El Pintor De Bruselas

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Según los primeros reportes policiales, en horas de la mañana la secretaria de la galería “Il Regno dei pennelli” de Orleana Greco y el agente artístico de la misma habían llegado hasta la residencia de la mujer en Spinea pues es lo que hacían habitualmente luego de cada exposición, por sobre todo la secretaria Regine Leite quién le traía las primeras noticias de cada día y los balances de cada presentación tanto de la suya como la de otros pintores participantes. 
Entre otras cuestiones, la primera versión de la secretaria fue que siempre llegaba a casa de la víctima en vista de que vivía cerca, e iban juntos al trabajo. Aquella mañana hizo lo mismo, pero en compañía del agente que la representaba, pensando en conversar un poco con ella sobre el evento de la noche anterior. 
Al llegar y luego de mucho insistir tocando el timbre, la secretaria Regine Leite le dio media vuelta a la casa y notó que una de las ventanas estaba semi abierta, razón por la cual tanto ella como el agente Carlo Cipriani se mostraron alertados debido a que la artista plástica no atendía al llamado de la puerta. Dieron aviso entonces a las autoridades quienes minutos más tarde se hicieron presentes y confirmaron finalmente el hallazgo dentro de la casa, del cuerpo sin vida de Orleana Greco. 
Giacomo: Dicen que la ejecutaron con un disparo en la cabeza. Tenía la cabeza cubierta con un saco. 
Brüssel: ¡Suficiente, Giaco por favor! 
Valeria: Dio santo! Esto en verdad es terrible. 
Giacomo: Pensar que solo anoche la había visto. 
Valeria: ¿Y tú donde la viste? 
Giacomo: En su exposición. Sentí curiosidad y fui a ver. 
Valeria: Mmm… 
Giacomo: ¿Brüssel, en que piensas? 
Brüssel: ¿Giaco, y si esa mujer en realidad era cómplice de Bentley Thompson y él tuvo que ver con la muerte de ella? 
Giacomo: ¿Honey que dices? Yo sé qué toda esta historia que nos envuelve es de ciencia ficción, pero no deberías echarle más leña al fuego pensando en esas cosas. Mejor deja que las autoridades se encarguen de esa labor. 
Valeria: Pero es imposible no pensar en posibilidades porque todo esto es muy extraño, Giacomo. 
Debo decir que yo no me alegraba de la muerte de aquella mujer y no me alegraría de la muerte de ninguna persona. Pese a que detestaba mucho en verdad a Orleana Greco, me pareció realmente terrible, aterrador y al mismo tiempo, sumamente extraño lo que habían hecho con ella. Tal y como lo dijo Giacomo, una leña más al fuego para nuestra abrasadora hoguera. 
Orleana Greco era miembro de la Asociación de Artistas Plásticos de Venecia y como tal el presidente de la institución, Santino Tagliani, conmocionado al igual que todos los miembros, declaró tres días de duelo y suspensión de cualquier actividad artística que debiera realizarse en esos días. 
Santino Tagliani: La triste y espeluznante noticia que hemos recibido esta mañana fue realmente impactante para cada uno de nosotros. Nos encontramos sumidos en la más absoluta consternación por la pérdida tan abrupta y estremecedora de uno de los miembros de nuestra asociación. En su memoria estaremos de duelo en vigilia durante 3 días y desde aquí nos mantendremos atentos al caso que envuelve al crimen tan atroz cometido contra Orleana Greco. Sin duda, una de nuestras mejores colegas dentro del círculo de artistas. 
Yo como miembro de la asociación, en lugar y representación de mi esposo, asistí a aquella reunión y decidí ir sola en vista de que no deseaba que Ismael se involucrara en nada que tuviera que ver con ese asunto. A Ismael lo había dejado en la galería, pintando en el salón donde yacían todas sus obras y sus pertenencias de trabajo, y por esa razón me sentía un poco aliviada mientras formaba parte de aquella reunión. 
Brüssel: ¿Valeria, mi esposo sigue dentro del salón? 
