El Pintor De Bruselas

ACUSACIONES

Nos encontrábamos a un par de días de la segunda audiencia indagatoria sobre el caso de mi esposo, dónde Magda Gypser presentaría finalmente su declaración. Estábamos todos muy atentos y pendientes de lo que fuera a suceder aquel día por lo que se nos hacía muy complicado tener que lidiar con otro caso y que Ismael fuese llamado para declarar en la unidad fiscal. 
Afortunadamente luego de volver a tomar sus medicinas ya se encontraba más calmado y centrado en sí mismo entonces antes de comparecer delante del fiscal, el abogado Henckels oyó su versión marcándole posteriormente las pautas necesarias para responder a las preguntas que se le iban a realizar. 
Fiscal: El día de la exposición de la víctima, señor Magyar, lo vieron a ella y a usted conversando por largo rato.  
Ismael: Así es. 
Fiscal: ¿Y podrías decir sobre que asunto conversaron? 
Ismael: ¿Por qué debo hacerlo? 
Fiscal: Porque tanto usted como otras personas fueron citados aquí para ser indagados sobre el crimen cometido contra la señorita Orleana Greco y por lo tanto necesito que responda a mis preguntas con total sinceridad señor Magyar. 
Ismael: ¿De qué podrían hablar dos personas dentro de una exposición de pinturas? 
Abogado Henckels: Señor D’Angelo. Puede responder a la pregunta. 
Ismael: Hablamos sobre sus pinturas en exposición y sobre algunas otras que deseaba que yo las viera. Aquella tarde noche yo no podía quedarme por mucho tiempo en la exposición por lo que ella se dispuso a grabar su número telefónico en mi celular de modo a que yo le avisara cuando podría pasar a su casa. Yo le dije que si culminaba a tiempo con mis demás asuntos pendientes iría esa misma noche para conocer sus demás pinturas. 
Fiscal: ¿Y usted fue? 
Ismael: Fui, pero nunca llegué a su casa. Cuando le escribí para confirmarle que podría ir, ella me envió la ubicación exacta y partí a dicho lugar, pero cuando me encontraba cerca, como a una cuadra o tal vez un poco menos me percaté de movimientos dentro y fuera de la casa, luces prendidas y un coche estacionado a un costado. Esa fue la razón por la cual nunca llegué. Me quedé aguardando alrededor de 15 minutos por sí aquel coche se marchaba y efectivamente si se marchó, solo que a los pocos segundos apareció otro coche. 
Fiscal: ¿Puede recordar usted detalladamente esos vehículos? ¿Datos específicos sobre los mismos? 
Ismael: No mucho porque no me encontraba lo suficientemente cerca. El primer coche parecía ser plateado y pequeño, sin embargo el segundo era grande y poseía un color oscuro, tal vez negro o azul noche. No lo sé, sin embargo sé muy bien quién descendió del segundo coche. Reconocí a esa persona que por cierto se tardó un buen rato dentro de la casa y luego salió marchándose raudamente 
Fiscal: Diga de quien de trata. 
Ismael: Bentley Thompson. 
Abogado Henckels: ¡Señor D’Angelo! 
Ismael: Era él. A la persona que estuvo antes no logré reconocer. Quizás era uno de sus cómplices o uno de sus matones. 
Fiscal: ¿Señor Magyar se da usted cuenta de la grave acusación que está haciendo? 
Ismael: Usted deseaba oír la verdad y yo estoy contándole todo lo que sé y lo que vi aquella noche. Si al final de cuentas no cree en mis palabras será problema suyo señor fiscal. 
Fiscal: En el remoto caso de que sus acusaciones sean certeras, si notó movimientos extraños fuera y dentro de la casa. ¿Por qué no hizo nada? 
Ismael: ¿Qué quería que hiciera? 
Fiscal: Llamar a las autoridades o intentar comunicarse con la señorita Greco, por ejemplo, para preguntarle si todo estaba bien. Usted se quedó allí observando como si nada mientras quizás estaba siendo asesinada cruelmente. 
Ismael: No soy tan estúpido como para involucrarme en los crimenes de aquel asesino. Él ya intentó matarme alguna vez y yo no iba a hacer que me viera para que intentara matarme de nuevo. Ahora si me permite y  vista de que ya le conté todo lo que sé, iré a mi casa porque todo este asunto que no me concierne ya me causó dolor de cabeza. 
