El Pintor De Bruselas

LA VOZ DEL DIABLO

Brüssel: ¿Valeria, qué significa esto? ¿Cómo que “La Forma De Mi Deseo” también será subastada? 
Valeria: Fue decisión del señor Ismael. 
Brüssel: ¿Qué? ¡Tiene que ser una broma! 
Valeria: ¿Por qué bromearía con algo así? Pensé que tú ya lo sabías —Contestó con un tono bastante raro a lo habitual— 
Brüssel: Él solo me habló sobre subastar aquella pintura macabra. 
Valeria: Pues… también subastará la pintura gemela. 
Brüssel: ¡Imposible, Valeria! 
Giacomo: También acabo de mirar la planilla de subastas y me sorprendió de igual manera. Definitivamente esta última exposición será un verdadero boom. 
Brüssel: “La Réplica Exacta” sigue perdida por lo tanto es imposible qué Ismael, desee subastar la pintura original —Exclamé sin lograr salir de mi asombro— 
Me puse a pensar y por más de que lo intentaba, no lograba entender tal decisión. ¿Qué pretende Ismael con esto? ¿Acaso mi esposo está tramando alguna cosa?. Solo él era capaz de contestarme, pero por aquella ocasión ya no lo haría. 
Me enteré una hora antes de la exposición final. Él ya no se encontraba en la casa, sino que se encontraba en compañía de su padrino en el hotel, por lo que ya no habría tiempo para pedir explicaciones. 
En vanos intentos lo marqué a su celular, pero no respondía, entonces no me quedó de otra que aguardar para intentar comprender sus repentinas y raras decisiones. 
Era un sábado 27 de octubre. Mi pequeña Lyra no tenía clases en la escuela por lo que la había traído conmigo en compañía de Clementina. También habíamos invitado a mi suegra por quién yo personalmente había enviado a un chofer y a un par de guardias para buscarla en vista de que había aceptado venir a la galería. 
Todos estábamos allí para pasar la tarde en la última exposición dónde decenas y decenas de personas salían y entraban de la galería, y dónde aproximadamente 100 personas que habían agotado las membresías para participar de las subastas tanto de las pinturas de Ismael como de otros pintores, iban llegando lentamente. 
Giacomo: Cambia esa cara, Brüssel. Siempre es lo mismo contigo cuando no sabes por dónde anda tu esposo, y luego te enteras de que todo el tiempo estuvo con su padrino. El señor Lunedino. 
Giacomo tenía razón, sin embargo sentía que algo no estaba bien y era eso lo que más me afligía. 
Dos minutos después de haberse dado inicio a la apertura de la última exposición, Ismael llegó finalmente. Llegó tarde y con el mejor de los semblantes en compañía del señor Lunedino y de aquella despampanante mujer de nombre Dianora, como si absolutamente nada lo quebrantara. 
Lyra: ¡Papito! ¡Papito! 
Ismael: ¿Cómo está la niña más bonita de este mundo? —Le preguntó a la pequeña cargándola entre sus brazos— 
Lyra: ¡Bien! Te estaba esperando papito. 
Ismael: Ya estoy aquí. 
Brüssel: Llegaste un poco tarde, cielo. 
Ismael: Solo unos minutos mi Brüssel. 
Sr. Lunedino: Fue culpa mía, Brüssel. Antes de venir aquí, quise pasar primero por mi carissima Dianora quién se encontraba en el salón de belleza. 
Brüssel: Mmm… ¡Entiendo! ¡Pues bien! Ya que llegaste Ismael, puedes dar un recorrido por el salón. 
Ismael: ¿Para qué? 
Brüssel: Para hablar con las personas que han venido a ver tus obras. 
Ismael: No quiero hablar, Brüssel. 
Giacomo: Ismael, no es una obligación que lo hagas, pero por cortesía sí deberías. La gente que se encuentra aquí desea hacerte preguntas con respecto a tus pinturas. Por sobre todo referente a aquellas que hoy estarán en subasta. 
Brüssel: Como “La Forma De Mi Deseo”, por ejemplo, que no tenía idea de que ibas a subastarla. 
Ismael: Iré solo un momento —Dijo esquivando rotundamente a cualquier posible pregunta que yo pudiera hacerle al respecto— 
Lyra: ¿Puedo ir contigo, papito? 
