Si bien las pequeñas incisiones que debían serles practicadas a mi esposo para extraerle aquellos microchips sonaban sencillas, no lo fueron del todo pues el médico encargado de su caso optó conveniente retirárselos en dos procedimientos programados teniendo en cuenta de que eran seis localizados en distintos puntos de su cuerpo y resultaría contraproducente extraérselos de una sola vez. Fue entonces que Ismael ingresó a quirófano en dos ocasiones y fue sometido a tres incisiones un día lunes y a las otras tres un día jueves resultando todos los procedimientos un éxito para gracia de Dios y bendición nuestra.
Tal y como lo había solicitado el detective Jeffrey Seeley en una previa conversación con el Dr. Antoine Palau, todos los microchips fueron remitidos inmediatamente a un laboratorio para sus estudios correspondientes bajo monitoreo de un agente fiscal y también de un experto en sistemas tecnológicos del departamento de investigaciones con el cual poseía vínculos laborales investigativos el detective. Cuando mucho las pericias a cada uno de los microchips estarían listos en un par de semanas y una vez documentadas y dependiendo de los resultados, las mismas estarían disponibles como pruebas contundentes para entablar demandas formales y concretas contra la Corporación Future Nøw Innovation y de acuerdo a los demás avances investigativos también contra el principal socio inversor. Bentley Thompson bajo la propia firma Thompson.
Una vez recuperado mi esposo de las cirugías que no requirieron de mucho cuidado ni tampoco de reposo más que de curaciones a las heridas una vez al día, pudimos finalmente viajar a Italia un par de días después. Partimos rumbo a Venecia donde nos aguardaban nuevos desafíos pero más que nada nos aguardaba nuestro hogar, nuestro verdadero lugar, nuestra historia de amor y felicidad interrumpida por una maldad sin límites.
En Venecia Ismael tomaría de nuevo el lugar que le correspondía, tomaría su verdadera identidad y su vida ¡Claro! No de un modo apresurado e inconsciente pues no sería prudente que se expusiera por completo teniendo en cuenta todo lo que había sucedido y que las posibles personas vinculadas a su desaparición pudieran encontrarse cerca y querer nuevamente hacerle daño.
El plan que se mantuvo vigente y fue impulsado por Giacomo era presentar la pintura de Ismael bajo el anonimato de “El Pintor De Bruselas”. Así lo hizo y para cuándo mi familia y yo retornamos a Italia, la pintura de mi esposo yacía ya en exposición en el pabellón de primeras obras de nuevos pintores.
— ¿Amor estás bien?
— ¿Alguna vez vivimos aquí Brüssel?
— Vivimos aquí cielo y fuimos muy felices. Tú naciste aquí y yo te conocí aquí. También nos casamos aquí en un verano como este y aquí nació nuestra Lyra.
Él no preguntó nada más posterior a eso y pasó en silencio y pensativo gran parte de nuestro trayecto desde el aeropuerto hasta nuestra casa. Podía entender yo lo que sentía mi adorado pintor. Esa frustración de no poder recordar nada, de retornar sin memoria a la ciudad que lo vio nacer y crecer no solo como ser humano sino como el más grande pintor y artista de las dos décadas más recientes.
— ¡Cielo! Me tienes a mí y tienes a tu hija. Tu familia y yo somos el pilar de todos tus recuerdos y mientras estemos juntos tu memoria escribirá nuevos y felices recuerdos con nosotras —Dije abrazándolo con fuerza—
Desde que encontré a mi esposo en Bruselas él hizo de mí su refugio y las cosas no cambiaron cuando retornamos a Venecia sino más bien todo lo contrario. Los primeros días Ismael se aferró a mí cómo se aferra un niño a su madre y debo decir que lo preferí de ese modo en lugar de saberlo aferrado a la idea de querer desquitarse de las personas que le habían hecho tanto daño y que habían arruinado años de su vida.
Temía mucho por él y constantemente intentaba persuadirlo de aquellos pensamientos sin embargo no logré tal cosa por demasiado tiempo pues yo debía sincerarme por completo con él y contarle lo que había sido Bentley Thompson en mi vida hasta apenas meses atrás. Sospechaba la reacción que tendría pero de todos modos debí hablar con él al respecto y cuando le conté que estuve a punto de casarme con aquel miserable, le ardió la sangre de un irracional odio y con el mismo ardió también todo nuestro alrededor.
Entró en un estado profundo de arrebatos histéricos e ira incontrolable y puso boca abajo toda nuestra habitación entre gritos de rabia y coraje mientras maldecía con infinito odio a Bentley Thompson mientras yo no podía hacer nada para calmarlo y no me quedaba de otra que dejar que se descargara hasta el cansancio para que luego pudiéramos seguir conversando como personas civilizadas.
— ¿Ya terminaste?
— No me hables Brüssel… No me dirijas la palabra —Gritó aún bastante descontrolado—
— ¡Suficiente Ismael!