Fiscal: Pues no se lo permito Sr. Mayar. Usted tendrá que dejar constancias claras de todo lo que acaba de decir. No puede acusar de ese modo sin pruebas. 
Ismael: ¿Y yo porque debo tener pruebas al respecto? Ese es trabajo de usted y aquí únicamente requerían de mi declaración. Ya la di y ahora ya me voy. 
Abogado Henckels: ¡Disculpe señor fiscal! Supongo que no es necesario que le recuerde, el caso D’Angelo y con quién está usted tratando. Actualmente mi cliente y yo estamos en un caso bastante complejo que sin duda alguna involucra a personas de mucho peso dentro de la sociedad y es cuestión de tiempo para que todo salga a la luz, por lo tanto le ruego que no incline sus sospechas hacia mi cliente quién no ha sido otra cosa sino víctima de hechos imaginables. El Sr. D’Angelo, como usted evita llamarlo, ya le ha contado su parte de la versión sobre lo ocurrido aquella noche y ahora depende de usted tratar de esclarecer el caso de Orleana Greco sin perturbar el nuestro. ¡Ahora sí, si nos permite, debemos irnos! 
Fiscal: Nadie en toda Venecia podría desconocer el caso del Señor D’Angelo y si evito llamarlo de tal modo es porque los registros así lo ameritan. 
Abogado Henckels: ¿Pese a que ante sus ojos tiene al mismo, vivo y en persona? 
Fiscal: No desviemos el asunto abogado Henckels. La acusación que acaba de hacer su cliente es demasiado seria y debemos dejar constancia bajo su responsabilidad. 
Abogado: ¿Constancia de que? ¿Acaso a usted le da miedo tener que indagar en aguas más profundas y turbulentas sobre el caso Orleana Greco? Le ruego por favor que aparte a mi cliente de este asunto y dedíquense a su labor como corresponde ¡Con permiso! 
Hundiéndome de los nervios yo me quedé esperando en uno de los pasillos de la unidad fiscal a que mi esposo saliera de dar sus declaraciones, y cuando lo vi acercarse a mí raudamente, sentí que el alma volvía a mi cuerpo. 
Brüssel: ¿Todo bien amor? 
Ismael: Todo bien mi Brüssel. 
Abogado Henckels: No todo está bien señor D’Angelo y lo sabe. 
Ismael: Mmm… ¿Por qué dice eso? 
Brüssel: ¿Qué fue lo que sucedió? 
Abogado Henckels: Habló de más como quedamos que no lo haría. 
Ismael: Ese fiscal debía saber lo que yo vi para que de ese modo se pusiera a investigar donde realmente corresponde. 
Abogado Henckels: Lo malo es eso, señor D’Angelo. Los fiscales nunca buscan donde realmente corresponde sin tener pruebas concretas y lo que usted hizo fue acusar directamente sin pruebas a una persona y no a cualquier persona. 
Ismael: Nosotros tenemos pruebas. Usted las tiene. 
Abogado Henckels: Las tenemos, pero no en el caso de Orleana Greco —Susurró— y procuré no decir nada más en este lugar. 
Brüssel: Será mejor que nos vayamos de aquí. 
Cuando finalmente abandonamos la unidad fiscal, abordamos el bote hidrante para dirigirnos al puerto y volver a casa junto con el abogado pues necesitábamos remarcar ciertas pautas luego de aquellas declaraciones un tanto descarriladas de Ismael. 
Abogado Henckels: Por favor escúcheme muy bien señor D’Angelo. Entiendo perfectamente sus pensamientos y sospechas, y muy probablemente sean acertadas, pero lo mejor será no inmiscuirnos en este asunto y dejar que las autoridades se encarguen al respecto y las cosas fluyan por sí solas. 
Ismael: Sé dónde está. 
Brüssel: ¿Dónde está quién, cielo? 
Ismael: Bentley Thompson… sé donde se esconde ese miserable y yo debí decirle a aquel fiscal. 
Brüssel: ¡Ismael, por Dios! ¿Cómo fue que tú llegaste a involucrarte en todo este asunto? 
Abogado Henckels: ¿Entonces es verdad que no se fue de Venecia? ¿Está aquí y usted sabe en qué lugar? 
Brüssel: ¿Cómo sabes tú todo eso? ¡Contéstame! 