Ismael: ¡Puedes! 
Tomando la mano de Lyra, se dirigió hacia donde las personas yacían esparcidas por toda la galería observando las obras, y yo aproveché la ocasión para hacerle un par de preguntas al señor Lunedino… 
Dianora: Amore mio, farò un giro della galleria. Voglio anche ammirare i dipinti. (Amor mío, daré un recorrido por la galería. Yo también quiero admirar las pinturas) 
Sr. Lunedino: Va bene mia cara! (Está bien, querida) 
Dianora: Permesso! 
Brüssel: ¿Señor Lunedino, a usted Ismael le comentó alguna cosa sobre la subasta de sus pinturas? No tengo nada contra el hecho de que subaste aquella pintura del horror, pero también pretende subastar la pintura gemela, y eso en verdad no entiendo por qué razón. 
Sr. Lunedino: ¡Apreciada Brüssel! ¿Acaso alguna vez hemos comprendido los pensamientos y las decisiones de Ismael? 
Brüssel: El caso es que no estamos hablando del mismo Ismael de hace 6 años. Este Ismael jamás se deshiciera así como así de aquella pintura —Le dije y el hombre simplemente lanzó un enorme suspiro sin mediar más palabras hasta que me preguntó por la madre de Ismael— Vendrá… y envié por ella un chofer y un par de guardias para que la trajeran. Ya deberían estar aquí. —Recalqué— 
En verdad ya debían haber llegado y el hecho de que aún no hayan llegado, comenzaba a alertarme, por lo que llamé al chofer y este me dijo que se encontraban en camino. 
Aquello me había tranquilizado un poco y entonces decidí esperar, sin embargo no llegaron y el momento de dar inicio a la subasta se había anunciado. Para ello las personas con sus respectivas membresías comenzaron a ingresar al salón habilitado donde se llevaría a cabo aquello. 
“Espeluznante” fue traído hasta el sitio, cubierto con un manto color vino y posteriormente “La Forma De Mi Deseo”, del mismo modo. Todo mientras el salón adyacente continuaba abierto al público para continuar admirando las demás obras y a su vez observar por medio de un gran monitor todo lo que sucedía dentro del salón de subastas. 
El anfitrión de aquel acontecimiento dio inicio con un par de obras de otro pintor muy apreciado y reconocido en toda Italia, y en medio de aquello repentinamente yo recibí una llamada. 
Brüssel: ¡Hola! ¿Detective Jeffrey Seeley? 
Jeffrey Seeley: ¿Señora Holbein, dónde se encuentra usted? ¿Está junto a su familia? 
Brüssel: Me encuentro en la galería y efectivamente estoy con mi familia. Sin embargo quien aún no ha llegado es la madre de Ismael, y debo decir que estoy preocupándome bastante ya. 
Anfitrión de la subasta: ¡Bien señoras y señores! En estos momentos daremos inicio a la subasta de dos magníficas obras —Vociferó repentinamente aquel anfitrión, impidiendo que yo oyera correctamente al detective— 
Brüssel: ¡Disculpe, detective! No he oído bien sus palabras. Me lo repite por favor —Le pedí alejándome un poco de la zona de los altavoces, hacia un costado de la tarima dónde se encontraba el anfitrión— 
Jeffrey Seeley: ¡Señora Holbein! Acabo de decirle qué Bentley Thompson fue liberado en horas de la media tarde. Y un poco después anunciaron en las noticias que han atentado contra la vida del juez que lleva la causa de su esposo. El juez Mertens lamentablemente ha muerto. 
Ismael: ¡Vaya! ¡Vaya! ¡Vaya! Nuestro invitado estrella de esta subasta finalmente ha llegado —Oí repentinamente la voz lejana de mi esposo que se confundía con los moribundos latidos de mi corazón y los zumbidos de mis oídos—  
Mi celular cayó al suelo y probablemente del susto, también mi alma tambaleante a la par de las puertas de aquel salón. 
Ismael: No te quedes ahí parado. Ven y siéntate aquí en el lugar reservado exclusivamente para ti, dónde podrás ver mejor la siguiente subasta que en verdad te será de mucho agrado. ¿Sabes? Todo el mundo quiere esta pintura pese a ser algo… escalofriante —Dijo pausando la palabra— 
Bentley Thompson: ¿En verdad estabas esperándome? —Habló la voz del mismísimo diablo en persona mientras se acercaba a Ismael— 
Ismael: ¡Por supuesto! Me enteré hace un par de horas de que te habían dejado en libertad y supuse de inmediato que estarías aquí porque anhelabas ver mi obra maestra. Te dije aquel día que yo te daría los créditos correspondientes por esta pintura, y es lo que haré. 
