablar con el doctor Palau pues fue él quien redactó detalladamente el diagnóstico de Ismael. 
Jeffrey Seeley: Será lo más acertado pues quisiera también más detalles sobre la bala que el señor D'Angelo posee en la cabeza. Muy probablemente necesite la colaboración de algún profesional especialista en balística posterior a los datos proveídos por el doctor. 
Ismael: ¿Qué dice? ¿Acaso también van a abrirme la cabeza para quitarme aquella dichosa bala? 
Brüssel: ¿Cielo cómo se te ocurre? El profesional en balística basaría su propio informe solo observando y analizando las imágenes de tu RM. 
Ismael: Brüssel ya estoy hartándome de todo esto ¿Sabes? En cuanto me retiren aquellos microchips no quiero que vuelvan a pedirme que pase por ningún otro estudio ni prueba ni análisis porque ya me siento muy miserable de solo pensar en que me hayan tratado cómo a un ratón de laboratorio. Aún no sé quién es ese tal Bentley Thompson pero si todo lo que dice este detective sobre él es verdad juro que yo mismo me encargaré de acabar con él con mis propias manos por haber desgraciado mi vida de ese modo —Advirtió con mucha ira abandonando posteriormente la sala donde nos encontrábamos— 
Si algo muy diferente tenía este Ismael de aquel que alguna vez yo conocí, era justamente ese carácter de impulsividad qué podría llegar incluso a la agresión y a la ira en casos extremos. Aquella actitud suya comenzaba a inquietarme pues al estar enterado de todo lo que le habían hecho, no dudaría un solo segundo en actuar por manos propias. El nombre Bentley Thompson estaba comenzando a causar estragos en la cabeza de mi esposo y no quería imaginarme siquiera lo que sucedería si supiera que yo estuve a punto de casarme con aquel hombre. 
— ¿Papito, estás triste? 
— Lo estoy y mucho. También estoy muy enojado. 
— ¿Conmigo porque no quiero tener un hermanito o una hermanita? 
— No estoy enojado contigo y tú no me pones triste. Tú y tu mamá me hacen muy feliz. 
— ¿Entonces que te tiene triste y enojado, papito?  
— Cosas de personas grandes  
— ¡Óyeme! Si ya no estas triste y molesto te prometo que haré un esfuerzo para querer a mi hermanito o hermanita. 
— Mmm… ¿Lo harás, Lyra? 
— Si… 
— ¡Qué bueno! Ya sabes que yo te amo mucho Lyra y nunca te amaré menos que a tu hermanito o hermanita. Yo amaré a tu mamá, te amaré a ti y amaré al bebé del mismo modo siempre. 
— ¡Te amo mucho, papito! ¡Mucho, mucho!

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