El Pintor De Bruselas

MI SOMBRA

La recepción de nuestra boda había transcurrido con normalidad si bien de tanto en tanto yo debía estar en alerta por ciertas cuestiones que me incomodaban. 
Los invitados, personas que alguna vez fueron muy allegados a Ismael, se acercaban a él para conversar o al menos intentar hacerlo siempre y cuando se tratara únicamente sobre pinturas pues no habíamos entrado en detalles con nadie sobre la pérdida de memoria de mi esposo. 
Los encargados de inmortalizar aquel momento maravilloso, nos grabaron y nos tomaron sientos de fotografías bailando juntos, recortando nuestro pastel que previamente ya había sido cortado por Lyra e Ismael, y recorriendo en nuestra pequeña burbuja de amor generando nuevos recuerdos a nuestras vidas. 
Comimos y bebimos un poco y volvimos a bailar, esta vez con nuestra hija. Esa personita maravillosa que era la prueba más grande del amor que alguna vez Ismael y yo ya nos habíamos tenido. Todo fue perfecto o casi todos lo fue pues en ocasiones me asaltaban los miedos sobre lo que debía ocurrir al acabar la fiesta y me asaltaba también el coraje por la presencia de Orleana Greco quien en algún momento no perdió ocasión en volver a acercarse a Ismael. 
— No interfieras de nuevo Honey porque sería un acto de mucha inseguridad de tu parte. 
— ¡Suéltame Giaco! 
— ¿A qué le tienes miedo? —Preguntó sin qué me salieran las palabras para contestar— ¿Acaso tú no confías en este Ismael? 
— Giaco… conozco muy bien a mi esposo. Pese a que muchas cosas no sean las mismas en él, no ha cambiado demasiado. Su mayor debilidad fueron y siempre serán las voluptuosidades femeninas —Le dije—   
— Mmm… pero tiene contigo todo lo qué necesita y le gusta. No andará mirando a otras mujeres.  
— ¿Sabes cómo fue que existió “La Forma De Mi Deseo”, Giaco? ¿Lo sabes? 
— No lo sé porque quizás porque nunca me lo contaste. 
— Mi esposo estuvo a punto de pintar desnuda a aquella descarada. 
— ¿Qué estás diciendo Honey? —Preguntó llevándose una mano al pecho— ¿Cuando él y tú ya estaban casados?  
— Ehhh…  
— My good! ¿Y fue Ismael quién se lo pidió? 
— Quiero creer que no. No te contesto esa pregunta porque no me consta que él se lo haya pedido a ella, pero lo que sí me consta es que andaba en busca de una modelo eso y un día por poco me hago a la idea de qué estaba engañándome con otras mujeres porque andaba muy raro y misterioso entonces un día decidí seguirlo hasta uno de sus talleres para averiguar lo que estaba sucediendo. 
— ¿Honey todo eso sucedió en verdad y tú nunca me lo contaste? ¿Cómo pudiste? 
— Es que esos episodios no quise volver a recordar los jamás, Giaco. 
— ¿Y qué sucedió cuando lo seguiste al taller? 
— Había tres mujeres allí… tres —Repetí dándole un sorbo a mi copa de Champagne— y en batas Giaco. Pero no duraron nada allí cuándo las descubrí porque las corrí del taller así como estaban y le exige explicaciones inmediatas a Ismael.  
— ¿Qué te dijo?  
— Me dijo como si nada qué pintaría un desnudo y que andaba en busca de una mujer para eso. Juro que le armé un escándalo que no te imaginas Giaco, diciéndole qué quería ver a que mujer pintaría desnuda luego de haber corrido yo a todas esas descaradas en batas y me dijo él que si no era una de esas chicas que yo había corrido entonces escogería a Orleana quien se había ofrecido a ser su modelo. ¿Puedes creerlo? —Dije con muchas ganas de echarme a llorar de tan solo pensar en todo aquello— 
— Mmm… ¡Ahora entiendo! fue así como acabaste siendo tú la modelo de su desnudo artístico. Te ofreciste por celos, Honey. 