Valeria: Sigue adentro y acabo de llevarle la merienda. 
Brüssel: ¡Menos mal! —Exclamé lanzando un suspiro pues en los últimos días mi esposo se marchaba de la nada y sin querer decirme siquiera para dónde iba— 
Giacomo: ¡Brüssel, más malas noticias! 
Brüssel: ¡Ay no! 
Giacomo: Acabo de enterarme de que van a llamar a declarar a todas las personas que estuvieron en contacto o en cercanías con Orleana Greco y eso significa que tanto Ismael como yo seremos llamados a declarar por haber estado en la exposición de anoche. 
Brüssel: Giaco, pero si tú me dijiste que nadie te vio dentro de la exposición. 
Giacomo: ¿Cómo que no, Brüssel? No soy invisible. Quien no me vio fue tu esposo, pero no pude volverme invisible para que otras personas no me vieran. 
Brüssel: Maldita sea Giaco. ¿Todo esto es en serio? 
Valeria: ¿El Señor Ismael estuvo en la exposición de la muerta? 
Brüssel: Desgraciadamente sí Valeria… ya me temía algo así pudiera suceder. 
Giacomo: Y yo ya me temía qué seguir a Ismael acabaría siendo una muy mala idea y que terminaría enterándose de eso. A ver si me ayudas cuando me haga preguntas. 
Brüssel: ¿Por qué tendría que enterarse de que lo seguiste? Si Ismael te pregunta alguna cosa, le dirás simplemente que como crítico de pinturas debías asistir a esa exposición porque te habían invitado. 
Giacomo: Mmm… pues veré si lo toma con credulidad. 
Brüssel: ¿Valeria, tú no le mencionaste nada a Ismael sobre lo sucedido? 
Valeria: De ninguna manera. 
Giacomo: Acabará enterándose de todos modos. 
Brüssel: Lo hará, pero al menos será en mi presencia —Dije sentándome sobre el sofá para descansar un poco y comer la merienda que Valeria había pedido para mí— 
Ismael: ¡Mi Brüssel, lo terminé! ¡Terminé mi cuadro —Exclamó repentinamente saliendo del salón donde se encontraba— 
Brüssel: Mmm… ¿De verdad amor? —Le pregunté con la boca atascada de medialuna mientras él me daba un beso en la mejilla— 
Ismael: ¡De verdad mi hermosa! ¿Quieres verlo? 
Brüssel: Por supuesto que quiero. 
Giacomo: ¿Y nosotros podemos verlo también? 
Ismael: No pueden… solo mi esposa puede. 
Giacomo: ¿Por qué esa abrupta exclusión? Te recuerdo que yo también soy crítico de arte, Ismael. 
Ismael: Ya sé lo que eres, pero quiero que mi Brüssel lo vea primero. 
Giacomo: Mmm… será como quieras entonces. 
Brüssel: Vamos, cielo. No me tengas con ansias —Le dije aún con mi pedazo de medialuna y mi vaso de chocolatada en mano— 
Nos dirigimos al salón y cuando ingresamos finalmente, con mucho recelo mi esposo descubrió el cuadro de la obra por la cual había estado trabajando durante días, casi de manera desapercibida. 
Ismael: ¿Y, que te parece mi amor? ¿Te gusta? —Preguntó y antes de que yo pudiera decir alguna cosa, la voz de Giacomo se me adelantó— 
Giacomo: Wooow! Lo volviste a hacer Ismael. ¡Impresionante! 
Ismael: ¿Qué haces aquí Giacomo? Te dije que solo mi Brüssel podía verlo. 
Giacomo: My god! Definitivamente has vuelto a tus inicios Ismael. Esta es una auténtica mezcla de romanticismo, impresionismo y rococó. Aunque también posee ese toque sutil de realismo. 
Ismael: ¿Significa que es buena? 
Giacomo: ¡Buena, no! ¡Buenísima! ¡Es perfecta! 
Brüssel: ¿Perfecta? ¿Te parece perfecta una pintura mía con mis kilos de más? 
