GALERÍA L’ARTE DI AMARE
Valeria: ¿Brüssel, quieres algo de beber?
Brüssel: Un té, por favor Valeria. ¡Y bien azucarado!
Valeria: ¡Enseguida te lo traigo!
Cuando Valeria me trajo el té, decidí ir a beberlo a uno de los salones en donde yacían guardadas las viejas pinturas de Ismael. Desde uno de los sillones junto a la ventana comencé a observar cada una de ellas mientras recordaba todas y cada una de aquellas cosas qué pensé haber recuperado en algún momento, pero que en realidad ya no existían.
Giacomo: ¡Honey, pensé que no vendrías hoy! ¿Cómo estás?
Brüssel: ¡Bien! Vine para despejarme un poco y de paso asegurarme personalmente de que todo esté en orden para la última exposición de Ismael, del fin de semana. Giaco, por favor no quiero extensiones de fechas de la exposición. Si bien Ismael quiso estás muestras de sus nuevas obras, él no se siente cómodo con tanto ruido que hacen sobre él y dice que no quiere ser famoso —Comenté con una vacía sonrisa—
Giacomo: ¿Él dijo eso?
Brüssel: ¡Lo hizo!
Giacomo: Pero si él ya era famoso —Acotó mi amigo y no tuve para él más que silencio en esos momentos— Tú no te ves bien, preciosa. Te ves algo entristecida y con los ánimos de caídos.
Brüssel: Allá en Bruselas, Giaco, creí en verdad que encontraría a mi esposo. Lo dejé absolutamente todo atrás. No me importaron los murmullos de la sociedad. No me importaron todas las especulaciones de la prensa. No me importó dañar mi imagen ni mucho menos dejar plantado en el altar a uno de los hombres más ricos de todo Canadá. Únicamente me importaba encontrar a Ismael desde el primer segundo en qué me enteré de la posibilidad de que estuviera vivo, pero nunca lo hallé —Dije lanzando un gran suspiro antes de continuar bebiendo mi té— A quién encontré fue a otra persona y me engañé a mí misma creyendo que aquel hombre se trataba de mi esposo. Lo traté cómo a Ismael, lo amé del mismo modo en que alguna vez amé a Ismael y muy tarde me di cuenta de que en realidad acabé amando a otra persona.
Giacomo: ¡Honey! Ismael no es otra persona. Bien sabes que perdió la memoria, y lo que sucede es simplemente qué has vuelto a amarlo. Amarlo cómo es ahora. ¡Muy distinto al que alguna vez fue!
Brüssel: No lo sé… no sé qué pensar. Yo en verdad siento que mi esposo murió aquel día, Giacomo —Recordé con los ojos llorosos. Aquel desgraciado día yo lo perdí para siempre. De aquel Ismael Solo quedan su arte y nuestra pequeña Lyra.
Giacomo: Pues esas dos cosas más que nada debe hacerte entender qué Ismael sigue vivo Brüssel. Tu esposo sigue vivo porque el arte nunca muere y porque tienes a tu hija contigo. La verás crecer y convertirse en toda una mujer junto a tu esposo. Creo que puedo entender lo que sientes. Entiendo tus palabras. Ismael es muy distinto al que fue, pero algo de su esencia aún permanece muy fuerte en él y por esa razón tú te enamoraste de nuevo. ¿O es que acaso tienes dudas? ¿En verdad te enamoraste de este Ismael?
Brüssel: Mhmm… ¡Mucho, Giacomo! Este Ismael posee esa libertad que yo amo. Él es el libre y nada ni nadie lo detiene. Ni siquiera sus pinturas. Además es tierno, sensible y encantador.
Giacomo: ¿El viejo Ismael no lo era tanto?
Brüssel: ¡Pues, no lo demostraba demasiado! Era apasionado y muy obsesionado por sus pinturas, tanto que era capaz de dejarme sola una semana entera por causa de ellas. Por culpa de sus pinturas tenía muy poca vida social a excepción de aquellas veces en las que debía exponer sus obras. ¡Y sabes de sobra que fue para mí lo peor de todo! —Le dije algo exaltada al recordar— Ese viejo Ismael poseía una fascinación desbordante por todas las mujeres bellas y exuberantes.
