El Pintor De Bruselas

¿OTRAS MUJERES?

— Así amor… no te detengas cielo… Aaahhh, aaahhh… no te detengas, sigue, sigue… Aaahhh, aaahhh!  
— No voy a detenerme mi hermosa Brüssel  
— Aaahhh, aaahhh! ¡Te amo amor! ¡Te amo! — Aaahhh, aaahhh! 
Luego de esos estallidos de mi esposo que siempre ocasionaban los estragos más maravillosos dentro de mí, nunca podían faltar aquellos besos suyos bien trazados en mi cuerpo que posteriormente llegaban a su fin hasta su par de lugares favoritos. 
— Tienes los senos más hermosos que he visto en este mundo mi Brüssel —Decía mientras continuaba besándolos y succionándolos a su completa merced— 
— ¿Amor? 
— Mhm… 
— ¿Por qué dices con tanta afirmación que tengo los senos más hermosos que has visto en este mundo? ¿Acaso has visto los senos de otras mujeres? 
— Los he visto y ninguno de ellos fueron tan perfectos como los tuyos — Contestó con absoluto descaro— 
Sentada al borde de la cama, cubriéndome con una sábana y con la sangre hirviéndome por lo que Ismael acababa de decir, me eché a llorar de tan solo imaginar que se acostó con otras mujeres durante los años que no estuvo conmigo. 
Si esa afirmación suya hubiese tenido vinculación a su vida antes de conocerme, no la hubiese mencionado pues él no recordaba nada sobre su vida pasada entonces tuvo que haber estado con otras mujeres después de su desaparición mientras yo moría un poco cada día por la tristeza de su ausencia. 
— ¿Mi Brüssel que te sucede? 
— ¿Con cuántas? 
— ¿Con cuántas que? 
— ¿Con cuántas mujeres te has acostado descarado? —Pregunté aventándole una almohada a la cara— ¡Contéstame! 
— No sé… con unas cuantas —Afirmó él mientras yo entraba ya en llantos histéricos— 
— ¿Con unas cuantas, Ismael? ¡Dime con cuántas! —Le exigí aventándole ya todo lo que tenía cerca de mí— 
— ¿Por qué me avientas cosas? ¿Qué te sucede? 
— ¡Que me contestes, cochino! 
— ¡Yo qué sé! Nunca me puse a contarlas y no me llames cochino. 
— Eres un cochino… Un cerdo descarado. Ah pero tú ahora vas a ver cómo me desquito por tu descaro. ¡Sinvergüenza! 
— ¿Qué estás diciendo? 
— No volverás a tenerme y vas a estallar de ganas tú solo Ismael. Espero que hayas disfrutado mucho de mis senos porque tendrás que obrar verdaderos milagros para volverlos a tener —Le dije bajando del ático donde habíamos pasado aquella noche— 
— Brüssel no comprendo de lo que hablas. ¡Brüssel! —Gritaba mientras me seguía— ¡Brüssel! 
— No me sigas y no me dirijas la palabra. 
— ¿Por qué no? ¡Brüssel! 
— Buona giornata! —Irrumpió Giacomo quién acababa de llegar a la casa mientras yo subía hasta mi habitación e Ismael seguía mis pasos— ¿Cariño aún no estás lista? 
— Brüssel explícame por qué te enojaste conmigo. ¡Brüssel! —Repitió por última vez en lo que yo ingresé finalmente hasta nuestra habitación y le cerré la puerta en la nariz— 
— ¿Quién entiende a las mujeres? ¿Quién? —Lo oí gritar por última vez. 
Al cabo de aproximadamente 20 minutos acabé de alistarme y bajé para desayunar. Giacomo había venido por mí para que fuéramos juntos hasta las oficinas de la galería pues aún teníamos cosas pendientes por hacer relacionadas con la segunda exposición de pinturas el fin de semana. 
Ismael: ¡Brüssel! —Exclamó— ¿Acaso tú irás vestida así a trabajar? 
Brüssel: Mhmm… ¿Hay algún problema con mi ropa? 
Ismael: Uno no… muchos. Traes un vestido muy corto, escotado y provocativo. 
Brüssel: ¿De verdad? —Pregunté con sarcasmo observándome a mí misma— No lo había notado. 
Sra. D'Angelo: Mejor siéntense que el desayuno ya está servido. 
