El Pintor De Bruselas

ALGO TERRIBLE

Desde que Ismael había salido de la galería con paradero desconocido, yo lo había notado bastante pensativo. Sospechaba de que alguna cosa había sucedido. ¿Pero cómo saberlo? Así se lo preguntara insistentemente, no me lo diría, entonces no me quedaba intentar averiguarlo por mí misma. 
En cuanto a las cuestiones relacionadas con la primera audiencia, el abogado Henckels se preparaba para presentar las declaraciones de Magda Giyser, decidiendo dejando aun al margen las grabaciones que también formarían parte de las pruebas en caso pero en caso requerirlas. Sobre Suzette Magyar, desconocíamos su paradero exacto si bien sabíamos qué había retornado a su ciudad natal en Szeged (Hungría). 
El juez de la causa había remitido la orden de que compareciera a una de las audiencias, sin embargo sería complicado ubicarla tan rápidamente. 
Abg. Henckels: Quizás los hermanos Höfner aporten datos sobre el paradero exacto de la señora Magyar, eso en caso de que aún reside en el mismo lugar de siempre. Por su parte la señora Gypser podrá declarar sin ningún inconveniente. El inconveniente lo tendremos posterior a sus declaraciones porque en ellas involucrará a mucha gente. Su padre, el señor Gregor Holbein es uno de ellos y por supuesto también al cerebro de toda esta trama —Dijo aquel abogado — 
Ismael: Necesito hablar contigo. 
Magda: ¿Sobre qué? 
Ismael: Quiero qué me digas dónde puede estar escondido Bentley Thompson. 
Magda: ¿Qué dices? 
Ismael: Oíste muy bien mi pregunta, ahora contéstame. 
Magda: Ismael, así supiera dónde pudiera estar Bentley Thompson, ya sabes muy bien que no te lo diría jamás y no por proteger a ese sujeto, sino a ti. ¿Acaso te has vuelto loco? 
Ismael: Yo no necesito que me protejas. ¿No vas a decírmelo? 
Magda: Alguna vez ese sujeto te disparo en la cabeza sin la mínima compasión, por lo tanto lo volvería hacer sin pensarlo dos veces para deshacerse de ti otra vez. ¿Dime por qué y para qué quieres saber dónde estás? 
Ismael: No es de tu incumbencia y si no vas a decirme lo que quiero saber entonces otra persona sí lo hará. 
Magda: ¿Qué persona es esa? Ismael… Ismael… 
Mientras se desarrollaban los ajustes de la defensa para la segunda audiencia y aguardábamos todos el momento, al igual que las posibles consecuencias que pudieran presentarse posterior a las declaraciones de Magda, otras cosas acontecerían y una de esas cosas fue que mi esposo había decidido ir a la exposición de Obras de Orleana Greco y cómo podrán imaginar, aquella decisión acabó con todos mis nervios. 
— ¿Tú en verdad harás eso Ismael? ¿Te atreverás a hacerme una cosa como esa? 
— Solo asistiré a una exposición, Brüssel. Piensa en eso y no lo veas como algo malo? 
— Sabes que no será una exposición cualquiera. ¿Cómo es que tienes el descaro de decirme algo así? 
— Sigues con lo mismo solo porque no te agrada esa mujer, pero yo quiero ir y voy a ir. Si te sirve de tranquilidad, no permaneceré allí mucho tiempo porque luego iré al hotel de mi padrino para conversar sobre algunos asuntos. 
— ¿Ah sí? ¿Qué asuntos son esos? 
— Asuntos míos Brüssel. 
— Há… 
— Tú acuéstate y descansa tranquila —Me dijo intentando despedirse de mí con un beso— 
— No te me acerques ni mucho menos me toques. 
Furiosa y temblorosa me aparte de él y subí a mi habitación sin despedirme. Intenté mantener la calma y no ahogarme en un mar de llanto y coraje por aquella situación pues en lugar de eso debía ponerme a pensar inmediatamente que hacer al respecto. 