— Ehhh… por celos —Admití— y nunca me arrepentí pues por nada del mundo iba a permitir que otra mujer estuviera desnuda delante de mi marido. Accedí a ser yo su modelo, ahhh… pero no sin antes darle una bofetada que me sacó chispas de la mano derecha. Ahora déjame ir para espantar a esa mosca molestosa de mi dulce miel —Le dije y me dirigí raudamente hasta ambos— 
Brüssel: ¿Amor, todo bien? 
Ismael: Todo bien… aquí está mujer está contándome cosas mi Brüssel —Dijo llevándose un bocadillo a la boca— 
Brüssel: ¿Ah sí? ¿Y Qué cosas son esas? 
Orleana: Anécdotas nuestras, Brüssel, que tú no entenderías pero al parecer a Ismael repentinamente le dio por jugar a la amnesia —Dijo de un modo tan pero tan descarado que me dieron muchas ganas en verdad de arrancarle hasta el último mechón de cabello— 
Brüssel: Sólo para que lo tengas muy en cuenta te diré qué mi esposo no está jugando a la amnesia Orleana por lo tanto no posee ni una microscópica partícula de recuerdos sobre ti —Le dije entre susurros acercándome a ella— ¿Vamos por más bocadillos, amor? También se me antojaron —Dije tomándolo de un brazo hasta llegar a al room service del lobby donde ingresamos y cerré un momento la puerta— 
Ismael: ¿Qué te sucede mi Brüssel? ¿por qué me jalas así y porque cerraste la puerta? 
Brüssel: ¿Qué fue lo que te dijo ella? Contéstame Ismael y no te atrevas a decirme mentiras. 
Ismael: ¿Por qué te diría mentiras? 
Brüssel: ¡Contéstame! 
Ismael: Esa mujer me dijo que me había extrañado mucho y también me dijo que estaba feliz de que haya regresado. ¿Brüssel, dónde es el pabellón de los lienzos? 
Brüssel: ¿Por qué preguntas eso? 
Ismael: Porque esa mujer me preguntó si podríamos vernos allá, pero yo le dije qué no conocía ese lugar y no me creyó y me insistió con lo mismo hasta que llegaste tú. 
Brüssel: Maldita descarada, resbalosa y ofrecida —Grité impulsivamente lanzando una copa al suelo invadida por el coraje y la rabia— 
Ismael: ¿Brüssel Qué te sucede? ¿Ahora por qué rompiste esa copa? 
Brüssel: ¡Escúchame muy bien Ismael! No quiero que estés cerca de esa mujer. No te quiero ni a 10 metros de ella, ni a 20 ni a 30 y estoy hablándote muy en serio. ¿Me has entendido? 
Ismael: ¿Brüssel porque te pones así? ¿Por qué lloras? 
Brüssel: Prométeme amor —Pedí otra vez mientras él me abrazaba— 
Ismael: Te lo prometo mi amor, pero ya no llores. No entiendo por qué te pones así. 
Después de oír su promesa quedé en calma entre sus brazos. Permanecí por un par de minutos allí y luego tomé un platillo con bocadillos que se encontraba sobre la mesa. 
Brüssel: Mmm… ya tenía mucha hambre amor —Dije llevándome un bocadillo a la boca mientras mi esposo volvía abrazarme desde atrás posando su mano izquierda sobre mi seno derecho y besando cosquillosamente mi cuello—  
— Ya quiero irme de aquí Brüssel. Vamos a casa y te haré el amor toda la noche mi hermosa mujer. 
Brüssel: Iremos a casa cielo y me harás el amor toda la noche pero… —dije prolongando la palabra— Antes tenemos algo pendiente. Tú tienes algo pendiente —reiteré mientras él me soltaba— 
Ismael: No quiero hacer eso Brüssel… no quiero porque no resistiré las ganas de estrangular con mis propias manos a ese hombre. Si es culpable de todo como dicen el detective y tú ¿por qué no pueden enviarlo a prisión de una vez? 