Ismael: No te pinté con kilos de más, Brüssel. Te pinté embarazada y hermosa como siempre. 
¿En verdad mi esposo no hallaba otra cosa que pintar? Tal vez algún paisaje veneciano o algún gato sobre el tejado, con un pescado en el hocico, de haber deseado pintar algo realista. ¿Pero a mí de nuevo y estando así de gorda? 
Giacomo: No seas tonta Honey. La pintura es perfecta. ¡Ismael tú definitivamente eres un genio! 
Ismael: Gracias, pero si a Brüssel no le gusta, tus halagos no tienen sentido para mí. 
Giacomo: No seas tonto tú también. A ella no le gusta porque piensa que la has pintado gorda. Es un pensamiento con el cual vivirá hasta que nazcan los gemelos. 
Brüssel: ¡Suficiente! ¿Amor, acaso tú en verdad no tienes otra cosa que pintar? 
Ismael: No la tengo. Me gusta pintarte a ti. 
Giacomo: Me cuesta mucho pensar en cuánto podría valer esta pintura. 
Ismael: Pues no te esfuerces pensando en eso porque jamás pondré en venta esta pintura. 
Giacomo: Sí, sí… ya sospechaba qué dirías algo así, Pero eso no es impedimento para que me ponga a pensar en un precio estimado. 
Ismael: ¿Mi Brüssel, a donde vas? 
Brüssel: A terminar mi merienda. 
Giacomo: Pero Sí ya la terminaste Honey. 
Brüssel: Quiero volver a merendar. ¿Algún problema con eso? —Cuestioné mientras volvíamos a la sala— 
Ismael: Ningún problema mi bella. 
Giacomo: Por supuesto que ninguno. 
Raudamente Ismael retorno por unos momentos hasta el salón para cubrir la pintura y cerrar la puerta con llave de modo a que nadie ingresara. Cuando los tres yacíamos ya en la sala, allí nos topamos con un secretario enviado por agentes de criminalística de la Polizia di Venezia. 
Brüssel: ¿Quién es usted? ¿Podemos ayudarlo en algo? 
Valeria: Es un secretario de criminalística —Me susurró Valeria— 
Secretario: Me han enviado del departamento de criminalística. Traigo un citatorio para el señor Giacomo Conte y otro para el señor Briccio Magyar —Dijo el hombre y Giacomo se puso delante del mismo para recibir los dos citatorios— 
Ismael: ¿Qué citatorios son esos? 
Secretario: Son citatorios de investigación. 
Ismael: ¿De qué? 
Brüssel: Amor, esta mañana encontraron muerta a Orleana Greco en su casa. 
Ismael: Eso ya sabía. ¿Pero por qué nos envían citatorios? 
Giacomo: ¿Ya lo sabías? —Preguntó extrañado al igual que yo— 
Brüssel: ¿Cómo te enteraste, cielo? 
Ismael: No soy tonto Brüssel. ¿Te olvidas que mi hija y tú me enseñaron a usar la tableta para muchas cosas? En ella puedo ver las noticias a través de internet —Dijo en un tono completamente desinteresado hacia la lo sucedido— ¡Oiga! ¿Puedo saber por qué nos han enviado estos citatorios? 
Secretario: Todas las personas que estuvieron en contacto directo e indirecto con la víctima en las últimas 48 horas están siendo citadas para declarar. Los horarios de comparecencia se encuentran dentro del citatorio. ¡Adiós! 
Brüssel: Ismael, ojalá tú no hubieses ido a esa exposición. Nosotros ya bastante tenemos con tu caso como para tener que enredarnos con otro. 
Ismael: ¿Y a ti porque te citaron, Giacomo? 
Giacomo: Pues… porque también estuve en la exposición… y no me mires de ese modo. Yo soy crítico de artes y siempre asisto a muchas exposiciones. 
Ismael: Mmm… a muchas exposiciones. 
Giacomo: Así es. 
Brüssel: Amor, me comunicaré ahora mismo con el abogado Henckels para que te acompañe durante el citatorio de mañana. También a ti Giacomo. 
