El Pintor De Bruselas

LA SÉPTIMA PINTURA

HOTEL SAN CASSIANO CÀ FAVRETTO 
Sr. Lunedino: ¡Qué sorpresa tan grande, Brüssel! ¿Todo bien? ¿Cómo te encuentras? 
Brüssel: Para mi fortuna y para las de mis bebés, me encuentro muy bien. ¡Gracias! 
Sr. Lunedino: Me alegra mucho oírlo en verdad. Siéntete cómoda en este lugar siempre. Sabes que eres bienvenida 
Brüssel: Se lo agradezco mucho. 
Sr. Lunedino: ¿Quisieras algo de beber o comer? 
Brüssel: Ambas entonces Si no es mucho pedir. 
Sr. ¡Por favor! ¡Por supuesto que no! Pide lo que tú más quieras, Brüssel. 
Ante aquellas palabras del señor Lunedino, no perdí más ocasión en pedir algo de comer y beber pues sentía yo en verdad mucha hambre. Aquellas últimas etapas del segundo trimestre de mi embarazo, y luego de todo el susto que había sufrido, mis ansias se habían elevado aún más y todas ellas las canalizaba comiendo. 
Claramente me encontraba allí porque tenía ganas de conversar con el señor Lunedino sobre algunos aspectos que habían quedado pendientes, y luego ir hasta la habitación donde se encontraba mi esposo en esos momentos, pues me había dicho que vendría al hotel de su padrino. Sin embargo allí me encontraba nuevamente, comiendo y comiendo a nada de verme como la réplica exacta pero de una ballena. 
Para borrar un poco todo el remordimiento que me invadía comer de ese modo, me ponía a pensar que tenía dos bebés adentro de mí que debían comer. Dos verdaderos devoradores que constantemente me clamaban por comida. 
— Amore! 
— Carissima! Finalmente sei qui! Permettetemi di presentarvi la moglie del mio figlioccio, il pittore. Lei è Brüssel D'Angelo. Brüssel, lei è la mia cara Dianora. La mia ragazza. (¡Querida! Finalmente estás aquí. Permíteme presentarte a la esposa de mí ahijado, el pintor. Ella es Brüssel. Brüssel, Ella es mi querida Dianora. ¡Mi novia!). 
Conociendo al señor Giacomo Lunedino, sabía que no debía sorprenderme que tuviese una novia tan joven y despampanante como aquella mujer, pues ya había tenido otras novias de iguales características. Él era un hombre millonario, soltero y dueño de una cadena de hoteles por lo tanto podía darse esas libertades y por sobre todo tener la novia que él quisiera, no obstante algo me inquietó bastante al observarla de pies a cabeza. 
Mujer joven, de pelo rubio, extremadamente voluptuosa, curvas pronunciadas, vestimenta sexy y atractiva como salida de una de aquellas revistas de playboy. En cualquier otra circunstancia no me hubiese importado en absoluto, pero me importó y todos sabrán la razón. ¡Mi esposo! 
En los últimos días había estado frecuentando mucho el hotel de su padrino y de inmediato comencé a hacerme ideas descabelladas de mujer celosa, en la cabeza. Mujeres como Dianora eran capaces de sacudir todos los instintos más pervertidos de mi amado pintor, y de solo pensar que él ya la había visto, me hervía la sangre a punto de ebullición máxima. 
Brüssel: Piacere Dianora!! 
Dianora: Piacere di conoscerti Brüssel! Ho incontrato tuo marito. Me l'ha presentato Giacomo. (Un gusto conocerte Brüssel. Yo he conocido a tu esposo. Giacomo me lo ha presentado) —Dijo aquella mujer que definitivamente arrancó de mí todas las ganas de seguir comiendo— 
De inmediato me puse de pie tomando mi bolso, a punto de estallar y entonces el señor Lunedino me preguntó si todo estaba bien. 
Brüssel: Disculpe usted señor Lunedino, es que recordé algo que debo decirle a Ismael de manera urgente con respecto a su exposición del fin de semana. Voy a la habitación donde se encuentra, si me permite. 