Bentley Thompson: ¿Sabes que aún no logro descifrar si en verdad te has vuelto loco o si has fingido todo este tiempo intentando vanamente aturdirme con tus estupideces? No me interesan tus pinturas mediocres, aunque debo decir que me encuentro aquí por una en particular —Explayó tomando asiento brevemente— Quiero que me entregues la pintura gemela, y eso será en este mismo instante. 
Ismael: ¿La pintura gemela? ¿Para qué querrías la pintura gemela? ¿No te bastó acaso con haberte robado la réplica? —Preguntó mi esposo entre un repentino estallido a de murmullos de todos los presentes— Nos encontramos en medio de una subasta, por lo tanto si estás interesado en adquirir una de mis obras, deberás aguardar el momento propicio. ¡Justamente la pintura que deseas se encuentra en subasta! ¡Mucha coincidencia! ¡Bien señor anfitrión, señoras y señores, empecemos! —Exclamó con voz enaltecida descubriendo su obra maestra “Los Suplicios De Un Intocable” 
Bentley Thompson: ¡Eres un maldito desgraciado, Ismael D’Angelo! —Vociferó poniéndose de pie y acercándose a Ismael— ¿Te crees muy listo? ¿Tú te crees más listo que yo, en verdad? 
Ismael: ¿Acaso no te gusta? Sabes que la pinté con mucha dedicación y mientras lo hacía te dije que permanecerías eternamente en esta pintura junto a todas tus víctimas. ¡Claro qué… sin tus tres dedos y sin cabeza! Creo que le di un toque de surrealismo, aunque ciertamente podría ser real. 
Bentley Thompson: ¡Suficiente! —Gritó estallado en odio y rabia que se esparcieron con su voz por todo el salón— 
¿Sin dedos? —Me pregunté hundida en el más terrible de los temores al observar nuevamente aquella desde una foto de la misma que tenía en mi celular— ¡En verdad no tiene dedos! Es él… el hombre de la pintura es Bentley Thompson y pese a que tenía mis temerosas sospechas, intentaba no pensar en aquel horrible detalle. 
Volteé a ver a Giacomo y percibí su misma expresión que también denotaba hasta ese momento, total desconocimiento de aquel detalle. Efectivamente el hombre de la pintura parecía no contar con los tres dedos inferiores de su mano derecha, sin embargo no lo habíamos notado por un sutil engaño visual que hacía como si los tres dedos estuviesen doblados entre la palma de su mano. 
Bentley Thompson: Ya he aguantado suficientes palabrerías, miserable pintor. ¡Guardias! —Vociferó nuevamente, y al cabo de pocos segundos aquel salón se veía rodeado por numerosos guardias de Bentley Thompson— 
Al ingresar, uno de ellos realizó un disparo por los aires y toda la gente dentro del salón, salió despavorida al igual qué las personas que se hallaban en el salón adyacente, tras oír dicho disparo. 
Todos quedamos alarmados en cuestión de segundos y en ese mismo instante entre la desesperación, yo recordé a mi hija. 
Brüssel: ¿Lyra? ¿Dónde está mi bebé? No veo a mi hija. Ella se encontraba como su papá. 
Sr. Lunedino: Ella y Clementina ya están a salvo, Brüssel. Cuando Ismael la tomó una mano y fueron a pasear un momento por el salón, posteriormente le ordenó a Clementina que la llevara hasta el coche donde uno de mis choferes y mis guardias las llegarían hasta mi casa. Allá estarán muy seguras y tú también porque ahora mismo mis otros guardias te llevarán hasta el mismo sitio. 
Brüssel: Yo no dejaré aquí a mi esposo. ¿Qué significa todo esto señor Lunedino? 
Sr. Lunedino: Tú no puedes quedarte aquí. ¿Has podido contactar con la madre de Ismael? 