Ismael: Tal vez el verdadero asesino de Orleana Greco inculpará a Bentley Thompson. Yo lo vi todo con mis propios ojos, y creí conveniente no mencionar eso al fiscal para no arruinar sus planes. 
Brüssel: Juro que no entiendo nada, Ismael. 
Abogado Henckels: Tampoco yo estoy entendiendo nada. ¿En su declaración usted acusó directamente a Bentley Thompson sabiendo que no fue él? 
Ismael: Lo hice porque de todos modos aquel miserable es un asesino y merece que lo detengan para que responda por todos sus crímenes. 
Abogado Henckels: Fue la otra persona que estuvo antes? ¿Cómo puede estar tan seguro? ¿Y por qué querría incriminar a Bentley Thompson? 
Ismael: Por algún tipo de venganza. ¿Por qué otra razón sería? Mi sospecha es que luego de que esa persona cometiera su crimen, se las ingenió de alguna manera para que Bentley Thompson viniera hasta el sitio para caer en la trampa. Orleana Greco y Bentley eran amantes y supongo que no fue muy difícil para el asesino hacer qué Bentley llegara hasta el sitio. Cuando llegó finalmente e ingresó a la casa, el asesino misterioso reapareció para plantar en su coche las pruebas en su contra. Si no es por mí, Bentley Thompson caerá de todos modos a cualquier hora por intermedio de aquella persona misteriosa. 
Brüssel: Aún no me has dicho como sabes tú todo eso. ¿Qué hacías ahí Ismael? ¿Por qué aceptaste ir a la casa de Orleana y peor aún a esas horas de la noche? 
Ismael: Yo tenía planeado sacarle información a esa mujer sobre el lugar donde se escondía Bentley Thompson, pero aquel asesino alteró mis planes. Sin embargo gracias a que llamó a Bentley, luego yo pude seguirlo y saber donde se esconde. 
¿Tenía pensado sacarle información a Orleana Greco? ¿El asesino alteró sus planes? —Me pregunté despavorida recordando la caja que contenía el disfraz y la máscara de carnaval veneciano que se encontraba dentro de nuestro coche— ¿Qué tenía pensado hacer mi descocado esposo. 
Abogado Henckels: Aún no logró interpretar señor D’Angelo si todo lo que está diciendo es simple teoría suya o es verdad, pero le suplico que por nada del mundo, bajo ninguna circunstancia vaya usted a repetir y cosas como ésas. Deje este asunto en manos del fiscal encargado del caso que nosotros nos ocuparemos de nuestro —Le advirtió a mi esposo unos segundos antes de recibir una llamada que parecía ser de importancia— 
Ismael: ¿Mi Brüssel, estás bien? 
Brüssel: No me hagas preguntas estúpidas, Ismael. ¿Cómo podría yo estar bien con todas las cosas que has estado haciendo a mis espaldas? 
Ismael: No iba a inmiscuirte en mis cosas y te lo advertí. 
Brüssel: Há… eres un descarado, pero tú y yo hablaremos muy seriamente después. 
Ismael: No quiero hablar. Me duele la cabeza. 
Brüssel: ¡Mira! Resulta que ahora no quieres hablar. 
Lyra: ¡Papá! Papito llegaste justo a tiempo para hora del postre. ¡Helados de chocolate, cereza y ananás!… ¿Mamita, tú tu también quieres? 
Brüssel: Ahora no tengo ganas de helados, corazón. 
Ismael: Yo si tengo ganas. 
Lyra: ¡Vamos entonces a la cocina! 
Ismael: ¡Vamos! —Exclamó cargando a nuestra hija entre sus brazos mientras yo aguardaba a que el abogado acabara su conversación— 
¿Cómo puede Ismael tomarlo todo ésto en solfa? —Pensé mientras lo veía marcharse feliz como un niño pequeño que iba por helados— 
Abogado Henckels: ¡Señora Brüssel! Acabo de hablar con el detective Jeffrey Seeley referente a la señora Suzette Magyar y me ha dicho que no han logrado dar con su paradero. 
Brüssel: Mmm… es normal que esa mujer haya desaparecido, y dudo mucho que se deje encontrar. Cuando el detective Seeley y yo encaramos a esa mujer, tuvimos que llegar a un acuerdo monetario con ella para que contara toda la verdad referente a mi esposo. Le ofrecimos una vida estable y sin necesidades para ella y para su hija a cambio de que desapareciera de nuestras vidas por completo. Contamos con la grabación de su declaración solo que no servirá de mucho si no aparece para avalarla. 