Sr. Lunedino: Ovviamente! Puoi andare con tutta la fiducia del mondo (¡Por supuesto! Puedes ir con toda la confianza del mundo!) 
Brüssel: Grazie! Permesso… 
Raudamente y sin tiempo que perder me dirigí hasta la habitación donde se encontraba mi esposo y llamé a la puerta un par de veces y otra vez, en vista de que no respondía. 
Ismael: ¿Mi Brüssel, que haces aquí? 
Brüssel: ¿Por qué tardaste tanto en abrir? —Cuestioné sin rodeos ingresando a la habitación, observando cada rincón de la misma— 
— No me tardé… estaba pintando y tuve que limpiarme las manos. ¿Sucede algo mi hermosa? 
— ¿Qué estabas pintando? 
Ismael: ¿Quieres ver? ¡Ven! —Dijo jalándome de una mano para llevarme hasta donde se encontraba la pintura— ¡Mira mi Brüssel! ¿Dime que te parece? 
— ¡Ay amor! ¿Estás pintando a nuestra bebé? 
— Así es… Escogí una de las fotos de su primer día de escuela. Debí acabar esta pintura hace un par de semanas pero no pude. 
— ¡Mi vida, es hermosa! —Exclamé muy emocionada sin perder la vista de la misma— 
— Estoy por terminarla. 
— ¿Ismael, es está acaso la séptima pintura? 
— Mmm… ¿La séptima pintura? 
Brüssel: Sí, la séptima pintura que incluirás en tus exposiciones. 
Ismael: No lo es, y aún no he decido si pondré esta pintura en estas exposiciones. Tal vez en una próxima. 
Brüssel: ¿Entonces cuál es aquella pintura qué incluiste en la lista? —Pregunté abogada de la curiosidad sin recibir contestación— 
Ismael se acercó a mí, me rodeó entre sus brazos y empezó a esparcir sobre mí todos sus deliciosos besos, sin embargo en aquellos momentos no funcionarían tan fácilmente. Acababa yo de conocer a la nueva novia del señor Lunedino y de enterarme de que ya se habían conocido aquella mujer y mi esposo. Luego el asunto de la séptima pintura que era todo un misterio que Ismael llamaba su obra maestra. 
¿Qué obra maestra era aquella? ¿Y si mi esposo pintó a aquella voluptuosa y despampanante mujer? No, no, no… no seas tonta Brüssel. Eso no es posible. O tal vez si es posible. Tal vez el propio señor Lunedino le pidió que pintar a su novia pues en otros tiempos solía pedirle a mi esposo, pinturas específicas —Pensé demencial y tormentosamente — 
Ismael: ¿Brüssel, estás bien? 
Brüssel: No estoy bien… no lo estoy. 
Ismael: ¿Acaso te duele alguna cosa? —Preguntó alarmado colocando una mano sobre mi vientre— ¿Nos vamos al hospital? 
Brüssel: No se trata de mis bebés. Se trata de mí… 
Ismael: Entonces vayamos al hospital si no te sientes bien, mi hermosa. 
Brüssel: ¿Amor, conociste la novia del señor Lunedino? —Cuestioné ya sin rodeos yendo a sentarme sobre la cama— 
Ismael: Mmm… la conocí, Brüssel. A mi señor padrino le gustan las mujeres más jóvenes y de senos grandes—Comentó sonriendo— 
— Eres un descarado, un cerdo —Dije aventando le todas las almohadas que se hallaban en la cama— 
Ismael: ¿Qué te sucede Brüssel? 
Brüssel: ¿Estuviste mirando los senos de esa mujer? 
Ismael: ¿Cómo no iba a mirarlos si son grandes? 
Brüssel: Maldito cochino… Eres de lo peor. —Proseguí aventándole mis zapatos y de último mi cartera. 
Ismael: ¡Ya cálmate Brüssel! ¿Por qué siempre es lo mismo contigo? Me preguntas cosas, te contesto y te molestas conmigo. 
Brüssel: Bebé, no quiero que esa mujer se acerque a ti y mucho menos que tú te acerques a ella. ¡Es más! Tú no volverás a este hotel sin mí, ¿Te quedó claro? 
Ismael: ¿Por qué no? 