Brüssel: Suegrita, comeré solo un par de bocados porque en verdad vivo con el estómago revuelto por mi embarazo. 
Sra. D'Angelo: Cuando vuelvas para el almuerzo te tendré preparada una deliciosa sopa minestrone y té de malva para calmar esas molestias estomacales que te produce el embarazo. 
Brüssel: ¡Gracias Suegrita! Me hará mucho bien comer de sus santas manos —Dije besando las mismas— 
Sra. D'Angelo: Ay mi niña ahora que sé que me darás otro nieto yo misma cuidaré de ti. ¡Mi felicidad no puede ser más grande! 
Ismael: ¿Y usted señora madre permitirá que la madre de sus nietos salga vestida de esa manera? 
Sra. D'Angelo: ¿Puedo saber hijo a ti que te sucede? Que yo recuerde tu esposa siempre vistió de ese modo y nunca le has reclamado nada. Más bien todo lo contrario. ¡Te encantaba! ¡Te dejaba tonto! 
Brüssel: No discuta con su hijo suegrita que no vale la pena… Mejor vámonos ya Giacomo o llegaremos tarde —Dije no sin antes despedirme de mi hija Lyra— 
Lyra: ¡Nos vemos mamita! 
Brüssel: Te portas bien cielito. 
Ismael: Brüssel te he dicho que no saldrás vestida así —Reiteró siguiéndome hasta la salida de la casa. 
Brüssel: Y yo estoy tratando de hacer que entiendas que puedo salir vestida como mejor me sienta. 
Ismael: ¡No lo harás! 
Brüssel: ¿A qué le temes? ¿A qué otros hombres me vean los senos y las piernas como tú lo hiciste con otras mujeres, descarado? 
Me coloqué mis gafas de sol, lo esquivé y subí al coche junto con Giacomo para marcharnos pero no pudimos hacerlo pues como ya en otras ocasiones a mí esposo Ismael le dio uno de esos arrebatos histéricos. Tomó una de las herramientas punzantes que utilizaba el jardinero de la casa para cavar y plantar, que en esos momentos se encontraba a su alcance y pinchó no solo una rueda sino dos ruedas del coche y no satisfecho con ese acto cavernícola, tomó la pala y se puso a dar golpes incesantes al parabrisas, también a rayar toda la zona delantera y a romper los faros frontales. 
Giacomo: ¡Oh my God! ¡Mi coche! Detente Ismael por favor qué estás arruinando mi precioso coche —Pidió vanamente mi desesperado amigo mientras yo aún dentro del coche no sabía sí asombrarme o quedarme allí observando toda la locura que estaba haciendo mi esposo— 
Ismael: Te dije que no irías a ningún lado vestida así Brüssel y no irás —Gritó— Ahora baja de allí. 
Brüssel: No voy a bajar hasta que no te calmes, troglodita —Le grité yo bajando la ventanilla y entonces continuó dándole golpes al parabrisas, a los retrovisores e incluso a las ventanillas. 
Sra. D'Angelo: ¿Qué sucede contigo hijo? ¿Acaso te has vuelto loco? 
Ismael: No me llame loco señora madre que yo no estoy loco —Gritó continuando con sus actos salvajes— 
Giacomo: Brüssel baja por favor porque si no lo haces Ismael acabará triturando mi coche. 
Al cabo de unos segundos bajé finalmente y me coloqué a un costado de la puerta del coche observándolo y esperando a que se calmara. 
Giacomo: Santo Dio! La mia macchina è distrutta! —Exclamó entre lamentos— 
Brüssel: ¿Terminaste o es que acaso hay algo más que debas romper?  
Ismael: Entra a la casa y cámbiate de ropa, Brüssel.  
Brüssel: No voy a entrar a cambiarme de ropa porque debo ir a trabajar y ya se me hizo tarde por tu culpa. ¡Giacomo llama un taxi que nos iremos de todos modos! 
Ismael: Ya te he dicho que no irás vestida así… no irás vestida así a ninguna parte —Repitió una y otra vez dándole más golpes al coche para luego lanzar la pala al suelo y en medio de un repentino sollozo darse golpes quejumbrosos en la cabeza con las manos— No quiero que vayas a ningún lado así. 
Brüssel: ¡Amor! No hagas eso, cielo. ¡Ya detente! 
Ismael: ¡No quiero! ¡No quiero! 