Ismael: Yo no necesito de ningún abogado, Brüssel. Diré toda la verdad y saldré del lugar. 
Brüssel: ¿A qué verdad te refieres? 
Ismael: Diré que el miserable de Bentley Thompson fue quién mató a Orleana Greco, porque ella era su cómplice y sabía muchas cosas sobre él. 
Brüssel: ¿Ismael tú de dónde sacaste todo eso? 
Giacomo: Tú no puedes decir todas esas cosas sin tener pruebas, Ismael. 
Ismael: Yo no soy el encargado de buscar pruebas. Les diré eso para que ellos se encarguen de investigar. 
Brüssel: No entiendo nada, Ismael. ¿Cómo sabes tú que Orleana Greco era cómplice de Bentley Thompson? 
Giacomo: Probablemente porque tu marido es igual de mal pensado que tú. 
Ismael: Porque me lo dijo tu padre? 
Brüssel: ¿Qué? ¿Y tú dónde viste a mi padre? 
Ismael: Brüssel, estás haciéndome muchas preguntas y no me gusta. 
Brüssel: No te gusta, eehh… de la nada tú estás diciendo muchas cosas que yo no sabía y has estado haciendo cosas a mis espaldas. ¿No me has confiado nada y ahora no quieres que te haga preguntas? ¿Tú sabes dónde está mi padre, Ismael? 
Ismael: No lo sé. 
Brüssel: Amor escúchame muy bien… cuando te presentes para el interrogatorio, tú únicamente céntrate en hablar sobre lo referente a la noche de la exposición. No se te ocurra decir ninguna de las cosas fuera de lugar que has dicho ahora. ¿Está claro? 
Con todas aquellas repentinas palabras, mi esposo en verdad comenzó a preocuparme y mucho más que antes pues no era capaz de medir sus impulsos de hacer o decir cosas. Agregado a eso, su negativa de querer ir acompañado del abogado Henckels que resultaría absolutamente contraproducente para él. 
Haciendo caso omiso, llamé al abogado y lo puse al tanto de la nueva situación que nos envolvía y que se nos había incrustado como una piedra más en los zapatos. El citatorio era para la mañana siguiente por lo que nos quedó tiempo suficiente de poder ajustar detalles sobre lo que Ismael debía decir en el departamento de criminalística, y para ello quedamos en encontrarnos en nuestra casa dentro de un par de horas. 
Ismael: Giacomo, quiero organizar una exposición. ¿Crees que pueda hacerlo? 
Giacomo: ¿Hablas en serio? 
Ismael: Lo hago. 
Giacomo: ¡Bueno Ismael! Tú solo tienes que tronar los dedos y todas las galerías de Venecia y alrededores querrán organizarte exposiciones. Y no te menciono L’Arate Di Amare porque esta galería es tuya al igual que de Brüssel y por lo tanto puedes hacer lo que tú quieras. De todos modos dime cuando te gustaría realizar la exposición y yo te lo organizó con mucho gusto —Le decía Giacomo con mucho entusiasmo mientras yo no podía evitar pensar en todo lo que había dicho Ismael— 
Ismael: ¿Brüssel?... ¿Brüssel? 
Brüssel: Mmm… dime, amor. 
Ismael: Quiero organizar una exposición. ¿Puedo? 
Brüssel: Claro que puedes, cielo —Le contesté mientras percibía su dicha y su entusiasmo, tan despreocupado por todo que hasta sentía envidia de él— 
Nos encontrábamos hasta el cuello de tantos problemas y sin embargo a él se le había ocurrido de la nada querer organizar una exposición. 
Brüssel: ¿Puedo saber a qué se debe? 
Ismael: ¿A qué se debe, qué? 
Brüssel: ¿A qué se debe que quieras organizar una exposición? Siempre celaste todas las pinturas que tenían que ver conmigo y ahora tú quieres exponerlas. A ti te urge mucho enseñarme inflada ante todos. ¿Es eso? 
Ismael: Ya te he dicho muchas veces que tú no estás inflada, Brüssel. Estás embarazada. 