Abogado Henckels: Al menos tenemos asegurada las declaraciones de Magda Gypser para avalar las pruebas de su grabación. 
Brüssel: ¿Tanto confía en ella, abogado? ¿Qué tal si a última hora se arrepiente y se niega a declarar? 
Abogado Henckels: Ella no podría hacer eso aunque quisiera, porque las grabaciones acabarían contradiciéndola y dañándola enormemente ante el jurado de enjuiciamiento. Lo mejor para ella siempre será cooperar con la causa. Lo mismo sucederá con la señora Suzette Magyar siempre y cuando aparezca y avale la grabación que poseemos sobre ella. En cuanto al caso de Orleana Greco, por favor intente convencer a su esposo de que ya no hable al respecto. Todo lo que nos contó es bastante extraño y si llegara a decir todo eso delante del fiscal, lo pondría como uno de los principales sospechosos. 
Brüssel: No diga eso por favor. 
Abogado Henckels: Lo lamento pero es así. Si a oídos del fiscal llega que el esposo de usted acusó falsamente a una persona con el peso de Bentley Thompson, la situación se pondría bastante complicada para él. El señor Thompson podría valerse de eso y demandarlo por difamación y calumnia, y no nos encontramos para afrontar también aquella situación. 
Brüssel: No se preocupe que hablaré con Ismael al respecto —Dije con las expectativas desmoronadas de tan solo pensar que mi esposo ya casi no me hacía caso en nada, tomaba sus propias decisiones y hacía lo que se le daba la gana sin que yo lo supiera— 
Abogado Henckels: ¡Bien! Estaremos en contacto señora Brüssel. Después de las declaraciones de Magda Gypser tendremos un panorama más certero para saber de qué modo actuar dando el siguiente paso. 
Brüssel: ¡Que así sea! ¡Tenga usted buena tarde! 
Abogado Henckels: ¡Buenas tardes! 
Luego de que el abogado se marchara de la casa, yo fui hasta donde se encontraban mi hija y mi esposo. Ambos habían acabado sus helados y se pusieron a ver televisión, mientras mi suegra yacía sentada, tejiendo, envidiablemente calma y serena. 
Señora D’Angelo: ¡Brüssel, hija! Vieni qui un momento. Voglio insegnarti due piccole cose. (Ven aquí un momento que voy a enseñarte dos pequeñas cosas) —Me pidió emocionada— 
Brüssel: Por favor suegrita, dígame que son lo que estoy imaginando. 
Señora D’Angelo: Non so quali cose stai immaginando ma te le mostro. (No sé qué cosas estás imaginando pero te lo mostraré) —Dijo extendiendo delante de mí, dos pequeños suéteres color cielo que ella había tejido con sus propias manos— 
De amor, el corazón se me estremeció por completo en esos instantes y es que hasta esos momentos no había pensado en mis bebés como debía. No los había imaginado entre mis brazos y mucho menos de qué sexo serían. Tomé ese par de cositas pequeñas, las acaricié y las oprimí contra mi pecho imaginando a mis gemelitos por primera vez, llena de ansias. 
Señora D’Angelo: I miei nipoti nasceranno in inverno e devono essere vestiti in modo caldo. (Mis nietos nacerán en invierno y deben estar bien abrigados) 
Brüssel: ¡Son hermosos, suegrita! —Exclamé echando lágrimas de emoción— ¡Me encantan! 
Señora D’Angelo: Questa coppia è solo la prima. Lavorerò a maglia molti vestiti per i miei nipoti. (Este par es sólo el primero. Voy a tejer muchas ropas para mis nietos) 
Mi suegra hablaba convencida de que mis bebés serían niños. Tan convencida que solo se había puesto a tejer ropitas color cielo, y yo no podía contradecirla en esos pensamientos pues cuando quedé embarazada por primera vez ella estaba igual de convencida de que yo tendría una niña, y estuvo en lo cierto. Quizás sí tendría un par de varoncitos, quizás un par de princesitas, pero a final de cuentas solo me importaba que llegaran a este mundo, sanos, acogidos en nuestra familia desde el primer segundo de vida y por sobre todo lejos de tantos enredos que nos envolvían en ese lugar. 
 




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