Brüssel: No… —Contesté completamente absorbida por cientos de temores— Ella nunca llegó y el chofer ya no contesta mis llamadas. Siento que algo malo le sucedió a mi suegra y seguramente Bentley Thompson tiene algo que ver. 
Sr. Lunedino: ¡No te precipites! Tú necesitas calmarte, Brüssel. 
Brüssel: ¿Cómo me pide eso señor Lunedino? 
Sr. Lunedino: Tienes que irte ahora. 
Brüssel: Ya dije que no me iré sin Ismael. 
Sr. Lunedino: Yo te prometo que él estará bien. Ustedes tres se encargarán de llevarla hasta el bote y ponerla segura dentro del coche —Le dijo a sus guardias— Deberías ir con ella, Giacomo. 
Brüssel: Ya dije que no quiero… yo no me moveré de este lugar sin mi esposo —advertí en medio de otro repentino disparo— 
Dos guardias ingresaron sosteniendo de sus brazos a una persona con la cabeza cubierta por un saco oscuro que vanamente intentaba zafarse de aquellos guardias 
Bentley Thompson: Si en algún diminuto momento pensaste qué serías más astuto que yo pintor miserable, sí puedo confirmar que en verdad estás muy loco. 
Brüssel: ¿Suegra? 
Giacomo: Santo Dio! Tienen a la mamá de Ismael. 
Brüssel: Bentley matará a mi suegra. ¡Él lo hará! Tiene que hacer alguna cosa señor Lunedino. ¡Se lo suplico por favor! —Rogué incesante mientras yacíamos ocultos en la parte trasera de la tarima del salón— 
Señor Lunedino: Brüssel, te lo pido una vez más. Tienes que salir de aquí, por favor. Yo te prometo que todo estará bien, pero lo mejor será que abandones la galería. 
Brüssel: Y yo dije que no me iré sin Ismael. Prefiero morir en este mismo lugar si él no viene conmigo. 
Giacomo: ¡Honey por favor no digas una cosa como esa! —Suplicó sosteniéndome entre sus brazos— 
Sr. Lunedino: ¡Guardias! Se quedan aquí con ellos dos —Ordenó nuevamente teniendo en cuenta que yo no pensaba abandonar la galería— 
Posterior a esas órdenes el señor Lunedino volteó hacia el otro extremo de la tarima siempre desde el sector trasero, acompañado de más guardias detrás de él. Todo sin qué los hombres de Bentley Thompson notara su presencia. 
Bentley Thompson: ¿Qué sucede, pintor? De repente te has quedado pálido y mudo. ¿No te esperabas una cosa como esta? Pues te puedo asegurar que esto será solo el principio de varias cosas qué haré para que pagues muy caro por todo lo que me has hecho. Ahora vas a entregarme la pintura gemela. Si deseas mantener con vida a tu madre, me la entregarás en este mismo instante. 
Ismael: Déjame entender por qué tienes tanto interés en la pintura gemela. ¿Todavía crees que encontrarás algo escondido detrás del tapiz de “La Forma De Mi Deseo”? Has atentado contra la vida del Juez Mertens pensando que él contaba con tus documentos originales en sus manos, pero dichos documentos eran solo copias. Lo mataste pensando que el agente del CNI lo puso al tanto de todos tus crímenes, pero mucho me temo que has cometido un nuevo crimen, en vano. 