Brüssel: Estoy embarazada e inflada aunque me repitas mil veces lo contrario. ¿Sabes que? Mejor vámonos ya a la casa que ahí quedé en encontrarnos con el abogado Henckels. Aún queda un par de horas, pero quiero ir a descansar un poco —Le dije y tomé mi bolso— 
Antes de salir le encargué a Valeria que continuara con los pendientes de la galería que ya no eran muchos y le dije que luego de acabarlos podía ir a descansar también a su casa. 
A la salida de la galería habíamos quedado que Giacomo vendría a la casa para hablar también con el abogado, pero antes él deseaba pasar a la suya debido a que tenía unos asuntos pendientes. Los tres abordamos el bote hidrante del muelle hasta llegar al puerto donde tomaríamos nuestros respectivos coches, como todos los días. Giacomo tomó el suyo y nosotros dos el coche que había estado utilizando Ismael para sus traslados debido a que yo había dejado el mío en la casa. 
Al abordar, junto a mí se encontraba una extraña caja que prontamente llamó mi atención y revisé. 
Brüssel: ¿Ismael, que hace esta caja aquí? —Le pregunté entre susurros— 
Ismael: Olvidé por completo guardarla de nuevo —Dijo tomándola de mis manos— 
En esos momentos decidí no preguntarle nada más para que el chofer que nos conducía a casa no se pusiera a oír nuestras conversaciones. Sin embargo ni bien llegamos, lo seguí hasta nuestra habitación donde él había subido raudamente cargando dicha caja. 
Brüssel: Quiero que me contestes Ismael. ¿Qué hacía esa caja dentro de tu coche? 
Lo que contenía aquella caja era la réplica del disfraz del carnaval de Venecia que había utilizado Ismael el día de su desaparición, junto con la máscara original que era lo único que habíamos encontrado de él el mismo día, y que yo guardaba en una caja apartada, dentro de mi placar. 
Brüssel: ¿Ismael, acaso no vas a contestarme? 
Ismael: No lo haré. 
Brüssel: Há… 
Ismael: ¿Sabes que he estado pensando, Brüssel? Que deberías dejar de llamarme Ismael. Ese hombre está muerto. 
Brüssel: Ese hombre está vivo y delante de mí ahora diciendo muchas tonterías. 
Ismael: Está muerto. Ismael D’Angelo ya no existe. 
Brüssel: ¿Y cómo quieres que te llame? ¿Briccio? Ese hombre tampoco existe y a diferencia de Ismael nunca existió. Te dieron identificación falsa y no se encuentra en los registros. 
Ismael: Entonces no me llames por ningún nombre —Elevó la voz de manera repentina— 
Brüssel: ¿Tú no has estado tomando tus medicinas, cierto? —Pregunté y me contestó al cabo de unos cuantos segundos— 
Ismael: Se me acabaron, Brüssel, pero no las necesito —Recalcó sentándose al borde de la cama mientras yo lo abrazaba y él me tomaba de la cintura— Estoy bien y estaré bien si no me sacas de quicio con tantas preguntas. 
Brüssel: ¡Ay amor! Justamente porque te sacas de quicio con cualquier tontería es que sí necesitas de tus medicinas. Sin ellas no te controlas como ahora que acabas de gritarme. ¿Merezco que me grites así? 
Ismael: ¡Nunca mi hermosa! —Contestó aún aferrado a mi cintura que para esas alturas de mi embarazo ya era puro bulto— Debiste decirme que tus medicinas habían acabado para pasar por ellas a la farmacia —Dije acariciando su cabello— 
En esos momentos tuve que dejar de lado el asunto del disfraz y la máscara pues sin sus dosis de medicinas, claramente no era buena idea alterar sus nervios e impulsos con ninguna cosa. Sin embargo ni bien volviera a su estado de serenidad yo tendría que averiguar de su propia boca no solamente lo referente a aquella caja sino también sobre las cosas que había estado haciendo a mis espaldas en los últimos días, de manera muy extraña y por sobre todo muy misteriosa. 
 




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