Brüssel: Está bien amor… no iré a ningún lado vestida así —Le prometí sujetando sus manos para que dejara de darse golpes en la cabeza— Voy a cambiarme de ropa… lo haré ¿De acuerdo? Ahora cálmate por favor. 
Ismael: Me duele la cabeza Brüssel. 
Brüssel: Volvamos dentro de la casa, cielo… voy a darte un analgésico para el dolor de cabeza y un pronto te sentirás mejor —Le dije acariciando sus mejillas— ¡Vamos! 
Una vez que ingresamos a la casa, acompañé a mi esposo hasta nuestra habitación y allí le pedí que se recostara en la cama. Le serví un vaso de agua con un analgésico y también con la medicina que tomaba para tratar y controlar aquellos arrebatos repentinos que le nacían por algún disgusto y que le resultaba imposible controlar. 
Minutos más tarde luego de que se quedara dormido, salí un momento hasta la sala donde mi suegra me siguió desesperada preguntándome por qué su hijo se había puesto de esa manera. 
Sra. D'Angelo: Nunca en mi vida lo había visto de esa manera. Mi hijo no es así Brüssel ¿Qué es lo que le sucede? 
Brüssel: Hay muchas cosas que usted aún no sabe suegrita y debemos hablar al respecto —Dije tomándola de una mano— pero es una larga historia. 
Sra. D'Angelo: ¡No me importa! Yo necesito saber qué fue lo que sucedió con mi hijo durante todos estos años. Necesito entender ese comportamiento que acaba de tener. 
Brüssel: ¡Lo sé y se lo explicaré! ¡Giaco, mi querido, siento mucho en verdad lo de tu coche! Llamaré ahora mismo a los de servicios técnicos para que se lo lleven y te prometo que quedará como nuevo para dentro de un par de días. 
Giacomo: ¡Ay honey! No te angusties —Pidió besando mi frente— 
Sra. D'Angelo: Iré un momento para acompañar a mi hijo. 
Brüssel: Está bien. 
Giacomo: ¿Brüssel que fue lo que detonó esta vez la histeria de tu esposo? Cuando llegué ustedes dos ya estaban discutiendo. No me digas que fue solo por la forma en que ibas a ir vestida al trabajo. 
Brüssel: Fue por eso ¿No oíste acaso que no quería que fuera vestida así al trabajo? 
Giacomo: Brüssel pero tú nunca vas vestida de ese modo para trabajar —Susurró— querías molestar a Ismael y vaya que lo lograste —Recalcó en lo que yo llorando me eché sentada sobre el sofá— ¡Ay honey! 
Brüssel: No fue mi intención poner de ese modo a mi Ismael. 
Giacomo: ¡No llores! Al fin y al cabo ya pasó. ¿Pero por qué estaban discutiendo? 
Brüssel: Es que mientras me hacía el amor me dijo que tenía los senos más hermosos que había visto en este mundo —Comenté mientras continuaba sumida en mis lágrimas— 
Giacomo: ¿Qué? ¿Y es que acaso eso te molestó? Tu esposo alabó tus senos como siempre lo ha hecho. 
Brüssel: Dijo que tenía los senos más hermosos que había visto, Giaco… Significa que tuvo otros senos delante de él y de solo imaginar que se acostó con otras mujeres durante estos años, me dan muchas ganas de ponerme histérica también y romper todo a mí alrededor. 
Giacomo lanzó un gran suspiro y no dijo nada por un par de segundos pero luego habló finalmente. 
— ¡Brüssel! Tu esposo habrá perdido la memoria pero no las ganas y si se acostó con otras mujeres fue porque estaba solo, porque no recordaba que tenía una familia. No recordaba que tenía una hermosa esposa a quién serle fiel y quién lo mantenía incapaz siquiera de voltear a mirar a otras mujeres. ¿Por qué razón te atormentas pensando en eso? 
Brüssel: Sentí muchos celos cuando lo dijo. 
Giacomo: Y por eso decidiste vestirte de ese modo provocativo para desquitarte con él. 
Brüssel: Lo hice y no fue una buena idea. 
Giacomo: No lo fue honey… ¡Mira en qué estado quedó mi coche porque enfureciste a Ismael! Brüssel, estando en sus cinco sentidos tu esposo jamás te haría daño pero cuando se pone de ese modo es muy peligroso. Entiendo que ahora tus hormonas están alborotándote por completo pero debes controlarte y mantener el tacto que tienes con Ismael porque si no lo haces y pierdes los estribos él los perderá también y podría ocurrir una desgracia. 