Yo no podía seguir a mi esposo sin embargo Giacomo si podía hacerlo, entonces lo llamé a su celular para comentarle lo que había sucedido y el favor que deseaba pedirle. 
— Tienes que hacerme ese favor, Giacomo. No te niegues porque si lo haces yo moriré aquí de angustia. 
— Ya cálmate honey. ¿Por qué no me explicas exactamente qué es lo que te preocupa? ¿Tú no estarás temiendo a que Ismael caiga en los envolventes atributos de Orleana Greco, o si? 
— No te atrevas siquiera a mencionarlo de nuevo —Le advertí comenzando a llorar— No se trata solo de eso. Aquella mujer me causa muy malas sensaciones. No confío en ella para nada. 
— ¡Ay honey! Escúchame y ya no llores ¿De acuerdo? Seguiré a tu marido a esa exposición sin que nadie se percate de mi presencia y mantendré los ojos puestos en él al igual que en Orleana Greco y te mantendré al tanto de todo lo que vaya sucediendo. 
Luego de aquellas palabras de Giacomo, quedé un poco aliviada y corté la llamada esperando a que hiciera todo lo que me había prometido. 
La exposición a la cual se había dirigido mi esposo, se llevaría a cabo en una de las galerías donde habitualmente Orleana Greco exponía sus pinturas y que se encontraba en las afueras de Venecia. Cuando Ismael finalmente llegó, cómo era de esperarse, fue recibido de inmediato por aquella mujer quién con su nulo recato se acercó y lo saludó. 
— ¡Ismael, que sorpresa! Pensé que no vendrías. Juro que acabas de sorprenderme. En verdad quería que vinieras y si no lo hacías, me habría molestado mucho contigo. 
— Solo he venido un momento para ver tus obras porque te lo había prometido y por qué no me gusta mentirle a las personas. Luego me iré porque tengo otros asuntos que atender. 
— Mmm… pues no debiste comprometerte a ningún otro asunto, al menos por hoy. ¡Ven! Ya que te quedarás solo un momento, empezaré entonces a enseñarte cada una de mis obras. ¡Bueno! Las que se encuentran aquí, desde luego —Le dijo enganchada a su brazo derecho mientras lo conducía hacia los pasillos de aquella galería para enseñarle sus obras en exposición— 
El recorrido duró aproximadamente unos 15 minutos hasta que se detuvieron delante de una de las pinturas. 
— No has dicho casi nada durante todo nuestro recorrido, Ismael. Dime algo sobre esta última pintura. ¿Qué te parece? 
— No soy crítico de pinturas. Quienes hacen eso y muy bien son mi Brüssel y también Giacomo, pero puedo decirte que me gustan tus pinturas. Son muy similares a las mías. Aquellas que se encuentran en L’arte di Amare. 
— Eso tiene mucha lógica Ismael porque tú y yo poseíamos gustos muy similares. Poseíamos la misma pasión y compartíamos la misma visión de las cosas. No en vano tú y yo habíamos compartido nuestra vida juntos alguna vez. 
— Mmm… ¿Estas son todas las obras que posees? 
— ¡Por supuesto que no! Algunas se encuentran en otra galería, otras en la galería de la asociación y tengo unas cuantas en mi casa porque aún no me he decidido a exponerlas. Son precisamente esas las que quiero que veas en algún momento. 
— Puedo verlas hoy mismo si te parece. 
— ¿Hablas en serio? Me dijiste que tienes otros asuntos que atender al salir de aquí. 
— Los tengo, pero habrá tiempo suficiente para cuando acabe con esos asuntos. 
— ¡Bien! Si tú lo dices, te recibiré encantada. Cuando acabe la exposición iré directo casa y te esperaré allí. 
— De acuerdo… ¿Me apuntas la dirección de tu casa? También tu número de teléfono para avisarte a qué hora estaré en camino. 
— Te lo apunto ahora mismo. ¿Brüssel no se molestará si llegas tarde esta noche en casa? 