Brüssel: Porque te lo estoy pidiendo. 
Ismael: ¿Por qué me lo estás pidiendo? Me gusta venir aquí para pintar y mi señor padrino dijo que puedo usar esta habitación cuando yo quisiera. 
Brüssel: En nuestra casa también puedes pintar. Tienes un lugar solo para ti donde nadie va a molestarte. 
Muy molesto, pero sin decir más nada, se dirigió nuevamente hacia su lugar de trabajo junto a una ventana, se colocó sus gafas de vista y continuó pintando el retrato de nuestra pequeña Lyra. Tomó la fotografía de ella y se sumergió de nuevo en su labor mientras yo simplemente permanecí sentada sobre la cama hasta que decidí recostarme un poco para descansar. 
¡Mi amor! ¡Mi hombre maravilloso! ¡Mi amado pintor! —Exclamé en mis pensamientos mientras lo observaba a lo lejos— Alguna vez todos apreciaron mucho al pintor Ismael D’Angelo. Como provenientes de siglos pasados, todas sus pinturas se habían ganado el respeto y la admiración de quiénes amaban el arte y de quienes simplemente sabían admirarla. 
Desde que nos conocimos, desde que nos habíamos hecho novios y desde que nos casamos siempre lo oí decir que necesitaba hallar la perfección pese a que todas sus obras eran realmente magníficas. 
Decía que finalmente hallaría dicha perfección en “La Forma De Mi Deseo” y su entusiasmo, y el brillo en sus ojos eran tal que yo me cegaba de amor y de dicha en ellos, deseando que en verdad fuera de tal modo para que la saciedad del alma de mi esposo fuera absoluta. Sin embargo nunca pudo acabar aquella pintura y nunca pudo saber si la misma hubiese sido su obra maestra. 
Con los años pintó una réplica de “La Forma De Mi Deseo” y pintó decenas de cuadros más buscando quizás aquella misma perfección junto con sus memorias perdidas, y yo me preguntaba si la había hallado finalmente. Sus memorias sin duda alguna eran sus pinturas. ¿Pero qué había de la perfección? ¿La había hallado en verdad? ¿Cuál era la séptima pintura a la cual llamaba, su obra maestra? 
— ¡Hola! 
— ¿Puedo saber lo qué pretendes Brüssel? Tú en verdad no tienes idea de lo que estás haciendo. 
— ¿Cómo te atreves a llamar para reprocharme cosa alguna? ¿Qué sucede? ¿Acaso el agente encubierto del CNI que armó toda una red de mentiras y fue partícipe de numerosos crímenes tiene miedo de afrontar una demanda? ¿Tienes miedo acaso que toda tu estructura engañosa y nefasta se caiga a pedazos sobre ti? 
— No hables de cosas que no sabes. 
— ¿Cosas que no sé? ¿Acaso me consideras una estúpida? Sé muy bien de lo que hablo y escúchame atentamente. Tengo en mi poder algo muy valioso e importante para ti. Unos documentos sin los cuales no podrás hacer absolutamente nada para comprobar toda la culpabilidad de los crímenes cometidos por Bentley Thompson. Nada de todas las cosas malas que hiciste habrá servido para cosas buenas si no aceptas subir al estrado y contar toda la verdad. Encárgate de decirle lo mismo también Magda —Dije colgando la llamada— 
Repentinamente alterada de todos mis nervios fue motivo suficiente para que mi esposo soltara el pincel y se acercara a mí de inmediato con mucha preocupación. 
— No Puedes ponerte en ese estado mi Brüssel. No le hará bien a los bebés. 
— Lo sé amor… intento estar bien y contenerme, sin embargo algo tiene que ocurrir siempre que me saca de todas mis casillas. 
— Pronto volveremos a Bruselas y todo estará bien. Seremos muy felices allá. 
Rodeándome entre sus brazos, Ismael se recostó junto a mí y permanecimos allí por incontables minutos hasta quedarme profundamente dormida. Cuando desperté, Ismael había terminado finalmente la pintura de nuestra pequeña Lyra y aquello me hizo partícipe de una maravillosa felicidad y satisfacción en su rostro. 