Brüssel: Tú y yo ya hablamos sobre esto Ismael. Solo será una vez y al amanecer ese hombre no volverá a tener paz en su vida y no podrá huir porque no tiene opción de hacer eso. Bentley Thompson es un hombre demasiado importante como para huir igual que una rata y si lo hiciera, dejaría huellas de muchas especulaciones por lo que no hará tal cosa. 
En ese preciso instante fui yo quien lo abrazó. Lo rodeé con mis brazos apoyando mi cabeza sobre su pecho prometiéndole que todo estaría bien. 
La recepción de nuestra boda aún no había llegado a su fin sin embargo llegó el momento de proceder al plan y siempre con la gran colaboración del Sr. Giacomo Lunedino. Decidimos llevarlo a cabo durante la recepción pues de ese modo ante algún posible inconveniente, tendríamos argumentos y testigos suficientes para decir que nos encontrábamos en el Hotel San Cassiano Cà Favretto celebrando una boda. 
Las invitaciones que recibieron Bentley Thompson y Magda Gypser desde luego señalaban una dirección muy contraria a la que nos encontrábamos pero hasta el sitio de solo Bentley había acudido ante la rotunda negativa de mi hermanastra de querer ir hasta allá. 
Bentley Thompson llegó a las inmediaciones del Hotel Petit Palais donde fue abordado y reducido junto con sus guardias por unos hombres enviados por el Sr. Lunedino. Bentley Thompson tuvo que ser dormido de modo a ser trasladado lo más rápido posible hasta una casa particular en Porto Marghera según el plan. 
Un par de horas después y pese a que no había acudido hasta el sitio junto con Bentley, Magda Gypser también fue abordada mientras se dirigía de un supermercado con dirección al domicilio que compartía con mi padre. 
Ella también fue dormida, pero trasladada hasta otro sitio debido a que los planes para con ella serían muy distintos al plan relámpago ideado para Bentley Thompson. 
PORTO MARGHERA, 9:37 p.m. (CASA PARTICULAR DEL SR. LUNEDINO) 
Mi corazón se sintió bastante oprimido ante el temor de que mi esposo no lograra controlar sus impulsos y acabara cometiendo una locura, pero al observarlo bajarse del coche, decidido y con sus sentidos bien puestos, vestido como aquel día qué desapareció, con el mejor disfraz del carnaval, con la capa más llamativa y la máscara que quedó simbolizada con su muerte; sentí algo de paz, confiando en qué le daría un buen escarmiento a Bentley Thompson y que haría temblar el suelo de su miserable para que no volviera a conciliar la paz ni con todo el poder ni con todo el dinero del mundo. 
— ¿A dónde me han traído? ¿Qué lugar es este? ¡Malditos! ¿Qué es lo que quieren de mí? ¿Dinero? ¿Me han secuestrado y quieren dinero? —Hablaba y preguntaba incesante una y otra vez amarrado a una silla en medio de una habitación vacía y semi oscura, con la cabeza cubierta con un saco de tela— ¡Miserables! ¡Se van a arrepentir de esto! ¡Lo juro! —Prosiguió en lo que una puerta se abría lentamente alumbrando una tenue luz que le dejaba ver a través del saco de tela una silueta que se acercaba a él con pasos firmes haciendo repicar sus botas por el piso— ¿Quién eres tú? ¡Contesta! —Exigió en lo que la misma silueta le retiraba con brusquedad el saco de tela de la cabeza— 
Bentley Thompson al ver lo que tenía enfrente no solo quedó enmudecido, quedó estático y sin la mínima palabra para continuar con sus exigencias y amenazas. 