Giacomo: ¡Pero por supuesto, honey! Por esa razón se casó contigo.
Brüssel: Eeehhh… y aun así seguía buscando la perfección femenina coqueteando con otras mujeres y delirando con pintarlas. Él y yo discutimos en incontables ocasiones por esa razón. ¿Lo recuerdas?
Giacomo: ¡Lo recuerdo y recuerdo también que por esa razón tú aceptaste ser la modelo de su desnudo en busca de aquella perfección! ¡Por tus celos incontrolables es que existe “La Forma De Mi Deseo” —Resaltó para luego callar por un par de segundos— ¿Pero sabes qué? ¡Todo eso tiene sentido, honey!
Brüssel: ¿Qué cosa tiene sentido?
Giacomo: Tú enamoramiento de este nuevo Ismael.
Brüssel: ¡Explícame!
Giacomo: ¡Es simple! Este Ismael solo tiene ojos para ti y eso te encanta. Aunque en ocasiones tu inseguridad hace que veas cosas que no son. ¡Celos tontos y sin sentido! ¿Me lo vas a negar?
Brüssel: ¡Ay, no podría, Giaco! Mis celos son sin sentido porque este Ismael nunca me dio motivos.
Giacomo: ¡Este es tu hombre perfecto!
Brüssel: ¡En verdad lo es! —Exclamé más animada y sonriente— ¡Lo amo mucho! ¡Es mi vida! A veces es como un niño, Giacomo, y no le gusta estar lejos de mí por mucho tiempo. Ahora ya ha de estar extrañándome como yo a él.
Giacomo: Mhmm… estás pasándote de cursi.
Brüssel: ¡Déjame serlo! Te digo que lo amo. Mejor me voy ahora a casa que todo esto me hizo extrañarlo mucho.
Giacomo: ¡Está bien! ¿Has venido tus guardias?
Brüssel: Sabes que no puedo salir sin mis guardias. Por favor mantenme al tanto de todo lo referente a la exposición del fin de semana —Le pedí mientras salíamos del salón— Valeria si surge cualquier cosa no dudes en llamarme.
Valeria: ¡No te preocupes que así será Brüssel! Ve tranquila.
Fui directo a casa y cuando llegué, sorpresivamente no encontré a mi esposo. Únicamente a mi hija quién se encontraba aguardándolo para que hicieran juntos sus deberes de la escuela.
Lyra: Mi papito me dijo que no se tardaría.
Brüssel: Pues si te dijo eso entonces vendrá pronto, bebé —Le dije a mi pequeña, intentando disimular mi extrañeza— ¿Clementina, sabes hace cuánto se fue Ismael?
Clementina: Hace como una hora, señora.
Que saliera de la casa sin paradero conocido y sin avisarme, en verdad me dejaba bastante intranquila. Por esa razón comencé a llamarlo insistentemente a su celular.
— ¡Amor, finalmente me contestas! ¿Adónde fuiste? ¿Dónde te encuentras?
— Mi Brüssel, me encuentro en la casa de mi padrino. ¡Él tiene una casa muy grande! —Contestó—
— Mmm… ¡La tiene, si! ¿Amor, por qué no me avisas cuando vas a salir?
— ¿Por qué tú tampoco me avisas cuando vas a salir?
— ¿Qué dices? Tú sabes que solo voy a la galería.
— Lo sé… No te molestes por eso, mi hermosa. ¡Volveré pronto!
— ¡De acuerdo! No te tardes que nuestra niña te espera.
— No lo haré.
Luego de colgar la llamada, me dispuse a esperarlo mientras ayudaba a mi bebé con sus deberes de la escuela. Al menos con una parte de ellas pues insistía en aguardar a su papá para qué las hicieran juntos.
Marena: Señora Brüssel, afuera hay alguien que pregunta por usted.
Brüssel: ¿Quién es?
Marena: Dice ser la señora Suzette Magyar.
Brüssel: ¿Qué hace esa mujer aquí? —Pregunté alertada levantándome del sofá—
Marena: Solo me dijo que desea hablar con usted.
Clementina: No tiene que atenderla si no quiere, señora.