Dos días antes de la exposición de Ismael, recibimos la desagradable noticia de que Bentley Thompson había abandonado la sala de cuidados intensivos y que fue trasladado a una sala normal de recuperación. Todos los medios de prensa se habían hecho eco de la noticia mientras continuaban con las especulaciones sobre lo ocurrido con él al igual que las especulaciones sobre su futuro más próximo teniendo en cuenta que se encontraba bajo custodia del CNI y se encontraba siendo investigado por varios delitos. 
Los rumores eran incontables tanto como las acusaciones en su contra, sin embargo y como ya era bien sabido por todos nosotros, sin pruebas concretas él no podía ser acusado de nada. No existían más pruebas que aquellos documentos que mi padre había guardado dentro de una pintura inconclusa de mi esposo, y en el peor de los casos, si existiesen otras pruebas sobre hechos que vincularan a Bentley Thompson, difícilmente lograrían ser averiguadas debido a sus altos contactos dentro de la política y la justicia. 
De todos modos había un gran detalle que mi padre ignoraba por completo. El juez Mertens que llevaba el caso de mi esposo ya poseía en sus manos las copias de los documentos originales que vinculaban a Bentley Thompson con todas las transacciones irregulares e ilícitas a través de las cuales acabó haciéndose dueño de Ocean Transporter, y todos los hostigamientos y los chantajes que recibió el señor Paolo Brambilla antes de entregar su empresa. Mismos hostigamientos por los cuales atravesó el hijo mayor del empresario para acabar cediendo toda su parte de las acciones de la empresa de modo a sellar definitivamente el traspaso definitivo de Ocean Trasporter a una firma multinacional perteneciente al propio Bentley Thompson. 
Debido a que aquellos graves hechos y graves acusaciones se encontraban bajo investigación del CNI, el juez Mertens no podía proceder de modo deliberado con aquellas pruebas, razón por la cual tomó las demandas presentadas contra mi padre (Gregor Holbein) y contra Magda Gypser para que estos subieran al estrado a prestar las correspondientes declaraciones con respecto al caso de Ismael, que de algún modo estaba vinculado a toda aquella red fraudulenta, llena de chantajes, extorsiones e incluso muerte y desaparición en extrañas circunstancias. 
PRIMER DÍA DE EXPOSICIONES (L'ARTE DE AMARE) 
Tal y como nuestras expectativas lo aguardaban, el primero de un par más de exposiciones del Pintor de Bruselas fue todo un éxito y para gran satisfacción nuestra, el éxito se debió gracias a su arte, no a los sonados casos que lo envolvían. Las personas no asistieron esperando a ver las obras de Ismael D’Angelo. Esperaban dar un recorrido por el alma de un nuevo artista, uno que nació de su propio olvido y que en esos momentos daría varios pasos por delante de los recuerdos de aquel pintor que ya nunca volvería. 
Ni Ismael D’Angelo ni Briccio Magyar existían. Solo un personaje desconocido de quién todos hablaban únicamente por sus obras. Un personaje que acabó arrastrándome desde la Catedral de Cristo Rey en Ontario hasta un pequeño pueblo medieval en Amiens, a quien llamaban “El Pintor De Bruselas” 
— ¡Pido la atención de todos los presentes, por favor! —Dijo mi radiante pintor tomando el micrófono, sobre la tarima del salón principal de la galería— Esta noche les he presentado mis mejores pinturas. Cada una de ellas las pinté con mucho esmero y mucha dedicación. Por sobre todo una en particular que amo más que al resto —Aclaró refiriéndose a la pintura de mi figura de gorda (como yo la había bautizado), por la cual no me había atrevido a dar la cara durante todo el evento. Misma pintura que junto con “La Forma De Mi Deseo” fueron las más admiradas y comentadas— Pero les tengo una sorpresa y se trata de una obra que representa la caída, la miseria y la debilidad oculta detrás del poder y la ambición. ¡Para todos ustedes, mi obra maestra! “Los Suplicios De Un Intocable” —Exclamó descubriendo la pintura— 
La obra más espeluznante que hayan podido presenciar alguna vez todos los visitantes de L’Arte De Amare. 
 




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