— Gritas demasiado Bentley Thompson y cuando alguien grita demasiado comienza a dolerme mucho la cabeza —Dijo pegando su enmascarado rostro al de Bentley— ¿Sabes lo que sucede cuando comienzo a sentir mucho dolor en la cabeza? Me invaden unas terribles ganas de estrangular a alguien con mis propias manos, de demoler a batazos todo a mi alrededor, incluso una cabeza cómo la que cargas sobre ese cuerpo —Añadió empujando con su dedo índice la cabeza de Bentley— No sé por qué me sucede eso… no puedo controlarme. El doctor me explicó que han de ser a consecuencias de la bala que se me quedó alojado en el cerebro. 
— ¿Eres tú? ¿Eres tú en verdad? 
— ¿Quién? ¿Quién soy yo en verdad? —Le preguntó comenzando estrujar el cuello de Bentley con sus manos— ¡Contéstame! ¿Quién soy yo? —Repitió apretando aún con más fuerza hasta comenzar a sentir su desesperada asfixia— 
Si no hubiese sido por uno de los hombres (también enmascarados) del Sr. Lunedino que ingresó a interrumpir la acción de Ismael, muy probablemente una desgracia se habría desatado, pero por fortuna él acabó soltándolo a tiempo. 
— Voy a acabar contigo tarde o temprano Bentley Thompson. Mi sombra, esta que ves ahora, te seguirá a todas partes y no podrás huir así cabes 30 metros bajo tierra para intentar ocultarte. Pronto volverás a saber de mí. Ahora intenta volver a respirar y no dejes hacerlo mientras puedas.  
— Tú no puedes estar vivo Ismael. Tú no puedes… no puedes —Repitió en tono demente, entre gritos un poco antes de volver ser dormido por el hombre que acompañaba a mi esposo— 
El corazón nunca se me había detenido durante tanto tiempo aquella noche y volvió a latir únicamente cuando vi salir a Ismael de la casa, pero latió con aflicción pues él no abandono el sitio en muy buen estado. Se veía bastante alterado y desesperado como en una de sus ya típicas crisis. Tomó una piedra y otra y comenzó a romper los cristales de las ventanas, rompió plantas, las macetas y todo lo que halló a su alcance hasta que finalmente pudo ser detenido por otros dos hombres más que nos habían acompañado junto con el Sr. Lunedino. 
Sr. Lunedino: ¡Ismael Por favor cálmate! Ya todo pasó. 
Brüssel: ¡Amor, todo está bien! —Dije abrazándolo muy fuerte— ¡Ya todo pasó amor! ¡Todo! 
Ismael: Quiero irme a casa Brüssel. Ya no quiero estar aquí. 
Brüssel: Iremos a casa cielo… Iremos ahora mismo. 
Luego de que Ismael y yo abordáramos el coche, el Sr. Lunedino ordenó a sus hombres que trasladaran a Bentley Thompson de regreso hacia el sitio donde lo habían abordado y les pidió que tuviesen mucho cuidado a que absolutamente nadie los viera. 
Sr. Lunedino: Lo dejan y vuelven de inmediato. Muy probablemente ya lo estén buscando por lo tanto no quiero que vayan a dejar siquiera la mínima pista. 
Guardia: Sí señor… —Dijo uno de ellos y al rato abordaron otro coche dónde pusieron a Bentley Thompson para llevarlo de regreso hasta dónde lo habían capturado. 
Durante todo el camino Ismael no emitió palabra alguna y tampoco yo iba a preguntarle absolutamente nada al respecto pues mi esposo no se veía bien y todo lo que deseaba tanto como él era llegar a casa para descansar luego de un largo y agotador día. 
Cuando llegamos a casa nos despedimos del Sr. Lunedino y yo le agradecí de corazón por todo el apoyo que nos había brindado aquel día. 
Sr. Lunedino: No dude en contactar conmigo si necesitan alguna cosa Sra. Brüssel. 
Brüssel: Le prometo que lo haré. Grazie mille Signore Lunedino! Buona notte! 
Sr. Lunedino: Buona notte! 
 




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