En verdad no tenía ganas de atender a esa mujer, sin embargo sentía curiosidad por saber sobre qué asunto deseaba hablar conmigo. Ella era la única testigo que nos quedaba para la audiencia del siguiente fin de semana por lo que no podíamos darnos el lujo de perderla también.
Brüssel: Hazla pasar, Marena.
Marena: ¡Sí, señora! —Dijo y al rato la mujer ingreso, no sin que antes yo le pidiera a Clementina que se llevara a mi hija de la sala—
Suzette: Hasta que por fin tengo la oportunidad de hablar contigo.
Brüssel: ¿Dime qué es lo qué quieres, Suzette? Tú no deberías estar aquí. ¿Acaso escapaste de tus custodios?
Suzette: Há… ¡Custodios! Hablas como si yo estuviese presa en verdad. Me mentiste. Me dijiste que nunca me vería involucrada en asuntos de la policía, pero mira adónde me han traído ahora.
Brüssel: Era indispensable, pero no tienes que preocuparte por nada. Solo necesitamos que avales tu declaración en la audiencia y que confirmes que Jeremy Hunter y Matthew Robinson fueron las personas que te habían contratado para que te hicieras pasar por esposa de Ismael.
Suzette: ¿Y quién me garantiza que eso será todo? ¿Quién me garantiza que luego de mis declaraciones me dejaran ir de nuevo a mi país? ¿Acaso me crees estúpida, Brüssel?
Brüssel: En realidad sí creo que lo eres. ¿Y sabes por qué? Porque pudiste evitar todo esto desde el principio sin embargo te moviste por el dinero sin importarte las consecuencias.
Suzette: ¿Tú me consideras estúpida a mí? ¿Y qué hay sobre ti? Solo una estúpida podría dejarse embarazar por un loco cómo Briccio.
Brüssel: ¡No sigas! No te atrevas… Ismael es mi esposo, siempre lo fue y lo seguirá siendo por lo tanto las cosas que él y yo hagamos, y mi estado de embarazo, no debe ser tema de conversación para ti. ¡Y otra cosa! —Advertí— No vuelvas a llamarlo loco… ¿Te queda claro?
Suzette: Es lo que fue para mí. ¡Un loco! por más de que me hayan contado toda esa historia de qué tiene una bala en la cabeza y que perdió la memoria. Para mí siempre lo será.
Brüssel: Si lo que quieres es oír de mí qué no tendrás problemas con la justicia, te puedo asegurar que así será. Del mismo modo que te aseguro que tu hija seguirá recibiendo todo lo que necesita como te lo había prometido tiempo atrás. Mi abogado se encargará de todo para que vuelvas a tu país ni bien realices tus declaraciones en la audiencia del siguiente fin de semana.
Suzette: Pues espero en verdad que así sea.
Lyra: ¿Mamita porque mi papito aún no llega? —Irrumpió repentinamente mi hija escapando del cuidado de Clementina —
Suzette: ¿No me digas que está también es la hija del lo… pintor?
Brüssel: ¡También, no! Ismael solo tiene una hija y sí es ella —Le dije abrazando a mi hija— Nuestra pequeña Lyra.
Suzette: ¡Pues quién sabe si ha de ser la única!
Brüssel: ¿Me has dicho ya todo lo que deseabas o aún queda otra cosa?
Clementina: Señora Brüssel, lo siento mucho en verdad. La niña se me escapó.
Brüssel: No te preocupes, Clementina. La señora Suzette ya se va.
Suzette: Si… ya me voy, y lo hago esperando en verdad que todo sea cómo lo dices —Acotó marchándose rumbo a la puerta cuando repentinamente ingresó Ismael, acabado de llegar— ¡Pero mira nada más! Tu esposa ha de amarte mucho en verdad para haber hecho tanto milagro en ti. Hasta pareces un hombre decente, Briccio.
Ismael: ¿Qué haces tú aquí, bruja? ¿Qué quieres?
Suzette: ¿Así me tratas luego de mucho tiempo sin vernos?
Ismael: Ojalá nunca te volviera a ver. A ti debería tragarte la tierra y luego escupirte en el infierno, diabla. ¿Qué quieres?