Brüssel: ¡Dios nos libre! Por favor no lo digas ni de broma. 
Giacomo: ¡Escúchame! Iré yo solo ahora a la oficina ¿De acuerdo? Y tú vas luego del mediodía. 
Brüssel: Sí, será lo mejor porque debo hablar con mi suegra. Hasta ahora no pude hacerlo y se encuentra muy confundida con todo lo que acaba de ver. 
Giacomo: Mmm… Hazlo. 
Brüssel: ¿Pediste ya un taxi? 
Giacomo: Lo hice y acaba de llegar. ¡Nos vemos luego honey! 
Brüssel: ¡Nos vemos! 
Cómo Ismael había ingerido su calmante aparte del analgésico para el dolor de cabeza, quedó profundamente dormido y entonces yo aproveché la ocasión para conversar con la Sra. D'Angelo y explicarle detalladamente cómo habían surgido las cosas al encontrar a Ismael. De qué modo lo encontré y todas las cosas que fuimos averiguando con el paso de los días, el detective Jeffrey Seeley y yo. 
Le conté sobre la pérdida de memoria de Ismael, sobre la historia oscura detrás de su desaparición, sobre la bala que poseía alojada en su cabeza, entre otras cuestiones que hacían qué en ocasiones se comportará del modo en que lo había hecho aquella mañana. 
La pobre Sra. D'Angelo caída en un profundo horror, en un absoluto desconsuelo lamentaba entre llantos el triste destino por el cual debió atravesar su hijo Ismael y al borde de un colapso emocional le supliqué que por favor se calmara pues no sería bueno qué Ismael la viera en ese estado al despertar. 
Me costó mucho calmarla. Le pedí a Marena que trajera un té de manzanilla para la señora y luego de vanos intentos por contenerla finalmente logró reponerse y yo pude explicarle el modo en que debíamos tratar a Ismael con respecto a sus repentinos arrebatos histéricos y le expliqué también que debido a que las investigaciones del detective Jeffrey Seeley aún continuaban en proceso, nadie debía saber sobre la reaparición de Ismael. Nadie más fuera de la familia más cercana que ya lo había visto. 
Sra. D'Angelo: No te preocupes Brüssel que esta vez yo daría la vida por mi hijo. Nadie volverá a arrebatármelo y mucho menos hacerle padecer todas aquellas cosas horribles que tuvo que vivir. 
Brüssel: También yo suegrita… Nadie volverá a meterse con mi esposo porque en esta ocasión soy capaz de lo que sea por protegerlo. 
Sra. D'Angelo: Possa Dio proteggere la nostra famiglia! 
Brüssel: Così sia! 
Sra. D'Angelo: Ahora sí iré a la cocina para prepararte la sopa minestrone que te prometí. Esa sopa le hará mucho bien también a mi hijo. 
Brüssel: ¡Es cierto! Clementina se encuentra hacia el jardín con Lyra. La llevó a jugar hasta que su papá se calmara. Si la necesitas puedes llamarla. 
Sra. D'Angelo: Mmm fue lo mejor. La llamaré si la necesito. 
En lo que mi suegra se esmeraba en la cocina yo volví a la habitación para cambiarme de ropa y para estar con mi esposo recostándome a su lado hasta que finalmente despertara. 
— Hola cielo… ¿Ya no te duele la cabeza? 
Él solo contestó con un lleve no, sin emitir ninguna otra palabra y quedando bastante pensativo. 
— ¡Oye! Te gustaría ir conmigo a la galería. 
— ¿A la galería Brüssel? ¿Me llevarías contigo? 
— Creo que necesitas salir amor. Permanecer todos los días encerrado aquí está estresándote demasiado y eso no es bueno. 
— Sí quiero ir. 
— Iremos entonces corazón —Le dije llenándolo de besos— Levante, date un rico baño y ponte muy guapo para irnos. 
— Lo haré ahora mismo —Exclamó levantándose con entusiasmo— No te vayas sin mí Brüssel. 
— Por supuesto que no amor… Primero comeremos el rico almuerzo que está preparando tu madre y luego iremos a la galería juntos. ¡Anda! ¡Ve a preparate! 


EL PINTOR DE BRUSELAS ©®  
REGİSTRO: 2010135601902
@BRITZBERG BY GISSELLE MARTÍNEZ 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.