Bentley Thompson: ¡Ya cierra la boca! Dime de una vez por todas dónde tienes mis documentos —Le preguntó como última advertencia, sujetando a la señora D’Angelo mientras le apuntaba con un arma en la cabeza— 
Sr. Lunedino: Tus documentos originales los tengo yo, Bentley Thompson —Vociferó el hombre abandonando su escondite con un despliegue de guardias armados tras sus espaldas, mientras se acercaba— Te preguntaría si estás sorprendido de verme, pero en verdad mucho no lo creo. Eras muy pequeño la última vez que nos vimos y posiblemente no me recuerdes —Dijo mientras encendía un cigarrillo— Alguna vez tu padre y yo fuimos muy buenos amigos o al menos eso fue lo que yo creí hasta que un día el muy miserable me traicionó. Jacob Thompson y yo fuimos socios de nuestra propia empresa. Una muy próspera en verdad y decente por sobre todas las cosas. Mmm… Él y yo teníamos muchas ambiciones pues éramos jóvenes y entusiastas, sin embargo lastimosamente tu padre fue desviándose hacia caminos adversos. Utilizaba nuestra principal empresa para su lavado de dinero y nuestras embarcaciones para transportar cargamentos ilícitos y exportar armas al mercado negro. Juro que yo nunca lo hubiese imaginado de no haber sido por un verdadero buen amigo mío. El padre de Ismael a quién yo había nombrado como contador de la segunda empresa inaugurada aquí en Venecia. ¡Oh mi buen amigo Fazio! Recuerdo que me advirtió tantas veces qué cosas malas surgían en la empresa principal, y muy tarde le creí. Luego de enriquecerse a mis costillas, Jacob Thompson se mudó a Canadá con todos sus millones mal habidos y yo me quedé sin nada. Las autoridades me inculparon de absolutamente todo, y si a mi buen amigo Fazio no se le hubiese ocurrido la brillante idea de guardar todo el dinero de la empresa de Venecia en una cuenta personal a su nombre, yo no estaría aquí en estos momentos. Hombres honestos y por sobre todo astutos como Fazio ya no existen en este mundo. Estuve 3 años en prisión y al salir, no tenía dónde caerme muerto, pero ahí estaba mi buen amigo, esperando por mí. Me llevó a su casa, me ofreció hospedaje, abrigo, alimento y al poco tiempo, me enseñó los documentos de la cuenta bancaria donde había estado guardado durante casi tres años todo el dinero ingresado de manera lícita en mi empresa de Venecia. Fazio me lo devolvió todo con la única condición de que volviera a contratarlo en cualquiera de los proyectos que tuviese mente. ¡Oh Fazio! Definitivamente Dios se lleva de esta tierra con más rapidez a los hombres honestos en lugar de llevarse a las ratas como tu padre o como tú —Explayó de manera extensa mientras acababa su cigarrillo— ¡Desde luego lo contrate y tuvo una vida estable con su familia! Gracias a Fazio recuperé mi vida y hoy en día tengo mi cadena de hoteles. Simplemente y gracias a él, soy uno de los hombres más ricos y poderosos de toda Italia. ¿Puedes entender ahora por qué no voy a permitir que le hagas daño a la mujer de aquel buen hombre, y la madre de mi apreciado ahijado Ismael? 
Bentley Thompson: ¿Y tú puedes entender qué tu historia no me mueve en lo más mínimo? ¿Puedes entender también que no me importa esta insignificante mujer? Claro que sí a ti te importa salvarla, me devolverás esos documentos que posees. De lo contrario… 
Gregor Holbein: ¿De lo contrario, qué Bentley Thompson? ¿Qué parte de soltar a la mujer no has entendido? —Sonó repentinamente una voz inesperada— 
¡Era la de mi padre! Él apareció en el sitio disfrazado de guardia y apuntando a Bentley Thompson con un arma en la cabeza, y todo eso pasó como una pesadilla ante mis ojos que acabó avasallándome. Esta vez sin retorno. 
Sentí desvanecer y Giacomo me sostuvo de nuevo entre sus brazos mientras le ordenaba a Valeria que fuera por un vaso con agua, que me fue traído de inmediato. 
Giacomo: ¡Dios mío! Estás muy pálida honey. Me sentiré muy culpable si te sucede alguna cosa. Debimos salir de este lugar desde que toda esta pesadilla comenzó. Valeria, quédate un momento con ella mientras voy por un poco de alcohol y trapo húmedo para pasarle por la frente y las manos —Pidió con una voz que yo apenas lograba interpretar— Ustedes tres por favor no descuiden la puerta —Reiteró a los guardias— ¡Ya regresó! 
Valeria se sentó junto a mí, me paso el vaso con agua. Comencé a beber con lentitud y con la respiración casi olvidada en aquel gran salón donde una sangrienta escena se encontraba al borde de producirse. 
Valeria: ¡Pobre Brüssel! No hubiese querido yo llegar a esto, sin embargo tú te lo has buscado. Fuiste tan estúpida al decidir quedarte aquí. 
Observe a Valeria. El eco confuso de sus palabras solo me hizo observarla sin lograr comprender a qué se refería. La miré a los ojos y en esos momentos sentí una aguda estocada a un costado de mi vientre. Una desvanecedora y dolorosa estocada. Luego dos, y por último oí varios disparos ¡Muchos disparos! 
 




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