Suzette: De ti nada. Vine a hablar con tu esposa y en vista de que ya lo hice, te doy el gusto y me marcho.
Ismael: Vete mujer desagradable. ¡Odiosa!
Brüssel: ¡Amor, ya! —Exclamé jalándolo de una mano—
Ismael: ¿Qué quería ella, Brüssel? ¡Dímelo!
Brüssel: Ya no quiere estar aquí. Se siente prisionera y teme que por alguna razón vaya a quedar presa posterior a sus declaraciones.
Ismael: Pues debería ir presa. Esa mujer es una delincuente también.
Brüssel: ¡Amor, tranquilo! Ya olvídala ¿Si? Cuando preste sus declaraciones ella volverá a estar bien lejos de nosotros —Le aseguré mientras intentaba comunicarme con el abogado Henckels— ¿Abogado?
Abogado Henckels: ¿Señora Brüssel, dígame en qué puedo ayudarla?
Brüssel: Solo quería comentarle que Suzette Magyar estuvo aquí en la casa. Yo tengo entendido que estará bajo custodia hasta el día de sus declaraciones, sin embargo temo que vaya a escapar o en el peor de los casos que se niega a declarar.
Abogado Henckels: ¡Por favor no piense tal cosa señora! Le dije a usted y también se lo dije a ella. No le convendría en absoluto negarse y muxho menos escapar porque de lo contrario si es muy probable de que vaya a prisión. Momentáneamente su declaración es todo lo que tenemos para la audiencia de la próxima semana por lo tanto será necesario mantenerla lo más complacida posible en este lugar y por sobre todo, bien custodiada. Hablaré con ella. ¡Se lo prometo!
Brüssel: Hágalo, por favor. Esa mujer tiene miedo de que como consecuencia de sus declaraciones vayan a detenerla y enviarla a prisión.
Abogado Henckels: No se preocupe que me encargaré prontamente de esa cuestión.
Brüssel: ¡Se lo agradezco mucho!
Cuando colgué la llamada, mi esposo un poco más sereno, tenía a nuestra niña entre sus brazos. Irían a terminar las tareas de Lyra por lo que en esos momentos ya no pude hacerle preguntas a mi esposo, sino hasta la noche, sobre qué había ido a hacer a la casa de su padrino. El señor Lunedino.
— ¿Me contarás, bebé qué fuiste a hacer a la mansión de tu padrino?
— Mmm… Es que mi señor padrino quería que conociera su mansión. ¿Tú la has visto, Brüssel? ¡En verdad es enorme!
— Sí, conozco su mansión, pero no intentes cambiarme el tema. ¿Por qué te gusta tanto preocuparme, Ismael?
— No me gusta preocuparte.
— Sin embargo lo haces y quedo muy afligida cuando estás fuera de la casa y lejos de mí.
— ¡No volveré a estar lejos de ti, mi hermosa! —Exclamó rodeándome entre sus brazos—
— Mmm… de acuerdo, bebé.
— Mañana iré contigo a la galería. Necesito hablar con Giacomo.
— ¿Ah sí?
— Si… Es sobre algo importante.
— ¿Y puedo saber qué es eso importante?
— Subastaré mi obra maestra en la exposición del fin de semana.
¿Subastará “Espeluznante” en verdad? —Me pregunté algo sorprendida considerando que aún era algo apresurado, pero a la vez me sentí aliviada de que aquella cosa horrorosa ya no estaría en la galería—
— ¿No me dirás nada sobre eso, mi Brüssel?
— Lo único que puedo preguntarte es porque la prisa en subastarla, amor. Fuera de eso, me alegra que la subastes porque me da escalofríos cada vez que la miro.
Tras esas palabras mías, Ismael no dijo nada más, y bastante pensativo, dejó escapar una tenue sonrisa que delataba en él desconocidas intenciones. Pude percibir como si su intención de subastar “Espeluznante” no se trataba de una decisión deliberada.
¿Qué es lo que tiene en mente esta vez? —Me cuestioné— ¿Por qué esa sorpresiva decisión de subastar su obra maestra? ¿Y en qué cosas estará pensando?