— Mi esposa sabe que esta noche estaré muy ocupado. 
— ¡Estupendo! ¿Me pasas tu celular? Así te registro mi número, luego yo registro el tuyo en el mío para pasarte la ubicación exacta de mi casa en Spinea. 
Al cabo de unos minutos, luego de que Ismael le entregara su teléfono celular a Orleana Greco, ésta registró en el mismo su número y posteriormente Ismael registró la de ella y al cabo de un par de minutos, abandonó la galería para dirigirse rumbo a San Cassiano Cà Favretto. 
Giacomo, siempre oculto para no ser visto por alguien que pudiera reconocerlo, siguió a Ismael hasta el hotel e ingresó detrás de él. 
— ¿Brüssel acaso Ismael te digo que pasaría la noche aquí en el hotel?  
— No… solo me dijo que tenía unos asuntos pendientes con el señor Lunedino, pero no quiso contarme nada al respecto. 
— Pues sea lo que sea ese asunto, ya están tardándose demasiado. ¿Honey porque no me dejas volver ya a mi casa? Lo peor que pudo haber sucedido, no sucedió y del resto puedes encargarte tú, como por ejemplo echarle un vistazo de tanto en tanto al celular de tu marido por si se pone a chatear con la descarada esa. 
— En verdad es muy descarada esa mujer, pero juro que apenas pueda la pondré en su sitio. Giaco, puedes volver a casa que yo me comunicaré con Ismael a su celular. 
— De acuerdo honey… De todos modos ante cualquier cosa que surja no dudes en llamarme. 
— Lo haré. 
Cuando corté la comunicación con Giacomo, aguardé unos momentos para llamar a mi esposo, pero en cuanto lo hice, él no contestó. Extrañamente su teléfono celular estaba apagado y eso comenzó a inquietarme de un modo casi insostenible. 
De alguna manera intenté contener todos mis temores y ponerme a pensar. Si Giacomo lo vio ingresar al hotel y ya no lo vio salir del mismo, significaba al menos que se encuentra allí a salvo —Me dije— de todos modos por las dudas llamaré al Sr. Lunedino para cerciorarme. 
— ¿Brüssel cómo estás? ¿Todo bien? 
— Pues, bien Sr. Lunedino… —Contesté algo dubitativa— Tengo entendido que hoy mi esposo y usted se encontraron. ¿Él está ahí en su hotel? 
— Efectivamente nos encontramos hoy Brüssel y estábamos en el hotel, pero luego yo volví para mi casa. Quería acercar a Ismael hasta la suya, pero me dijo que tenía unos asuntos pendientes qué antender y que luego volvería a la habitación que tomó en el hotel porque me dijo que necesitaba estar solo para pintar. 
— ¿Pintar? 
— Fue lo que me dijo y también me dijo que tú lo sabías. 
— Mmm… Yo sabía que ustedes se encontrarían en el hotel, pero no mencionó nada sobre quedarse hospedado en una de las habitaciones para pasar allí la noche. 
— ¡Bueno! ¿Acaso Ismael no ha sido siempre así? 
— Lo fue. 
— Quizás tiene pensado pintar alguna cosa que prefiere que tú no veas. 
— Puede ser… Tiene mucha lógica, Sr. Lunedino. Quizás me alarmé sin sentido porque no me contesta su celular. 
— No debes preocuparte por nada, Brüssel. Ismael está seguro en el hotel. 
— Le agradezco mucho en verdad, Sr. Lunedino. Sus palabras me sacan un gran peso de mi corazón. 
— Me alegro. Estaremos en contacto ante cualquier situación. 
— Por supuesto. ¡Buenas noches! 
— ¡Buenas noches! 
Quizás el señor Lunedino tenía razón y no había motivos para preocuparme, sin embargo el hecho de que Ismael no me contestara el teléfono, no dejaba de inquietarme. Mi esposo ya me hubiese llamado para preguntarme cómo estoy, no lo hizo y con mi corazón afligido, aquella noche decidí acompañar a mi hija en sus sueños yendo a dormir con ella a su habitación. 
