Escapada al Cerro El Ávila y desenlace de nuestra historia de amor

Al día siguiente fuimos al Cerro el Ávila por la entrada de Sabas Nieves, subimos hasta la parada llamada El Banquito, y sentados en el banco que dio nombre a la consabida parada nos abrazamos y tomamos unas hermosas fotos con esa hermosa vista a Caracas que ese día lucía espléndida bajo un cielo azul celeste sin nubes en el horizonte.

La ciudad de Caracas lucía amplia, majestuosa y llena de vida a nuestros pies, mientras nosotros estábamos sumergidos en el verdor de la montaña que recreaba un ambiente de paz que invitaba al amor.

Nuestros sentidos eran absorbidos por la diversidad de pájaros que cantaban dulcemente mientras se desplazaban entre las ramas de los árboles y mariposas coloridas iban de planta en planta. Francisco de pronto hizo un alto a nuestro embeleso expresando con interés:

—Mi amor, ya puse las fotos de la exposición en Instagram y Pinterest, estás que nos estamos tomando también las voy a colocar en mi cuenta…—, en ese momento le sonreímos nuevamente a la cámara del celular…

—Alejandra, la verdad el día de hoy la ciudad de Caracas luce más bella que nunca, además estoy en la compañía de la mujer más hermosa del mundo y eso me hace inmensamente feliz —, después de estas hermosas palabras me beso en los labios…, yo no podía pensar solo vivía el momento llena de dicha teniendo por testigo el verdor de la montaña y la ciudad de Caracas a mis pies.

De regreso nos llovió, ambos estábamos empapados y llenos de lodo, en ese punto nada nos importaba éramos como niños inocentes desbordantes de alegría, como él me había pasado a buscar a mi apartamento me dijo:

—Dulzura, te dejo primero y luego voy a casa a cambiarme estoy helado del frío —, yo le contesté que también tenía mucho frío, él me abrazó mientras manejaba el carro hasta mi casa. Al llegar lo invité a tomar un chocolate caliente y le ofrecí secar su ropa, él gustosamente aceptó, subimos tomados de la mano flotando en una nube de felicidad, yo secretamente sospechaba que ese día era el día indicado para amarnos.

Al entrar al departamento le comenté:

—Mi amor, voy a buscar unas toallas para secarnos y una ropa de mi hermano Daniel que tengo guardada en mi closet para que te cambies —, sonriendo me miró con esos ojos expresivos llenos de deseo que penetraron ávidamente a lo profundo de mis pupilas. En ese punto mi cuerpo latía presa de una acalorada pasión a pesar de lo húmeda de mi vestimenta, pensé que él era irresistible, de camino a mi cuarto e incluso buscando las toallas no hacía más que pensar en entregarme a él, todo mi ser lo necesitaba, ese pensamiento se repetía obsesivamente en mi mente una y otra vez variando las escenas pero en todos los casos en ese momento sentía que mi cuerpo me pedía tener esa experiencia trascendental que se llama hacer el amor.

Por un instante recuerdo haber mirado a través de la ventana de mi cuarto que el crepúsculo vespertino había bañando con su fiesta de colores la montaña y los edificios de la zona, un último pensamiento vino a mi mente antes de entregar mi alma al amor: «Francisco es el hombre de mi vida, hoy es mi día», recuerdo haber salido con las toallas en mis manos y en mi rostro el irrefrenable deseo de amarlo.

Él se quitó la camisa mostrando su hermoso torso, yo me atreví a acercarme y lo acaricié luego tomándolo de la mano lo llevé a la ducha donde desnudamos nuestros cuerpos y nuestros deseos salieron a flor de piel y mientras corría el agua tibia nos besamos y acariciamos apasionadamente. Del baño fuimos a mi cuarto en total silencio más en nuestra mente escuchábamos música celestial; en mi cama nos amamos con pasión entregados a la magia del amor, aún recuerdo que sus besos sabían a miel y apenas tenía conciencia, por un instante le pregunte a Dios: ¿cómo una experiencia tan carnal puede ser a la vez tan espiritual? Luego mi mente se sumió un placer intenso y ambos visitamos el Paraíso bebiendo en copa de oro el vino del amor, perdiéndonos en un tiempo sin tiempo, en un ser más que estar, sumergidos en un espacio cercano donde ambos éramos luz.

Esa navidad hace cinco años la pasamos juntos compartiendo hallacas, pan de jamón y sobre todo amor...

Ahora estoy en esta navidad después de cinco años recordando con total pasión esa primera entrega que marcó un hito importante en nuestra hermosa historia de amor, mi corazón late lleno de júbilo. De hecho, estoy contemplando en este momento la foto de nuestra boda hace cuatro años que reposa en la mesa central, boda que se llevó a cabo en la Iglesia de Santa Rosalía de Palermo y que ofició el querido padre Luis, ese fue un día verdaderamente feliz, él y yo sonreíamos desde el alma y eso lo puedo ver reflejado en esa emotiva fotografía.

Ahora mis ojos recorren la pintura al óleo que me hizo Francisco cuando estaba embarazada de María Isabel, donde pintó dos corazones uno latiendo en mi pecho y el otro en el de nuestra futura hija que aún se formaba en mi vientre, aún no puedo creer lo rápido que ha pasado el tiempo...

Francisco llevo tu nombre tatuado en mi piel y en lo más profundo de mi alma, nuestros días se desvanecen como arena en el viento, pero cuando nuestros cuerpos se rindan a la inclemencia del tiempo en mi alma guardare la historia de nuestro amor que vivirá por siempre en mi espíritu.

Qué maravilloso ha sido recordar mi historia de amor sentada en el sofá junto a mi taza de chocolate admirando el árbol navideño, historia que comenzó con una visita a la página de Instagram de Francisco Urdaneta el artista que pintó de emociones sublimes mi corazón, llenándolo de dicha y felicidad.

Y hoy en esta bella navidad contemplando hermosos retratos familiares no puedo más que expresar llena de felicidad plena:

¡Gracias Dios por regalarme a mi bella familia!

Fin.

A continuación con todo el cariño del mundo les dejo uno de mis escritos acerca del amor, deseándoles de todo corazón queridos lectores, que tengan la dicha de conocer el amor verdadero, para lo que recomiendo encarecidamente usar los sentidos del alma a la hora de escoger a su pareja, dejando de lado los efímeros materialismos.