— ¿Cómo pudiste involucrarte con el hombre que quiso matarme y que me apartó de ti y de nuestra hija? Estuviste a punto de casarte con ese sujeto —Recalcó aventando más cosas por los aires—
— Yo no lo sabía cielo. ¿Piensas que yo hubiese tolerado siquiera mirarlo a la cara sabiendo todo aquello? Pasé años de mi vida sin ti. Me sentí sola, desesperada y sin consuelo. Sentí la presión constante de mi familia y de la sociedad sobre mí para volver a rehacer mi vida y más aun teniendo una hija tan pequeña y siendo yo aún una mujer joven.
— De solo pensar en que aquel miserable hubiese criado a mi hija me dan muchas más ganas aun de matarlo.
— No hables así amor. ¡Por favor!
— ¿Por qué no? ¿Acaso tú amas a ese sujeto?
— No me preguntes tonterías Ismael.
— ¡Contéstame Brüssel!
— Por supuesto que no. Yo te amo a ti.
— Voy a matar a ese sujeto. Yo voy a estrangularlo con mis propias manos.
— Tú no harás nada de eso amor.
— Ya verás que si lo haré.
En esos momentos volví a sentirme mal. Me dieron náuseas y la cabeza comenzó a darme vueltas y al poco tiempo ya me vi en el baño echando vómitos que parecían no tener fin.
— ¿Mi Brüssel ya estás mejor? —Preguntó luego de cargarme entre sus brazos para llevarme hasta la cama—
— ¿Acaso me ves bien? ¡Mírame! ¡Mira nuestro alrededor y observa todo lo que le has hecho a nuestra habitación! Estoy embarazada Ismael y eso parece no importarte —Le dije echándome a llorar sin consuelo—
— No digas eso mi hermosa que sí me importa y mucho. Llamaré a Clementina para que venga y te prepare un té.
Clementina se encontraba en esos instantes en el jardín con Lyra quien afortunadamente no pudo percibir los arrebatos histéricos de su padre y cuando ingresaron ya todo estaba más calmado y silencioso.
— ¿Clementina podrías prepararle un té a Brüssel por favor? Ella se puso un poco nerviosa e indispuesta del estómago.
— ¡Ay no! ¿Y qué la puso nerviosa?
— Quizás el bebé la tiene así.
— Mmm… ¿El bebé o usted?
— El bebé, Clementina. Es el bebé porque mi hermosa mujer también tiene náuseas.
— Le llevaré el té ahora mismo. ¿Puede por favor usted ir a estar pendiente de su hija Lyra un momento? Ella acaba de ingresar a la sala para ver televisión.
— Iré ahora mismo.
Cuando Clementina ingresó a la habitación mía y de Ismael para llevarme el té y vio todo tirado y boca para abajo, quedó bastante sorprendida y extrañada y acercándose a mi cama preguntó de inmediato qué fue lo que había sucedido.
— Mi esposo Clementina se volvió un hombre intolerante, histérico y sin consideraciones —Contesté entre lágrimas—
— ¡Bueno señora! Eso usted ya lo había notado antes. ¿Recuerda uno de esos incidentes en el que casi derriba la puerta por querer salir para ir a buscarla a usted? El señor parece incapaz de medir sus impulsos y arrebatos. Luego actúa calmo y sereno como si nada hubiese sucedido. Como ahora por ejemplo; me pidió que le trajera a usted una taza de té y tuvo el descaro de decirme que usted se puso nerviosa por el bebé.
— Há… ¿Eso te dijo?
— Fue lo que me dijo —Afirmó en lo que yo lanzaba un gran suspiro—
— ¡Ay Clementina! Yo temo mucho por Ismael. Sabes que él no quedó muy bien de su cabecita y vive con una bala en el cerebro —Recordé nuevamente entre llantos— lo tengo conmigo de milagro divino.
— No se ponga así señora. Sabe que no le hace bien ni a usted ni al bebé.
— Él ya estaba empeñado en hacer justicia con sus propias manos y ahora que le conté que yo estuve a punto de casarme con el posible y principal autor de todas sus desgracias, se puso como loco y acrecenté en él ese odio y esa determinación de proceder a su manera contra Bentley.
— ¿Usted se lo contó?
— Tuve que hacerlo Clementina porque yo no quiero tener secretos con mi esposo. Además pensé en que hubiese sido mucho peor sí se enterara luego por otras personas y le diera esos arrebatos histéricos en cualquier lugar.
— ¡Eso es verdad! Me parece bien que lo haya hecho pues así usted se quita otro gran peso de encima. Usted está embarazada y debe cuidarse. Debe pensar en su familia pero ahora más que nada debe pensar en el bebé.
— Mi esperanza es que este bebé lo calme por completo. Hasta ahora y aún desde mi vientre ha logrado frenar a su papá de arrebatos similares o peores.
— Tenga fe señora como siempre la ha tenido. Beba su té con calma mientras yo voy a llamar a Marena para que venga a ordenar todo aquí —Dijo refiriéndose a la chica del servicio de la casa— también iré a ver qué hace ese par porque juntos son un doble peligro —Acotó Clementina logrando sacarme una risa—
— ¡Anda! Ve de inmediato.