Su inmensa alegría por aquello,  distrajo a mi alma quebrantada y gracias a eso pude conciliar el sueño en su inmensa alegría y toda su paz. 
A la mañana siguiente cuando mi hija y yo despertamos y la alisté para ir a la escuela, bajamos al comedor y sorpresivamente Ismael ya se encontraba en la casa, esperándonos presto para el desayuno. 
Brüssel: ¿Amor? 
Ismael: ¡Buenos días mi Brüssel! ¡Buenos días, niña bonita! —Exclamó cargando a Lyra entre sus brazos— 
Lyra: ¡Buenos días papito! ¿Por qué no viniste anoche? 
Brüssel: También yo quisiera saber por qué no viniste anoche, cielo. 
Ismael: Me quedé en el hotel de mi padrino, pintando por largas horas. 
Sra. D’Angelo: Hai una grande casa con innumerevoli angoli dove puoi iniziare a dipingere e decidi di andare in un albergo. (Tienes una casa grande con innumerables rincones donde puedes ponerte a pintar y decides ir a un hotel) 
Brüssel: No me parece mal que te hayas quedado a pintar en la habitación de un hotel. Lo que sí me parece mal es que no me hayas llamado. 
Ismael: Mi teléfono celular se quedó sin pilas, Brüssel —Dijo dándome un beso— Mejor desayunemos para luego llevar a nuestra hija a la escuela— 
Lyra: ¡Yupi! 
Brüssel: Ok… A desayunar entonces. 
Sra. D’Angelo: Vado a servire la colazione adesso. (Voy a servir el desayuno ahora). 
Luego de dejar a nuestra hija Lyra en la escuela, mi esposo y yo fuimos rumbo a la galería y en lo que duraba el trayecto, pudimos conversar un poco mientras él me rodeaba entre sus brazos. 
— Nunca permitiré que te hagan daño mi Brüssel. Ni a ti ni a nuestros bebés. A nadie de nuestra familia. 
— Mi amor, con que tú estés bien, nosotros estaremos bien también. Quiero y necesito que lo entiendas. ¡Por favor! 
— Yo estaré bien. No tienes que preocuparte demasiado por mí. 
— Eso es imposible Ismael. Yo siempre me preocuparé por ti —Le dije mientras él me daba un beso en los labios— Te amo mucho, cielo y moriré si algo vuelve a sucederte. 
— Yo te amo mucho más ni hermosa. Mucho, mucho. 
Para todo lo que Ismael me había hecho el día anterior, yo debía estar muy molesta con él y pedirle un sinfín de explicaciones, sin embargo no pude hacerlo pues mis ganas de pelear y discutir estaban muy por debajo de mis intenciones aquella mañana. 
Cuando llegamos a la galería, mi esposo me dijo que tenía ganas de ir un momento al salón donde se encontraban sus viejas obras. Las que habia hecho antes de su desaparición. Él deseaba verlas y entonces yo le di la llave del mismo para que fuera. 
Valeria ya se encontraba en L’arte di Amare y mientras mi esposo se hallaba en el salón, ella y yo nos dispusimos a poner en orden algunas fechas de próximos eventos sobre lanzamientos de obras en la galería. Las exposiciones individuales que habitualmente realizábamos en otoño hacían parte de nuestra agenda para las próximas semanas y deseábamos contar con artistas de otras ciudades e incluso provenientes del extranjero, entonces Valeria y yo comenzamos la convocatoria para todos los pintores que deseaban postularse. 
— ¿Por dónde andas Giaco?  
— Brüssel, sucedió algo terrible —Dijo repentinamente paralizándome el corazón del susto— 
— ¿Por qué me asustas así Giaco? Dime qué sucedió. 
— Acabo de leer las noticias en las redes, que está comenzando a circular en todos los demás medios. 
— ¡Habla, por favor! 
— Esta mañana encontraron el cuerpo sin vida, de Orleana Greco en su casa, de Spinea.  
 




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