Recuerdo que llegué al taller el viernes puntualmente, allí estaba yo junto a otros alumnos con mis pinceles y mi corazón enamorado por el pintor.
El con su bella sonrisa y amabilidad incomparable, mirando a sus alumnos complacido, los dispuso en sus taburetes con un lienzo en blanco al frente sujetado por un caballete, y unas mesas donde descansaban las pinturas, los solventes y tabletas para mezcla.
Cuando sus alumnos estuvieron dispuestos en sus taburetes y en silencio, comenzó su clase magistral acerca de las diversas técnicas de pintura al óleo y un poco de historia acerca de pintores sobresalientes deteniéndose en pintores venezolanos de la talla de: Cristobal Rojas, Arturo Michelena, Armando Reverón entre otros. Sus palabras acariciaban mis oídos, ese tono suave, fuerte y musical le hacía el amor a mi alma enamorada. Dios no podía más que suspirar por aquel hombre.
Comencé a elaborar trazos en el lienzo, él se acercó y guió mi mano con firmeza, sentía su respiración pausada en mi hombro, sus manos entrelazadas guiando las mías, su olor corporal con acentos a pintura al óleo me hacía suspirar..., me dijo unas palabras hermosas con esa voz casi angelical que llegaba a mi corazón con fuerza:
—Eres muy buena te auguro un futuro en el mundo de las bellas artes —, enseguida lo miré a los ojos, nuestras miradas se encontraron, las mías irradiaban amor las de él miedo al amor, se apartó un poco de mí; pensé algo inquieta, «Dios quizá intuye que estoy arrebatada de amor por él, siento que las partículas de amor generadas por mi corazón salen a través de los poros de mi piel flotando al ambiente cual nube, siento que mi emociones están exhibidas al público, Dios que pena» , eso me asusto, pero no podía evitar la catarata de mis emociones que simplemente fluían, intentar apagarlas era negarme a mí misma.
Al finalizar la clase con timidez tomé mis pinceles y en mi intento por ubicarlo en el recinto, vi que no todo iba a ser color de rosas, una joven agraciada como de mi edad lo saludo con amabilidad extrema besando su mejilla y rodeando su torso con sus brazos, diciéndole:
—Querido, la clase estuvo maravillosa —, él la apartó de sí, intentando guardar distancia. Eso me agrado, finalmente ella abandonó el taller y yo me acerqué intentando en todo momento guardar la calma.
Le dije con humildad y sinceridad:
—Gracias Francisco por una clase tan buena, que descanses y nos vemos mañana —él respondió amablemente:
—Siempre a tu orden Alejandra, mañana vamos a trabajar otras técnicas que te van a ser de gran utilidad, eres muy talentosa… —, de pronto su semblante se entristeció, sintiendo algo de temor me atreví sin embargo, a tomarle la mano diciéndole con preocupación:
—Francisco se que apenas nos conocemos, pero me preguntó: ¿qué te aflige?, puedo ayudarte en algo, él me miró a los ojos y me respondió algo distante:
—Me preocupan cosas personales, no te preocupes, no es nada —yo insistí con contundencia:
—Francisco, estamos para ayudarnos, estoy a la orden, él me miró con seriedad y abrió su corazón entonces me expreso con sinceridad:
—Para serte honesto, me atormenta una mujer: Elisa, esa joven bonita de la clase que se despidió de mí afectuosamente, ella fue novia mía y nuestra relación se debatía entre picos de felicidad y precipicios llenos de tortuosos y desagradables momentos. Ella quiere que volvamos pero yo no quiero volver a pasar momentos tan desagradables como los que una vez viví a su lado, no puedo resistir más sus variabilidades emocionales que van del espectro de la alegría desbordante a la tristeza absoluta y ni que decir las candentes discusiones en que a veces nos enganchabamos, ¡Ay, no! —, en ese momento bajó su mirada y se colocó las manos en los bolsillos de su pantalón y mirándome a los ojos me dijo:
—Yo recién conociéndote y contándote mis cosas personales, como si de una vieja amiga se tratara…, lo siento de veras, que imprudente de mi parte atormentarte con mis problemas.
Yo busqué su mirada y siendo empática le expresé:
—Francisco, siento muchísimo que hayas vivido una experiencia de amor tan desagradable, ahora mismo yo al igual que tú estoy intentando olvidar a mi ex-novio, él me fue infiel y bueno con la pintura hago catarsis... — le sonreí entristecida a la vez, él algo impresionado por mis confesiones me devolvió esa sonrisa con un toque encantador y altas dosis de bondad que enseguida me arrebató definitivamente el corazón, en ese momento me dije a mi misma, este hombre va a ser el hombre de mi vida.
Nuestra conversación se vio interrumpida por la aparición de su hermana Adriana que le dijo en tono afable:
—Francisco ya recogí y puse en las estanterías y en la batea todo el material de pintura, vamos pronto a casa, mamá nos llamó tiene lista la cena —, acercándose más, finalmente me tendió la mano diciendo:
—Es un placer conocerte mi nombre es Adriana, soy la hermana de Francisco — sonrió amablemente, enseguida me presente. Finalmente, todos bajamos al área de estacionamiento donde Francisco, Adriana y yo tomamos nuestros carros para ir a nuestras casas.
Jamás se me olvidará ese día en mi vida, eran como las ocho de la noche, el cielo lucía despejado adornado por hermosas estrellas que vivían su existencia muy lejos de mí siendo ellas testigos silenciosas de mi corazón palpitante de amor por Francisco que mostraba su hermoso rostro frente al volante y que al sentirse observado por mí me miró con picardía sospechando quizá que yo me había empezado a enamorar de él. Adriana de pronto se asomó desde el asiento de copiloto y me dijo:
—Adios, nos vemos mañana Alejandra, ha sido un placer conocerte.
Camino a casa no podía dejar de pensar en él. Finalmente al llegar lancé las llaves del carro en el mueble de la entrada y le escribí un mensaje por WhatsApp diciéndole:
—Acabo de llegar a casa, avísame cuando llegues para quedarme tranquila 🙂
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Editado: 01.02.2025