En horas de la media tarde y luego de haber descansado suficiente salí al balcón de la casa y me deleité observando con toda la felicidad del mundo a mi hija y a mi esposo jugando en la piscina lanzándose una y otra vez desde el trampolín y nadando de un extremo a otro probando quién tenía más destreza a la hora de nadar. Ismael era el padre de Lyra sin embargo allí se encontraba junto a ella jugando con la inocencia absoluta cuál si fuese un niño de 5 años.
Nuevamente me dieron muchas ganas de llorar pero llorar de inmensa felicidad mientras en mis pensamientos me arrodillaba colmada de agradecimientos ante el altar de aquel Dios al cual infinitas veces yo había suplicado con fe inquebrantable que me devolviera a mi esposo. Dios me otorgó el milagro más grande de todos los milagros y no cabían en mí más palabras de gracia entonces todo lo que podía yo hacer era ir con mi familia hasta la Basílica dei Santi Giovanni e Paolo para dar gracias y encender una vela como aquella de mi corazón que nunca se había consumido y que iluminaba la esperanza que nunca había perdido.
— ¿Ya están cansados? —Les pregunté luego de que ingresaron a la casa envueltos cada uno en toallas—
— Mamita, Clementina nos obligó a que saliéramos de la piscina.
— Ahh… pues me parece bien porque ya han jugado suficiente dentro del agua —Le dije dándole un par de besos en las mejillas a mi pequeña y acercándome posteriormente a Ismael para rodearlo entre mis brazos— Necesito a mi esposo.
— Aquí estoy Brüssel.
— ¿Eres tú mi esposo en verdad o todavía eres el niño que estaba jugando con Lyra en la piscina?
— Soy tu esposo que tiene mucha hambre —Dijo sonriendo—
— También Yo tengo mucha hambre —Irrumpió nuestra hija—
— Ok… tú vas a darte una ducha y te pondrás ropa limpia —Le dije a Ismael— y tú señorita vendrás conmigo. Cuando ambos estén listos iremos a la cocina para comer la merienda.
Aquel mismo día ya en horas de la noche y en vista de que la mente de mi esposo parecía estar mucho más calmada que en horas de la mañana decidí preparar una velada romántica para los dos. Una como hacía rato no teníamos.
Quise complacerlo con una cena deliciosa y con una buena botella de vino rodeados los dos a la luz de las velas. Quise que se sintiera cómodo y a gusto en aquel lugar que era su verdadero hogar. Quise tenerlo para mí aquella noche y embriagarnos juntos no solo de vino sino de amor y pasión hasta el amanecer.
— Brüssel tú no puedes beber vino.
— ¿Qué dices cielo? ¿Por qué no puedo?
— Porque estás embarazada —Dijo intentando arrebatarme mi copa de vino—
— Tomaba vino cuando estaba embarazada de Lyra. Déjame al menos acabar esta copa y luego me llevas a la cama para que me hagas el amor —Le dije rodeando mis brazos alrededor de su cuello y sosteniendo mi copa de vino con la mano derecha—
— ¿Quieres que te haga el amor mi hermosa mujer?
— Quiero cielo y también quiero que no sea necesario pedirte que me lo hagas.
— Mmm… ¿De verdad mi Brüssel? —Preguntó pensativo—
— De verdad amore mio —Le contesté dándole un último sorbo a mí copa de vino—
Al oír mi afirmación él le dio también un último sorbo a su copa de vino y posteriormente me cargó entre sus brazos para llevarme hasta la cama. Allí me colocó, se colocó él delante de mí despojándose de la camisa que llevaba puesta mientras yo le desabrochaba lentamente el pantalón.
Yo apenas llevaba puesto un pequeño y delicado vestido corto. Uno muy fino y holgado que poco o nada le costó despojarlo de mi cuerpo.
Al rato ya me tenía desnuda tal y como a él le encantaba verme y a merced de todas sus pasiones, sus primeros besos comenzaron a arder impregnados en mi piel.
Sentí aquel fuego abrasador iniciarse en mi cuello para luego expandirse lentamente hacia abajo rumbo a detenerse en mis senos. Aquellos que eran su perdición y debilidad y en los cuales podría tardarse horas enteras aferrado bajo los efectos hechizantes e inexplicables que le producían.
Navegó por cada rincón de mi cuerpo manteniéndome sumergida en un profundo éxtasis sin retorno inmediato. Sus labios trazaron recónditos caminos y su lengua se aventuraba hacia tierras húmedas y fértiles para ser exploradas en su totalidad.
Su conquista sobre mí fue exitosa y dentro de mi ser yacieron finalmente todas y cada una de sus más abruptas tempestades. Nos volvimos una sola persona hasta el amanecer y fuimos fusionados sexo con sexo, piel con piel y carne con carne hasta ser consumidos por las más abrazadoras llamas del placer.